
Iván López
Global VP Corporate Sales de ODILO
Las empresas deben convertirse en el aliado que impulse el aprendizaje continuo de sus empleados
Según este experto, el life long learning o aprendizaje continuo no es una meta al final del camino: es el camino mismo que tienen que recorrer las empresas para el crecimiento de sus empleados

España, al igual que el resto de economías avanzadas, vive en realidad un mundo que ya no da tregua.
Según el informe Future of Jobs Report 2025 del Foro Económico Mundial, cada vez más empresas invierten en programas de actualización (reskilling) y mejora de competencias (upskilling) para alinear su plantilla a las exigencias del entorno laboral en constante evolución.
Además, el Human Progress Report 2024 muestra que el 88 % de los encuestados considera que el aprendizaje continuo es clave para tener éxito hoy en día.
Necesidad imperiosa: aprendizaje continuo
Estos datos no hacen más que confirmar una realidad: el life long learning, o el aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida, ha dejado de ser un ideal para convertirse en una necesidad imperiosa. Y no solo a nivel individual. Las empresas también deben asumir, con plena conciencia, ese rol de facilitadoras activas en el proceso.
El mundo del trabajo ya no ofrece garantías de estabilidad. La velocidad de cambio en tecnologías, procesos y modelos de negocio exige nuevas capacidades en plazos cada vez más cortos.
Frente a esta realidad, quienes adoptan el aprendizaje continuo son aquellos que permanecen competitivos, ya que se reinventan, crecen y dotan de la importancia que requieren sus trayectorias profesionales.
Implementar soluciones
La clave no está solo en ofrecer formación, sino en implementar soluciones que permitan diseñar caminos de aprendizaje personalizados, capaces de adaptarse a las necesidades, ritmos y aspiraciones de cada profesional.
Cada empleado parte de un punto distinto, con motivaciones y retos únicos, y tratar de homogeneizar esa experiencia suele conducir a la desmotivación o a la pérdida de impacto.
Apostar por un aprendizaje a medida significa poner a la persona en el centro, reconocer que su desarrollo es tan diverso como lo es su trayectoria profesional, y dotarla de herramientas que le permitan avanzar de manera autónoma y sostenida en el tiempo.
Este enfoque convierte la formación en un recurso estratégico y no accesorio, integrándola en la dinámica habitual de la empresa y alineándola con sus objetivos de negocio.
Además, garantiza que el talento pueda evolucionar al mismo ritmo que los desafíos del entorno, reduciendo la necesidad de buscar competencias fuera y fortaleciendo la capacidad de innovación desde dentro.
¿La responsabilidad?, también en las empresas
Pero este movimiento no puede recaer exclusivamente en el individuo. Las organizaciones que quieren mantener una plantilla resiliente y adaptable a los cambios deben facilitar ese aprendizaje.
No se trata de imponer un ciclo de formación rígido, sino de construir un ecosistema que permita al trabajador aprender a su ritmo, con contenidos relevantes a sus retos profesionales y contexto laboral.
Una estrategia de life long learning bien planteada ofrece además un doble resultado. Por un lado, refuerza la motivación, el compromiso y el sentimiento de pertenencia del equipo.
Por otro, favorece la innovación, la capacidad de respuesta ante nuevas exigencias y la eficiencia operativa. En otras palabras, formarse beneficia al empleado con nuevas habilidades (plano individual), obteniendo rendimiento sostenible, alineado con los objetivos estratégicos de la empresa (plano colectivo).
Barreras al desarrollo del talento
Un dato revelador: según LinkedIn (Workplace Learning Report 2025), muchas compañías señalan como barrera para desarrollar el talento la falta de tiempo y recursos, tanto en managers como en equipos de RRHH.
Esta llamada de atención nos invita a repensar la formación como parte natural del flujo laboral, no un añadido. Solo así se logra que el aprendizaje se convierta en hábito y no en obligación.
Además, el creciente “miedo a quedarse obsoleto” (fear of becoming obsolete, FOBO) que experimentan los trabajadores refuerza la urgencia de que empresas e instituciones creen condiciones claras y positivas para formarse sin angustia, sabiendo que sus esfuerzos serán respaldados.
Preparados… ¡¡¡y ya!!!
La transformación digital, la sostenibilidad o los nuevos modelos de trabajo no entienden de ciclos académicos estacionales. Los profesionales del futuro deben estar listos en el presente.
Para ello, las compañías deben proporcionar herramientas accesibles, relevantes y flexibles que permitan al empleado autogestionar su propio desarrollo. Desde redes internas de aprendizaje hasta plataformas adaptativas, pasando por itinerarios de competencias estratégicas.
En definitiva, el life long learning no es una meta al final del camino: es el camino mismo. Y como todo viaje significativo, dura toda la vida.
Es hora de que las empresas se conviertan en sus mejores aliadas. Ofrecer los recursos, el espacio y el sentido para aprender no solo es un acto de responsabilidad, sino la estrategia más firme para construir organizaciones prontas, productivas y humanas en un futuro que ya está aquí.
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