Día Mundial de la Salud Mental: ¿Qué pasa si tu proyecto fracasa?
El miedo al fracaso de los emprendedores se debe, en gran medida, a la fuerte identificación que hace entre su proyecto y su identidad personal, algo que puede acarrear problemas para su salud mental.

Con motivo hoy de la celebración del Día Mundial de la Salud Mental, abordamos este grave problema desde la perspectiva concreta de aquellos emprendedores que, por cualquier motivo, fracasan con su proyecto.
Verdad que en el entorno emprendedor se habla mucho del aprendizaje del error, pero lo cierto es que cuando algunos lo sufren no lo llevan nada bien, dada “la fuerte identificación que el emprendedor establece entre su proyecto y su identidad personal”, apunta Carlota Mateos, cofundadora y directora de Ancla.Life.
Los síntomas
Mal gestionado, el fracaso puede desencadenar un deterioro rápido en la salud mental. La falta de descanso y la autoexigencia permanente son detonantes clave. A estos le pueden suceder otras manifestaciones indeseadas siendo las más comunes el burnout, la ansiedad y la depresión. También pueden aparecer ataques de pánico y fatiga mental severa.
El primer estudio científico llevado a cabo por Ancla.life concluía que cerca de la mitad de los emprendedores mostraba síntomas moderados o severos de estrés, y hasta un 40%, ansiedad.

Pide ayuda
Otro hallazgo significativo de los estudios de la organización Ancla.life es que el 72% de los emprendedores de alto impacto, ha tenido algún problema relacionado con la salud mental, pero que solo un 23% se atrevieron a buscar ayuda profesional.
El problema es más acuciante en hombres, con un 55% que reconocen que el estigma les frena, frente a un 24% de mujeres que alegan la misma causa. La consecuencia es que algunos lo hacen demasiado tarde.
“El ecosistema emprendedor se ha construido sobre la narrativa del héroe exitoso. Reconocer que no puedes con todo se percibe como una debilidad. Además, hay miedo al juicio de inversores, socios y equipos”, son algunos de los motivos que, a juicio de Mateos, impiden a los emprendedores con un proyecto malogrado exhibir su vulnerabilidad.
Redes de apoyo
Fundada en 2022 a raíz de la experiencia personal del emprendedor Diego Ballesteros y su equipo, Ancla.life se constituye como una asociación sin ánimo de lucro creada por y para emprendedores. Su misión es visibilizar y prevenir los problemas de salud mental de este colectivo a través de un espacio seguro donde compartir sus miedos.
Actualmente, la organización cuenta con cientos de emprendedores vinculados a la comunidad, entre socios, participantes en sus programas de formación, retiros de convivencia durante un fin de semana, y personal boards. Cuentan también con miles de seguidores y oyentes en el pódcast.
De todas las referidas, los personal boards son la herramienta más potente de la organización. Se basa en grupos reducidos en los que reúnen a siete emprendedores que comparten en confianza vivencias, relativizan problemas y se retroalimentan.
Mejora así de forma significativa su bienestar psicológico además de estrechar lazos y conexiones con el resto de los participantes. También los retiros logran romper la soledad del emprendedor.
En la misma línea, desde la plataforma global de South Summit instan a los emprendedores a apoyarse en el acompañamiento. “Los emprendedores que cuentan con redes de apoyo y mentores son capaces de entender mejor la realidad del emprendimiento y que el fracaso es parte del camino del éxito”, sostiene Nacho Mateo, CEO de la organización.
En un ecosistema competitivo, “compartir qué no ha funcionado abre la posibilidad de recibir feedback, consejos y, sobre todo, información de mercado que ayuda a entender mejor por qué el proyecto no prosperó. Esa transparencia genera aprendizajes colectivos que evitan repetir patrones de fracaso”, continúa el CEO.

¿Cuándo dejar de insistir?
Curioso también que aparezca la sensación de fracaso aún sabiendo de antemano que un proyecto emprendedor nuevo tiene más probabilidades de derrumbarse que de avanzar.
Un informe de CB Insights calculaba en un 90% la tasa de mortalidad de una startups a los tres años de su arranque, es decir, solo una de cada 10 sobreviven a ese periodo.
Claro que, haciendo caso a las estadísticas, pocos se atreverían a poner en marcha un proyecto, de manera que lo recomendable es hacerlo convencido de que has dado con un problema real y que la tuya es la solución adecuada. Otra cosa es obcecarse e ignorar las señales de alarma que te va lanzando el mercado.
“Un emprendedor debería detenerse cuando los indicadores clave muestran de manera consistente que no hay encaje en el mercado. Si tras varios meses o incluso años los ingresos no cubren los costes, la base de clientes no crece o la tasa de abandono es demasiado alta, es momento de revisar con frialdad. La decisión debe basarse en datos: pérdidas acumuladas, consumo de caja, márgenes negativos persistentes y comparativa con métricas del sector”, sostiene Mateo.
Recomienda también el CEO de South Summit analizar detenidamente el entorno. “Estudiar si la competencia ofrece mejores soluciones, si la demanda real es menor de la esperada o si han surgido barreras regulatorias o tecnológicas que dificultan la escalabilidad. Si después de un análisis completo el modelo no es viable, lo responsable es parar, documentar aprendizajes y decidir si merece la pena pivotar o cerrar el proyecto”.
Los aprendizajes
Aún asumiendo la complejidad de aprender en experiencia ajena, más todavía si nunca se ha tenido la vivencia personal, estas son algunas de las recomendaciones que expresan las fuentes consultadas para prevenirlo:
Tu empresa no eres tú
Separar la identidad personal del destino de un proyecto es clave para no cargar con una losa emocional innecesaria.
Establecer límites claros
Aprender a medir lo esencial desde el principio y poner límites claros al tiempo y a los recursos que se destinan a validar una idea.
Vigila tu salud mental desde el primer día
Construir rutinas sanas, invertir en redes de apoyo y no esperar a que las cosas vayan mal para pedir ayuda. Los emprendedores que se apoyan en su comunidad y en el ecosistema son los que logran transformar el fracaso en una palanca de crecimiento, y no en un freno a su carrera.
Una carrera de largo recorrido
El fracaso enseña que el emprendimiento es una maratón, no un sprint; que la resiliencia es tan importante como la innovación; y que cuidar de uno mismo no es un lujo, es una condición necesaria para que el proyecto sea sostenible.
Quien aprende a fracasar con salud mental preservada, llega mejor preparado para volver a intentarlo, con más claridad y equilibrio.
Estrategias de prevención
En cuanto a posibles tácticas de autocuidado que recomiendan, se centran, fundamentalmente, en el desarrollo de hábitos de vida sostenibles entre los que figuran:
Mantener higiene del sueño y rutinas de descanso.
Practicar ejercicio regular y técnicas de regulación como respiración o mindfulness (nuestro programa Healthy Minds mostró una reducción del 43% en los síntomas de ansiedad).
Construir y cuidar relaciones de apoyo cercanas.
Aprender a pedir ayuda profesional a tiempo: psicólogos y coaches especializados en emprendedores son aliados clave.
Y, sobre todo, cultivar una perspectiva más sana sobre el fracaso, viéndolo como parte del aprendizaje vital.
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