El sorteo de premios es una práctica comercial que las empresas llevan años usando para dar a conocer sus productos y servicios y para generar interacción con sus posibles clientes. La irrupción de las redes sociales ha dado lugar a la popularización de este tipo de acciones, permitiendo que cualquier compañía sortee sus propios productos y servicios, así como otros premios, a través de sus perfiles entre sus seguidores en Facebook, Twitter o Instagram, por ejemplo.
En este reportaje que publicamos en EMPRENDEDORES, que recopila algunas de las acciones promocionales más eficaces realizadas por los comercios digitales, recogíamos algunos ejemplos llamativos de sorteos realizados en redes sociales.
Por ejemplo, Alejandro Benlloch, cofundador y coCEO de Nude Project, explica que su compañía repartió 300.000 euros en saltos en paracaídas, camisetas y sudaderas. “Conseguimos aumentar las ventas en un 80% con respecto al día anterior”. Esta misma marca también hizo un llamativo sorteo unos meses antes. “Regalamos prendas gratis para toda la vida a siete seguidores de la marca”.
Sin embargo, no conviene abusar de la fórmula, puesto que los usuarios también se pueden acabar cansando. “Hicimos hace diez años un sorteo de 10 zapatillas y conseguimos captar 20.000 usuarios de golpe. En el segundo sorteo, 10.000. Y en el tercero, sólo 1.000”, reseña Pablo López, CEO de Silbon,
Un quebradero de cabeza
Además, este tipo de prácticas nos pueden dar más de un quebradero de cabeza si las hacemos de cualquier manera, sin ofrecer todas las garantías en cuanto a la transparencia y aleatoriedad del sorteo. Por ello, conviene tener en cuenta algunos aspectos a la hora de poner en marcha estas acciones.
Como explica Almudena Curero, senior manager Legal Compliance de KPMG, este tipo de promociones deber ser publicitadas y conocidas de antemano por los destinatarios que se puedan beneficiar de ellas. Además, sus bases deben ser objetivas, con el fin de prevenir posibles agravios comparativos entre sus potenciales destinatarios.
Asimismo, hemos de eludir la creación de promociones especiales destinadas a unos pocos individuos, excluyendo al resto, ya que este tipo de sorteos tan restringidos pueden dar lugar a sospechas. Y también son preocupantes aquellas promociones que se gestionan con opacidad.
De este modo, la experta de KPMG especifica que al diseñar este tipo de promociones en redes sociales hay que tener en cuenta el colectivo al que se dirigen. Cuanto menor sea éste, mayor será el riesgo de que no se trate de una promoción real.
Transparencia en las acciones en redes sociales
También hay que considerar la transparencia y la publicidad de las condiciones de dichas acciones en redes sociales, conociendo sus términos de antemano, incluso registrándolos ante notario o de manera fehaciente.
A este respecto, hace hincapié en que las ventajas o premios que obedecen a bases no publicitadas o de difusión muy restringida hacen que se incremente exponencialmente el riesgo de que el sorteo pueda ser considerado fraudulento.
La discrecionalidad en cuanto a los criterios de aplicación o adjudicación y la falta de transparencia en su gestión también pueden disparar las alertas. Igualmente, la adjudicación arbitraria de los premios o los sorteos hechos sin publicidad pueden dar lugar a sospechas.
Curero advierte que la sombra de la duda podría extenderse sobre estos sorteos si no concurren todos los factores anteriormente citados, ya que podría considerarse que son fraudulentos. Incluso apunta la posibilidad de que se despierte la sospecha de estar encubriendo un soborno.
Así pues, recomienda a las empresas que supervisen con atención el diseño de estas promociones y sorteos en redes sociales, con el fin de garantizar el cumplimiento de las exigencias legales establecidas en la normativa y evitar que sean perseguidas como beneficios ilegítimos, sobre todo si llevan aparejados grandes premios o condiciones particularmente ventajosas para los ganadores.