Con 19 años, Abraham Guzmán montó una empresa de logística que creció mucho en poco tiempo: 1 nave, 9 furgones, 11 trabajadores… “Íbamos por buen camino, pero empezaron los problemas financieros: arriesgaba mucho en la fórmulas de cobro a los clientes”, recuerda.
Durante esos años, comprobó la gran cantidad de mercancía que llegaba a Canarias y la falta de personal insular especializado en montaje de todo tipo de instalaciones, lo que generaba altos costes derivados del desplazamiento de personal especializado desde la Península. “Derivado de ese análisis, le propuse a un cliente ser nosotros los encargados de montar sus módulos en Canarias en tiempo record. Reunir un equipo de buenos montadores y empezamos a trabajar en todas las islas. Debido al aumento de peticiones de montaje tuve que abrir una delegación en Las Palmas de Gran Canaria. En año y medio, había pagado las deudas que contraje con mi anterior empresa”, señala.
La inversión para esta segunda aventura empresarial fue de 4.000 euros para adquirir un vehículo. El primer año de actividad (2006), su empresa Gipc superó los 140.000 euros de facturación y este año prevé rebasar los 320.000 euros.
