Autónomo o Sociedad Limitada: ¿qué conviene más para tu negocio?
Si buscas empezar de manera sencilla y con costes mínimos, ser autónomo es una opción excelente. Si tu proyecto apunta a crecer, contratar equipo o atraer inversión, una SL te aportará más solidez.
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Dar el paso de emprender implica tomar muchas decisiones y una de las más importantes llega al principio: ¿me doy de alta como autónomo o creo una Sociedad Limitada (SL)?
La elección no es menor. Afectará a tu fiscalidad, a tu forma de operar, a tus cotizaciones en la Seguridad Social y, sobre todo, al nivel de responsabilidad que asumirás frente a terceros.
Ambas opciones son perfectamente válidas, pero responden a realidades y necesidades distintas. Lo importante es conocer qué ventajas ofrece cada una y cuál encaja mejor con tu proyecto, tu nivel de riesgo y tus expectativas de crecimiento.
En ese camino de decisiones iniciales, contar con el respaldo de entidades que entienden las necesidades reales de quienes emprenden es imprescindible. Cajamar trabaja precisamente en esa línea, ofreciendo soluciones como su cuenta online para autónomos —que ofrece hasta 500 euros si eres uno de los 2.500 primeros en domiciliar tu cuota—, hasta TPVs para tienda física, inalámbricos, para ecommerce… con tarifa plana mensual y los seis primeros meses sin coste, facilitando la gestión diaria tanto de profesionales individuales como de pequeñas sociedades.
En cualquier caso y volviendo a la pregunta inicial — ¿me doy de alta como autónomo o creo una Sociedad Limitada (SL)?— veamos qué define a cada figura jurídica para poder entrar en comparaciones.
La figura del autónomo: una vía ágil y flexible para empezar de inmediato
Ser autónomo es la vía más directa y rápida para comenzar una actividad económica en España. Basta con darte de alta en Hacienda (modelo 036 o 037) y en la Seguridad Social para empezar a facturar de un día para otro.
No se exige capital inicial ni trámites notariales, lo que convierte esta opción en ideal para proyectos personales, actividades profesionales liberales o negocios en fase inicial que quieren probar una idea en el mercado antes de dar grandes pasos.
Fiscalidad: IRPF con tramos progresivos
En el plano fiscal, el autónomo tributa en el IRPF según sus ingresos reales, aplicándose tipos progresivos. Esto suele ser ventajoso cuando los ingresos son bajos o moderados. No obstante:
- A partir de cierto nivel de beneficios, el tipo efectivo puede superar al 25% del Impuesto de Sociedades, encareciendo la factura fiscal.
- Los autónomos deben realizar pagos fraccionados trimestrales (modelo 130) y declaraciones periódicas de IVA, si corresponde (modelos 303 y 390).
Un punto a favor es que pueden deducir gastos vinculados con la actividad y debidamente justificados, como material, suministros afectos, alquiler, vehículo (con límites), manutención profesional, formación, etc.
Cotización: sistema de ingresos reales
Desde 2023 la cuota de autónomos se calcula en función de los ingresos reales, con 15 tramos que van desde las bases más bajas a las más altas.
- La cuota es mensual y obligatoria, aunque no haya facturación.
- Puede cambiarse de tramo hasta 6 veces al año.
- Cada año se realiza una regularización: la Seguridad Social ajusta las cuotas pagadas en función de los rendimientos declarados en IRPF.
Como alivio inicial, existe la posibilidad de acogerse a una cuota reducida de 80 euros mensuales durante los 12 primeros meses, prorrogable al segundo si los ingresos netos no superan el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), lo que facilita dar los primeros pasos con un menor coste.
Operativa e imagen profesional
En términos operativos, el autónomo disfruta de una gran flexibilidad; por ejemplo, puede que puede tomar decisiones sin necesidad de convocar juntas y cesar su actividad sin trámites complejos.
El principal inconveniente es la responsabilidad ilimitada. El profesional por cuenta propia responde con su patrimonio personal —casa, ahorros y bienes— ante las deudas del negocio. Para mitigar este riesgo, algunos optan por contratar seguros de responsabilidad civil.
En resumen:
- Ventaja: agilidad y sencillez para empezar a facturar casi de inmediato.
- Trámites iniciales: alta en Hacienda y Seguridad Social; sin capital mínimo ni notario.
- Fiscalidad: IRPF progresivo, favorable al inicio pero más costoso a medida que aumentan los beneficios.
- Responsabilidad: ilimitada; afecta al patrimonio personal.
- Cotización: según ingresos reales; cuota obligatoria incluso sin facturar; cuota reducida el primer año.
- Obligaciones fiscales: libros de ingresos y gastos y declaraciones simplificadas.
- Imagen profesional: adecuada para proyectos personales, aunque transmite menor solidez.
- Escalabilidad: menos recomendable si se busca crecer, contratar personal o atraer inversión externa.
