El aburrimiento en el puesto de trabajo es uno de los principales frenos a la productividad de las empresas. Así lo demuestran algunos estudios, que afirman que hasta el 30% de las horas laborables se pierden debido al aburrimiento crónico de la plantilla. Un fenómeno que se ha denominado “Síndrome de Boreout”, y que podría ser más grave de lo que parece.
El Síndrome de Boreout define aquellas situaciones en las que el aburrimiento crónico en el puesto de trabajo deriva en una gran falta de motivación, que puede acarrear en los empleados -y también en los emprendedores- problemas de salud mental como la depresión, la apatía o la falta de concentración durante la jornada laboral.
En realidad, se trata de una consecuencia del tan hablado presentismo que se da en la mayoría de empresas. Así, el aburrimiento en el trabajo tiene como resultado que muchos empleados estén acostumbrados a dedicar una parte importante de su jornada a mirar las redes sociales, responder correos electrónicos personales o navegar por Internet, con la consecuente pérdida de productividad.
Esta situación, que parecía superada durante las primeras etapas de la pandemia y la llegada del teletrabajo, parece haber recuperado su crecimiento. Incluso, en los casos de empleados que siguen desarrollando su trabajo desde casa. Algo que no solo incide en la productividad durante las horas laborables que el trabajador dedica a otras cosas, sino que también provoca una disminución en la concentración cuando sí se está trabajando.
El aburrimiento en el trabajo, un problema de salud mental
Tal y como explican algunos expertos en un reportaje de El Economista al respecto, el aburrimiento en el trabajo y sus consecuencias suelen darse de manera más común en puestos “demasiado repetitivos y monótonos o empleos que no están retribuidos adecuadamente por la tarea que se realiza o no está reconocido el nivel de esfuerzo. Finalmente, también hay trabajos en los que es imposible la promoción o el ascenso.”
Se trata de uno de los principales motivos que han desencadenado la Gran Renuncia, un fenómeno que lleva desarrollándose durante todo el año en Estados Unidos y que ha dado lugar a una crisis de talento sin precedentes en el país. Algo que, en menor medida, también está ocurriendo en Europa, donde miles de empresas están sufriendo serias dificultades para encontrar trabajadores.

Pero no son las únicas consecuencias. Para los empleados que viven el Síndrome de Boreout, el tiempo comienza a pasar cada vez más despacio. Las horas de trabajo se hacen eternas, y suelen sentir una gran tensión e irritabilidad. En el largo plazo, esto puede desencadenar trastornos mentales como la depresión o la dificultad para concentrarse.
Sin embargo, sigue siendo un tema tabú para muchos. Por parte de los empleados, reconocer a sus jefes que se aburren en el trabajo podría tener consecuencias. Para los emprendedores, recibir esta información podría dar lugar a pensar que el empleado no está cumpliendo con su deber. En cualquier caso, conviene tratar este tema con un enfoque empático y dispuesto a mejorar.
Trabajadores aburridos… Y quemados
En paralelo al Síndrome de Boreout, en los últimos meses se ha hablado mucho de otro problema recurrente en las empresas durante la era postpandemia. Se trata del Síndrome de Burnout, que describe los casos en los que los empleados se encuentran muy quemados del trabajo.
Este síndrome, que ya ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud, es una consecuencia del agotamiento emocional de los trabajadores de muchas empresas tras dos años sometidos a situaciones de gran estrés. Entre sus síntomas, destacan la falta de concentración, la disminución de la productividad, el desgaste físico o la negatividad constante.
Aunque el Síndrome del Trabajador Quemado todavía no se incluye en la lista de enfermedades profesionales, algunas sentencias judiciales ya han calificado a esta enfermedad que afecta a las empresas como accidente de trabajo. Como causas, la jurisprudencia española identifica un exceso de responsabilidades en el puesto de trabajo o un aumento de la carga laboral, lo que provoca en los empleados afectados un aumento de la presión y el estrés.