La era de los insectos ya está aquí. La propia Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) lleva algún tiempo hablando de la importancia de incluir estos animales invertebrados en nuestra dieta.
Según explica la FAO, en el mundo ya se consumen más de 1.900 especies de insectos, lo que los convierte en una parte rica en nutrientes de la dieta de muchos países, especialmente, en Asia o África.
Esta organización internacional indica que su consumo tiene muchas ventajas. En primer lugar, son muy nutritivos, ya que ofrecen energía, grasa, proteínas y fibra. Y también pueden ser una buena fuente de micronutrientes, como zinc, calcio y hierro, dependiendo del insecto.
Además, se trata de un alimento ecológicamente sostenible, puesto que en su cría se emiten mucho menos gases de efecto invernadero que en la producción de las demás fuentes de proteína animal, se requiere bastante menos agua que en la cría de ganado y se necesita menos tierra.
Finalmente, su producción es una interesante oportunidad de negocio. Como la cría de insectos requiere un espacio mínimo, se puede realizar tanto en zonas rurales como urbanas, algo que no sucede en otras actividades agrícolas. Además, se transportan fácilmente y suelen ser fáciles de criar sin una capacitación especializada.
Y en esto es precisamente en lo que se fijó la empresa salmantina Tebrio, que empezó en 2012 a investigar las posibilidades que brindaba la producción de insectos. Tres años después, levantó la primera planta de producción de insectos aprobada en territorio de la Unión Europea para alimentación animal. Y en 2019 amplió sus instalaciones y se convirtió en la primera biotecnológica del mundo en conseguir la autorización para fabricar fertilizantes orgánicos elaborados a base de insectos, así como la etiqueta ecológica para comercializarlos, según explica en su web.
La compañía está especializada en la cría industrial del tenebrio molitor —denominado comúnmente gusano de la harina— y su transformación en ingredientes premium para alimentación animal —para ganado y mascotas—, nutrición vegetal —fertilizantes— y otros usos industriales: cosmética, industria textil, medicina, tratamiento de aguas, etc.
Ahora, quiere dar un paso más y planea la puesta en marcha de una nueva fábrica, denominada ‘:oFarm’. Con una inversión de 70 millones de euros, está previsto que la nueva factoría esté operativa en 2024. Dará empleo a 250 personas y tendrá capacidad para producir hasta 100.000 toneladas de productos de insectos al año, convirtiéndose así en la mayor fábrica de producción y transformación de insectos del mundo.
Oportunidades de negocio en torno a los insectos
Así pues, cada vez son más los países de Europa y Norteamérica que están explorando sus posibilidades. Por ejemplo, en EMPRENDEDORES ya hemos hablado de empresas como Becrit, que elabora batidos a partir de una harina elaborada con insectos horneados, deshidratados y molidos.
En este caso, la empresa no se ocupa directamente de la cría, sino que se enfoca en el desarrollo de nuevos productos a partir de esta materia prima. “Trabajamos con una granja holandesa que hace la cría del insecto y prepara la harina. Y luego tenemos otro partner que mezcla la harina con las proteínas vegetales y añade los sabores”, precisa Sergi Playà, cofundador y CEO.
Otra compañía española que está explorando las oportunidades de negocio de la comercialización de alimentos a base de insectos es la tienda online Insectum. En su portal se pueden encontrar grillos, gusanos y langostas en diferentes preparaciones —naturales, al tomate, ahumados, en polvo, bañados en chocolate…—, barritas de proteínas, etc.