La sororidad: una baza a favor del emprendimiento femenino
La sororidad en el emprendimiento femenino es una realidad que se manifiesta a través de redes de apoyo, colaboración y mentoría y que hoy celebramos en el Día Mundial de la Mujer Emprendedora.

Aunque a veces se pueda malinterpretar la sororidad como una simple hermandad entre mujeres, en la práctica implica una estrategia de empoderamiento recíproco.
Rompe con la rivalidad y facilita el crecimiento profesional y económico de las mujeres.
Hace once años que el Consejo de las Naciones Unidas estableció la fecha del 19 de noviembre para celebrar el Día Mundial de la Mujer Emprendedora.
Persigue reconocer el valor de estas mujeres, visibilizar los obstáculos que enfrentan y promover el empoderamiento femenino en el mundo de la empresa.
Aunque siguen siendo minoría en el ecosistema, con el tiempo han sabido marcar algunas diferencias con el emprendimiento impulsado por los hombres.
Una de esas peculiaridades que se les suele atribuir es la sororidad. Se basa ésta en la solidaridad y el apoyo mutuo entre mujeres emprendedoras en lugar de competir.
Se manifiesta en la creación de redes de apoyo y el intercambio de conocimientos y recursos. El objetivo es empoderar a las mujeres para que se liberen de la tradicional desigualdad y crezcan en el ámbito emprendedor.
Hemos hablado con distintas mujeres activas en el ecosistema para que nos cuenten si esa famosa sororidad es real o leyenda. Hablan también de los beneficios que reporta al conjunto emprendedor y mucho más.

Redes sororas
Son una de las claves determinantes en la sororidad. Durante los últimos años han surgido numerosas comunidades emprendedoras. Lo han hecho en el entorno analógico y el digital. Estas son algunas:
WA4STEAM: inversoras
“Por supuesto que existe la sororidad en el emprendimiento femenino porque es una cualidad inherente a muchas mujeres. Somos comunitarias por naturaleza: nos gusta colaborar, tejer redes y alcanzar objetivos de forma compartida”, declara Mireia Núñez, cofundadora de WA4STEAM. Se trata de una comunidad internacional de inversoras que reúne ya a un grupo de 180 mujeres.
“No solo aportamos un capital paciente. También acompañamos a esas mujeres emprendedoras en su viaje con nuestra experiencia y conocimiento para que puedan liderar con éxito sus proyectos empresariales”, continúa Núñez.
Juno House: plataforma de acción
También Beatriz de Vicente lidera como CEO Juno House. La define como “una comunidad impulsada por mujeres y abierta al mundo.
Promueve la igualdad de oportunidades, visibiliza referentes femeninas y fomenta la colaboración entre mujeres y hombres. Somos una plataforma de acción de oportunidades reales”, dice.
El propósito final es “acelerar el impacto femenino en el tejido empresarial y cultural”. Lo entiende como “una herramienta que favorece la competitividad y hacerlo con una mirada innovadora y transversal”.

The Impact Project: liderazgo femenino
Otra comunidad la ha creado la emprendedora Ana Carrau Míguez, fundadora de Upbeat Modus, una consultora de innovación. De aquí surge The Impact Project. Consiste en un Think tank de mujeres directivas donde pone nombre, apellidos y cara al liderazgo de impacto femenino. De aquí se deriva ELCLUB The Impact Project donde mujeres directivas que quieren crecer profesionalmente lo hacen acompañadas por otras. En ellas encuentran espejo e inspiración.
Carrau participa también en una red de más de 300 mujeres emprendedoras de toda Europa: The Break. Esta la impulsó Eva Curto desde la Escuela de Organización Industrial. Carrau ha sido la responsable de dirigir su rama en Valencia. Habla de “un grupazo de 20 mujeres a las que se le ha quedado corto el programa de cuatro meses”. Ahora han fundado su propia red para seguir juntas y acoger en su grupo a más emprendedoras locales.
AULA MAGNA, que promueve la formación, relación de mujeres profesionales y emprendedoras; el programa LIDERA de Barcelona Activa, impulsando la formación, networking y apoyo a los proyectos liderados por mujeres, o la red de mujeres profesionales y emprendedoras de Womenalia son también ejemplo de las muchas comunidades españolas.
Ya en el contexto europeo está el EIT Community, a través del programa SUPERNOVAS, que promueve la entrada y crecimiento de startups liderados por mujeres. Otro es el Women TechEU, programa destinado a startups lideradas por mujeres en el ámbito deep tech.
Comunitarias por naturaleza
A juicio de Núñez, las mujeres “somos comunitarias por naturaleza. Nos gusta colaborar, tejer redes y alcanzar objetivos de forma compartida”.
Recuerda que, tradicionalmente, la mujer ha ejercido “la sororidad en lo social, la familia y la comunidad”. Ahora, “en el emprendimiento, seguimos actuando con ese mismo impulso colectivo”.
De Vicente observa también la existencia de “dinámicas de apoyo especialmente fuertes entre mujeres emprendedoras”. Las justifica como una respuesta natural a la desigualdad histórica que, en determinados casos, todavía se mantiene.
Se ampara en datos como la inversión del venture capital. En Europa, sólo un 2% se destina a proyectos fundados por mujeres frente al 84% que acaparan los masculinos.
“Los hombres llevan más décadas integrados de manera natural en esos círculos. Las mujeres los están consolidando ahora. Lo hacen con una conciencia de colaboración que nace de la experiencia compartida como respuesta a los retos estructurales”, sostiene De Vicente.
En línea similar se pronuncia la emprendedora Mafalda Soto, fundadora y CEO de Beyond Suncare, una ONG de apoyo a personas con albinismo, y la marca de cosmética natural UMOA CARE.
“Entre mujeres emprendedoras existe una complicidad muy genuina. No tanto por afinidad de género, sino porque compartimos desafíos similares”, Incluye aquí: “abrirnos camino en entornos donde a menudo no se nos espera y sostener proyectos ambiciosos”. Recuerda que, a la vez, “se nos pide también sostener una familia o un equipo y hacerlo sin renunciar a la sensibilidad que nos define”.
Liderar desde la sororidad
Para Carrau, en el contexto del liderazgo, “la sororidad contrapone la competencia tradicional con la colaboración en red, algo que las mujeres hacemos muy bien”.
Frente a la malintencionada visión de que las mujeres somos malas entre nosotras, “la realidad -dice- es que en estos círculos se acelera el crecimiento, se respira complicidad, respeto a la diversidad y admiración”.
Otra diferencia que observa Nuñez con el liderazgo masculino, es que éste suele estar más orientado a resultados, con una toma de decisiones rápida y mayor asunción de riesgos “Transmite seguridad en sí mismo, lo que puede movilizar a los equipos, y se caracteriza por una actitud más competitiva”.
Las mujeres, por su parte, “optan por un liderazgo más colaborativo y participativo. Aplican la empatía y la escucha activa. Esto les permite detectar en los equipos tanto puntos de mejora como potenciales riesgos. Suelen ejercer una gestión más transversal, generando sinergias en distintas áreas”.
Destaca también una mayor capacidad para desarrollar talento; su flexibilidad ante contextos cambiantes y un predominio de liderazgo con propósito.
“La verdadera fortaleza está en integrar lo mejor de ambos enfoques, adaptando el liderazgo a cada situación, equipo y contexto”, concluye la cofundadora WA4STEAM
Mafalda Soto, por su parte, estuvo más de 10 años trabajando en África con Beyond Suncare. “En muchos lugares era la única mujer farmacéutica dirigiendo un laboratorio o negociando con ministerios de salud”, recuerda.
La enseñanza que extrajo Soto de aquella experiencia es que “liderar no es imponerse, sino generar confianza. Por eso, cuando hablo de apoyo entre mujeres, no pienso solo en redes de colaboración. Pienso también en esa fuerza silenciosa que nace del reconocimiento mutuo“.

