
Eduardo Gambero
Consultor de startups, conferenciante de emprendimiento y marketing y CEO de Solo de Croquetas
Pensar global desde el primer día
Internacionalizar no es solo vender fuera, es aprender a mirar tu negocio desde fuera. Si desde el principio piensas globalmente, las oportunidades llegan antes de lo que imaginas

Hay un momento en la vida de cualquier emprendedor en el que te das cuenta de que tu proyecto puede llegar más lejos de lo que imaginabas.
No pasa con fanfarria ni con un gran anuncio: ocurre cuando miras tu producto con ojos nuevos y te preguntas “¿y si esto pudiera funcionar en cualquier parte del mundo?”.
Ahí empezó realmente nuestro salto internacional. Después vendrían los retos, los errores, las sorpresas… pero el punto de inflexión fue ese cambio de mentalidad.
En Solo de Croquetas nacimos como un pequeño bar madrileño con una idea muy sencilla: reivindicar la croqueta como icono de nuestra cocina.
Lo que no sabíamos es que aquel formato, tan nuestro, también podía ser universal.
Lecciones para dar el salto a otro mercado
Con los años, y tras evolucionar de restaurante a fabricante y de fabricante a marca presente en retail y horeca, hemos aprendido una serie de lecciones que hoy comparto con cualquier startup que quiera dar el salto a nuevos mercados:
1. Piensa global desde el primer día
Si tu marca solo funciona en tu barrio, tarde o temprano se quedará ahí. Diseña con visión amplia, aunque al principio solo vendas a dos calles de tu casa.
2. Construye una propuesta que cruce fronteras
En nuestro caso, la croqueta puede ser muy española, pero su esencia –pequeña, compartible, versátil– conecta con cualquier cultura. Encuentra ese punto universal de tu producto.
3. Elige bien tus primeros mercados
No se trata de ir a lo grande, sino de ir a lo adecuado. Busca países donde tu propuesta tenga sentido y donde entrar no signifique renunciar a tu identidad.
4. Rodéate de aliados locales
Ningún mercado se entiende del todo desde fuera. Necesitas personas que conozcan su cultura, su ritmo y su manera de consumir.
5. Prueba, aprende y ajusta sin miedo
La internacionalización no es una línea recta. Es un proceso lleno de iteraciones, aprendizajes y ajustes finos. Flexibilidad por encima de perfección.
Al final, internacionalizar no consiste solo en “salir fuera”, sino en atreverte a mirar tu negocio desde otra perspectiva.
Cuando haces ese clic, las oportunidades empiezan a aparecer donde antes solo veías límites. Hoy es el momento de comenzar.
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