La Sociedad Limitada: un camino más estructurado y orientado al crecimiento
Optar por constituir una Sociedad Limitada (SL) supone dar un paso hacia una estructura empresarial más formal, estable y preparada para crecer. La SL aporta protección patrimonial y mayor imagen de profesionalidad frente a clientes, proveedores e inversores.
El proceso de constitución requiere más tiempo y cierta inversión inicial. Es necesario elevar a público la escritura de constitución ante notario, inscribirse en el Registro Mercantil y definir un capital social, que desde la aprobación de la Ley “Crea y Crece” puede ser de un euro.
Esta novedad facilita la creación de sociedades de forma económica, aunque incorpora obligaciones adicionales: mientras el capital sea inferior a los 3.000 euros, la sociedad deberá destinar el 20% de sus beneficios a reserva legal hasta alcanzar esa cifra. Además, en caso de liquidación, si el patrimonio no llega a los 3.000 euros, los socios deberán responder solidariamente hasta ese límite.
Fiscalidad adaptada al crecimiento
Una de las razones más comunes para dar el salto a una SL es la fiscalidad. A diferencia del autónomo, que tributa por el IRPF con tipos progresivos que se encarecen a medida que los ingresos crecen, la SL tributa por el Impuesto de Sociedades, más previsible y estable:
- Tipo general: 25%.
- Tipo reducido para entidades de nueva creación: 15% durante los dos primeros ejercicios con beneficio (excepto en casos como entidades patrimoniales).
Este marco fiscal permite planificar de un modo más estratégico la retribución del socio, combinando nómina y dividendos.
Cotización y rol del administrador
En la Seguridad Social, los socios que ejercen funciones de administración o tienen control efectivo suelen cotizar como autónomos societarios dentro del RETA. Esta modalidad implica una base mínima más elevada que la del autónomo persona física.
Una responsabilidad más acotada, pero no absoluta
La gran promesa de la SL es que la responsabilidad de los socios queda limitada al capital aportado. Sin embargo, existen situaciones en las que puede activarse la responsabilidad personal del socio o del administrador:
- Mala praxis o gestión negligente
- Deudas fiscales o laborales graves
- Actos contrarios a la ley o a los estatutos
- Avales personales firmados en operaciones financieras
Es importante entender estos matices para evitar una falsa sensación de blindaje total.
Obligaciones contables y disciplina mercantil
La SL exige un nivel mayor de formalidad administrativa. Está obligada a llevar una contabilidad ajustada al Código de Comercio, registrar libros societarios y presentar anualmente sus cuentas en el Registro Mercantil, lo que implica un mayor control documental, procesos más estrictos y, en la mayoría de los casos, contar con asesoramiento profesional.
Este marco no debe verse únicamente como una carga, sino también como una forma de ordenar mejor la información financiera y facilitar la toma de decisiones estratégicas.
Una imagen más sólida y una plataforma para escalar
Más allá de sus implicaciones legales y fiscales, operar como sociedad transmite mayor solidez. Para muchos clientes y proveedores, operar como sociedad es una señal de madurez empresarial. También lo es para acceder a licitaciones públicas, atraer socios estratégicos o negociar financiación. Por todo ello, la SL es la forma jurídica más adecuada para proyectos con visión de crecimiento, que desean incorporar personal, entrar en mercados más competitivos o buscar inversión externa.
En resumen:
- Ventaja: mayor profesionalización e imagen empresarial más sólida.
- Trámites iniciales: requiere escritura notarial, Registro Mercantil y capital social mínimo de 1 euro (con obligaciones adicionales hasta llegar a 3.000 euros).
- Fiscalidad: tributa por Impuesto de Sociedades (25% general / 15% nuevas empresas con beneficio).
- Responsabilidad: limitada al capital aportado, con matices legales.
- Cotización: administradores y socios de control cotizan como autónomos societarios.
- Obligaciones contables: contabilidad completa y presentación de cuentas.
- Imagen profesional: transmite mayor confianza.
- Escalabilidad: ideal para negocios con crecimiento, contratación e inversión.
Una solución flexible para ambos perfiles
Tanto si eliges ser autónomo como si te decides por una Sociedad Limitada, lo cierto es que la gestión financiera puede convertirse en un reto: ingresos variables, pagos a proveedores, domiciliaciones, impuestos o cobros a clientes que no siempre llegan puntuales…
Aquí es donde merecen la pena contar con soluciones que facilitan el día a día, como la cuenta autónomo de Cajamar y sus servicios asociados, que ofrecen un soporte integral adaptado a cada etapa de tu actividad. Entre ellos, destacan el TPV físico o virtual, que te permite cobrar a tus clientes de forma rápida, segura y sin complicaciones, ya sea en tu local, en movilidad o a través de tu tienda online.
Si diriges una pequeña empresa también contarás con herramientas financieras y servicios adaptados para ayudarte a crecer y optimizar la gestión de tu negocio con agilidad.
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