España regula por fin el cannabis medicinal, pero el futuro de nuestra industria sigue estando en Europa

La aprobación de la regulación del cannabis medicinal en España es un paso que llevábamos esperando más de dos décadas.

Desde mi posición en Spannabis, donde cada año vemos cómo crece y se profesionaliza este sector, celebro que por fin exista un marco legal que reconozca la labor de tantas empresas y profesionales.

Pero también creo que debemos ser honestos: es un avance importante, sí, pero todavía insuficiente para un país que ya figura entre los siete mayores productores del mundo.

El mercado doméstico

España notificó en 2024 más de 51 toneladas de cannabis medicinal producidas bajo licencias de la AEMPS. El 100% se destinó a exportación. Esto no es casualidad: nuestro mercado doméstico no ha existido hasta ahora.

La regulación aprobada en octubre, limitada a dispensación hospitalaria y que excluye la flor, abre una puerta simbólica, pero demasiado estrecha.

Como dicen desde AECAME, deja fuera al 90% del tejido productivo español. Y esta es una realidad difícil de ignorar.

Reputación internacional

Desde Spannabis llevamos más de 20 años siendo testigos de cómo la industria nacional ha construido músculo, inversión, empleo y reputación internacional, pese a las limitaciones.

La feria genera más de 25 millones de euros de impacto económico por edición y es el lugar donde se cierran acuerdos que terminan traducidos en exportaciones a Alemania, Reino Unido, Canadá o Portugal.

La legitimidad interna que ofrece esta nueva regulación es bienvenida, pero no podemos perder de vista dónde está hoy el verdadero mercado.

Europa se mueve más rápido que nosotros

Mientras España inicia un camino regulatorio prudente, nuestros vecinos ya juegan en otra liga. Alemania es el ejemplo más claro.

Desde que aprobaron en 2024 la ley que regula tanto el cannabis medicinal como el recreativo, sus importaciones se han duplicado, pasando de 31 a cerca de 70 toneladas.

Alemania se ha convertido en el principal destino de la flor y los extractos que producimos en España.

Portugal, con un consumo interno casi nulo, ha sabido convertir su marco regulatorio estable en una ventaja competitiva: exportó más de 25 toneladas en 2024, atrayendo inversión extranjera y consolidándose como un hub europeo.

Y Marruecos, con 4.751 hectáreas legales y costes muy bajos, aspira a una parte de un mercado que supera los 600 millones de euros.

Es evidente que la oportunidad económica se está moviendo a gran velocidad. Si España quiere aprovecharla, necesita una normativa ágil y competitiva, no una que deje fuera a la mayor parte del sector.

Una industria madura que está preparada para más

Lo que a veces olvidamos es que el cannabis medicinal en España no es una industria incipiente: es una industria madura que ya opera con estándares farmacéuticos internacionales.

Empresas como Linneo Health o Medalchemy trabajan bajo certificaciones GMP y exportan a los mercados más exigentes del mundo. Tenemos talento, infraestructura, know how y capacidad tecnológica. Lo que falta es una regulación a la altura.

Si España completara su marco normativo, el mercado interno podría alcanzar entre 250 y 400 millones de euros anuales. No es una cifra menor, y además situaría al país como un verdadero hub europeo de producción farmacéutica.

Una oportunidad que no deberíamos dejar escapar

La regulación recién aprobada es un punto de partida, pero no un punto final. Creo firmemente que es el inicio de una conversación más amplia sobre qué papel quiere jugar España en una industria global que ya mueve miles de millones.

Spannabis demuestra cada año que el sector español es maduro, viable y rentable. Durante dos décadas hemos visto cómo nuestros productores ganaban terreno fuera, mientras aquí seguíamos debatiendo lo básico. Ahora que por fin se abre una rendija, necesitamos ampliarla.

España tiene todo para liderar este mercado en Europa: calidad, experiencia, infraestructura y reputación. Solo necesitamos un marco regulatorio que acompañe este potencial. La oportunidad está ahí. La cuestión es si estaremos a la altura para aprovecharla.