“Una empresa solo puede escalar si tiene claridad en su propósito, en su estrategia y es coherente en sus decisiones”
Patricia Cabal, al frente de GT Consulting, explica cuál es su enfoque diferencial para ayudar a las compañías a pasar de la intuición a la estrategia y crecer con claridad, estructura y resultados.
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Convertir la estrategia en algo accionable. Ese es el punto exacto donde muchas empresas se quedan a medio camino y donde Patricia Cabal decidió construir valor. Tras años como directiva y, sobre todo, como clienta de consultorías, entendió que el mercado estaba lleno de diagnósticos brillantes y presentaciones impecables… pero también de propuestas imposibles de ejecutar con los recursos reales de las compañías.
De esa brecha entre lo ideal y lo posible nació Growing Together Consulting (GT Consulting), un proyecto concebido para ofrecer a los negocios lo que realmente necesitan cuando buscan ayuda externa: foco, orden y acompañamiento práctico.
Hablamos con Patricia Cabal sobre las necesidades que detectó en el mercado, los errores más frecuentes de los negocios que escalan sin orden, y las claves para que una estrategia deje de ser un documento y se convierta en una transformación real.
GT Consulting nace para dar claridad y convertir las ideas en acción. ¿Qué necesidades detectaste en el mercado que te hicieron ver que había espacio —y urgencia— para este tipo de consultoría?
Detecté la necesidad porque antes de crear GT Consulting fui clienta de servicios de consultoría por lo que había experimentado diferentes modelos de trabajo con consultores.
Pasé por propuestas de todos los niveles y formatos y, aunque cada una aportaba teoría, marcos estratégicos y presentaciones impecables, había un problema común en todas ellas, lo que proponían no estaba adaptado con la realidad de mis recursos en aquel momento, de mis equipos o de la etapa en la que estaba mi empresa.
Esa distancia entre lo ideal y lo posible hacía que muchas estrategias fueran brillantes en papel, pero inviables en la práctica. Y ahí entendí que el verdadero valor de una consultoría no estaba solo en formular una estrategia, sino en acompañar a ejecutarla de forma realista, adaptada a los medios, ritmos y capacidades de cada compañía.
GT Consulting nace justamente para cubrir ese vacío: convertir la teoría en acción y construir estrategias que no solo suenen bien, sino que puedan ponerse en marcha desde el primer día. Porque cuando una empresa recibe un plan que realmente puede ejecutar, el crecimiento deja de ser un deseo y se convierte en una consecuencia.
¿A qué tipo de empresas os dirigís y con qué retos o bloqueos suelen llegar?
Nos dirigimos principalmente a empresas que ya han demostrado algo de tracción y han alcanzado un nivel relevante de facturación “por mérito propio”, muchas veces impulsadas por la inercia del mercado digital.
Durante los primeros años, el ecosistema online ha hecho creer que las barreras de entrada habían desaparecido. Lanzar un producto, vender y crecer parecía algo natural, casi automático. Pero la realidad llega más adelante.
Cuando la empresa alcanza cierto volumen, aparecen de golpe esas barreras que parecían inexistentes: complejidad operativa, necesidad de estructura, falta de procesos, decisiones estratégicas sin definir y equipos que no han sido preparados para gestionar ese crecimiento.
Muchas de estas compañías han llegado hasta donde están más por casualidad que por causalidad: un buen producto, una demanda creciente y la capacidad de ir resolviendo sobre la marcha. Pero ese enfoque, que funciona en fases iniciales, se agota cuando el negocio necesita escalar de forma profesionalizada.
Y ahí es donde entramos nosotros. Acompañamos a empresas que ya han demostrado su potencial, pero que necesitan orden, dirección y un modelo de crecimiento sostenible para pasar de la intuición a la estrategia, y de la supervivencia al liderazgo.
GT Consulting trabaja con empresas que han crecido rápido —a menudo impulsadas por la inercia del entorno digital— pero que necesitan estructura, dirección y una estrategia que sí pueda llevarse a la práctica
Vuestra metodología se basa en tres pasos: diagnóstico estratégico, diseño de una estrategia aplicable e implementación con acompañamiento. ¿Por qué funciona?
Nuestra metodología funciona porque asumimos el ciclo completo. No nos limitamos a entregar un diagnóstico o un documento estratégico: acompañamos a la empresa desde la comprensión profunda de su realidad hasta la ejecución final.
Empezamos con un diagnóstico exhaustivo, que nos permite entender no solo la situación actual, sino también los recursos reales con los que cuenta la compañía: su estructura, sus equipos, su nivel de madurez y sus posibilidades de ejecución.
A partir de ahí diseñamos una estrategia aplicable, no idealizada. Una estrategia que encaja tanto con la empresa que existe hoy como con la empresa que quiere ser mañana.
