El crecimiento del delivery a raíz de la llegada de la pandemia, hace un año, está provocando la aparición de nuevos modelos de negocio alrededor de las entregas a domicilio. En el sector de la hostelería, montar una dark kitchen se sitúa como una de las alternativas más rentables, y no requiere de una inversión inicial muy elevada.
El concepto de dark kitchen es el mismo que el de las tiendas fantasma que están poniendo en práctica las grandes cadenas de supermercados. Un establecimiento cerrado al público, que solo tiene las instalaciones necesarias para satisfacer los pedidos online. En el caso de la hostelería, basta con un pequeño local con cocina y salida de humos para poder triunfar en aplicaciones como Glovo, Deliveroo o Just Eat, algunas de las apps más destacadas del segmento del delivery.
En este contexto, algunas empresas, como Cooklane, está comprando grandes superficies en centros urbanos, de hasta 1.500 metros cuadrados, que más tarde divide en cocinas de unos 20 metros para alquilar a los pequeños emprendedores que quieren montar una dark kitchen.
Los costes iniciales de un negocio de hostelería que se base en una dark kitchen son bastante más bajos que los de un restaurante tradicional. Por unos 20.000 euros, se puede poner en marcha un negocio para servir comida a domicilio a través de las plataformas más conocidas del sector.
Además, los tiempos de apertura y de entrega a los clientes se reducen de manera notable bajo el modelo de dark kitchen. Tal y como explica Cooklane en su web, el tiempo requerido para abrir un punto de venta de este tipo apenas llega a las cuatro semanas, como mucho. Por su parte, el tiempo medio de entrega se sitúa en los 15 minutos, por los 35 que suele tardar un restaurante tradicional.
El imparable crecimiento del sector del dark kitchen
El fenómeno de las dark kitchen ha dado un paso de gigante durante 2020, a raíz de la pandemia y el boom de los pedidos a domicilio. Sin embargo, parece que su crecimiento no parará cuando el coronavirus sea solo un mal recuerdo. Según datos de Just Eat, este segmento moverá más de 900 millones en España durante este año, y superará los 1.300 millones en 2023.
Eso, si las administraciones lo permiten. Las quejas de los vecinos de los núcleos urbanos donde se están construyendo estas cocinas fantasma están llegando a los tribunales, y los ayuntamientos están tomando medidas. Un ejemplo es el de Barcelona, que ha suspendido la emisión de licencias para negocios de este tipo, y ha anunciado la publicación de una nueva legislación que los regule.
El objetivo de la institución es que las dark kitchen pasen a ubicarse en polígonos industriales, algo que podría hacer perder el sentido a este tipo de negocios, que utilizan su céntrica ubicación para dar un servicio más rápido a sus clientes. “Sin una normativa clara, pueden causar competencia desleal al sector de la restauración, muy afectado por la crisis de la pandemia”, ha afirmado el alcalde de Barcelona.