Aún no se los has visto a nadie por la calle y quizá, como con el móvil hace 15 años, te preguntes quién va a ser capaz –y para qué– de vestir un reloj o unas gafas inteligentes. Al wearable aún le queda camino para llegar al gran público, pero varios sectores e industrias se preguntan ya cómo aprovecharse de él.