¿Una perspectiva limitante?
Les preguntamos también si ejercer el liderazgo desde una perspectiva de sororidad puede implicar alguna dejación de funciones. “Lo que puede limitar el liderazgo es confundir sororidad con favoritismo o con exclusión, y eso no tiene nada que ver con el concepto real”, responde de Vicente.
La CEO de Juno House cree que liderar desde la sororidad significa “liderar desde la escucha, la colaboración y la corresponsabilidad”. Opina que estos valores benefician a los equipos mixtos y que favorecen la competitividad. No se trata de liderar solo para mujeres. El objetivo sería “incorporar una perspectiva que históricamente ha faltado: una mirada más humana, compartida y orientada al desarrollo colectivo. Lejos de limitar, amplía la capacidad de generar impacto”.
¿Beneficia la sororidad al conjunto del ecosistema?
Tampoco aquí encontramos una voz discordante. No solo comparten la notable contribución al ecosistema, sino también la necesidad de que así sea.
“Refleja nuestro modo de ver el mundo. Y es importante que esta visión no se quede solo en el ámbito social, sino que se extienda también a otros ámbitos como el empresarial. Apostar por la sororidad en el emprendimiento es una forma de aportar diversidad, autenticidad y nuevas formas de liderar. Ahí reside la riqueza: en sumar miradas distintas y complementarias”, dice Núñez.
Pero hay más argumentos. “La sororidad aporta un valor profundo al ecosistema. Actúa como un acelerador de oportunidades y un equilibrador natural de estructuras que todavía arrastran sesgos históricos. Cuando las personas colaboran, se generan redes más sólidas de apoyo, se reduce la soledad y se facilita un intercambio de conocimiento y recursos que impulsa el crecimiento colectivo”, apunta de Vicente.
Cuando las mujeres colaboran entre sí, se evoluciona más rápido y llegamos más lejos para reducir las desigualdades. “Además, cada vez que una mujer avanza, crea referentes que inspiran y abren espacio para las siguientes, contribuyendo a un entorno más diverso, innovador y competitivo.
Potenciarla no es solo una cuestión de justicia, sino de eficiencia: los ecosistemas que integran colaboración y diversidad son los que mejor se adaptan, los que más innovan y los que generan oportunidades de manera más sostenible. Por eso, la sororidad no es un concepto abstracto, sino una herramienta real de progreso para todos”.
Más allá de la sororidad
Lejos de mantener una perspectiva de género, Andy Aguilar, cofundadora y CEO de Legit.Health, prefiere hablar de “colaboración, igualdad y respeto”.
A su juicio, “el foco debe estar en construir relaciones profesionales basadas en el respeto mutuo, independientemente del género. Las mujeres, por supuesto, nos apoyamos y también competimos; pero esto lo hacemos todas las personas, seamos hombres o mujeres”.
Finaliza esta emprendedora diciendo: “La colaboración auténtica nace de la confianza, el mérito y la integridad, no del sexo de quien tienes enfrente”.
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