Pero si nos quedáramos solo en el qué, sin enseñar el cómo, generaríamos la misma frustración que yo viví hace años: mucha teoría y ningún resultado. Por eso acompañamos la implementación. Ese seguimiento nos permite asegurar que la estrategia se está ejecutando como debe, que los equipos la integran, y que los factores que inevitablemente van apareciendo en el camino se gestionan sin desviar el rumbo.
En definitiva, funciona porque no entregamos un plan, construimos una transformación real junto al cliente.
Con una metodología que combina diagnóstico, diseño e implementación, GT Consulting va más allá de entregar un plan, “construimos una transformación real junto al cliente”, afirma Patricia Cabal.
Muchas empresas fallan en la ejecución más que en la planificación. ¿Cómo garantizáis que el plan diseñado pueda ponerse en marcha desde el primer día y que el equipo lo haga suyo?
Nuestro enfoque es profundamente didáctico. No creemos en imponer cambios, porque cuando un equipo no entiende el porqué, difícilmente se implicará en el cómo. Para que una estrategia funcione, los equipos deben comprender, interiorizar y hacer suyo el rumbo de la empresa. Solo así reman a favor y no a contracorriente.
Cuando entramos en una organización y planteamos nuevos caminos, muchas veces nos encontramos perfiles que llevan muchos años dentro y que suelen situarse en dos posiciones; los que se abren a entender el cambio y desean formar parte de él y los que, por miedo o por comodidad, intentan frenar el proceso como pueden convirtiéndose en un freno constante.
Ese bloqueo genera dinámicas muy desgastantes para ambas partes y, si no se resuelve, puede impedir que la empresa avance. Por eso, nuestro trabajo también implica acompañar a la dirección en la toma de decisiones difíciles, aquellas que dejan claro que la compañía ha escogido un rumbo y que ese rumbo estará siempre por encima de los intereses individuales.
En GT Consulting creemos que cuando las personas entienden el propósito del cambio, la transformación deja de ser una imposición y se convierte en un proyecto común.

Para los negocios que crecen rápido pero sin estructura, ¿cuáles son los errores más comunes que encuentras y cómo se suelen corregir con vuestro acompañamiento?
Todo crecimiento sostenible requiere estructura, pero una estructura mal dimensionada puede convertirse en un problema mayor que la propia falta de organización. Por eso, cuando trabajamos con empresas que han crecido rápido y sin una base sólida, nuestro valor está en identificar qué roles son realmente prioritarios en cada etapa, en función del tipo de negocio, del volumen, y —sobre todo— del talento que ya existe dentro de la compañía.
Muchas veces las empresas desconocen incluso que ciertos perfiles existen o que hay funciones que alguien debería asumir para que el negocio pueda dar el siguiente salto. Ahí es donde aportamos claridad: visibilizamos los puntos débiles estructurales y proponemos cómo cubrir esos huecos de forma estratégica y viable.
No se trata solo de definir puestos; se trata de entender qué habilidades requiere cada rol para encajar con la cultura, el ritmo y la madurez del equipo actual. Así conseguimos que la estructura no solo soporte el crecimiento, sino que lo impulse.
En las sesiones estratégicas 1:1 trabajáis mano a mano con CEOs y fundadores. ¿Qué decisiones clave suelen necesitar aclarar para desbloquear su crecimiento o recuperar foco?
Las sesiones estratégicas 1:1 están pensadas para proyectos que aún están en fases incipientes. A veces ni siquiera existe una empresa como tal, sino una idea que necesita forma, foco y claridad. En esos momentos iniciales, el fundador suele sentirse solo frente a un abanico enorme de posibilidades y dudas: ¿por dónde empiezo?, ¿tiene sentido lo que quiero construir?, ¿qué inversión necesito?, ¿qué riesgos no estoy viendo?…
Estas sesiones, de 50 a 60 minutos, ofrecen justamente eso: claridad inmediata. El feedback que recibimos es muy positivo ya que en poco tiempo, les ayudamos a validar si la idea tiene sentido, si falta algún análisis clave —costes, posicionamiento, viabilidad, competencia— o si simplemente hay que replantear el enfoque.
También trabajamos 1:1 con proyectos que ya han arrancado pero están atravesando un bloqueo puntual: precios mal calculados, estructuras sobredimensionadas, inversiones mal enfocadas o decisiones que se han ido posponiendo. En esos casos aportamos una visión externa, experta y muy pragmática que permite desbloquear la situación con agilidad.
Estas sesiones no son un proceso tan profundo como el acompañamiento integral, pero sí es una forma ágil, accesible y efectiva de acercar el expertise del equipo a emprendedores y pequeños proyectos que necesitan tomar buenas decisiones desde el minuto uno.
También ayudáis a las compañías a desarrollar y reestructurar equipos directivos. ¿Qué señales indican que ha llegado el momento de reforzar el liderazgo interno o incorporar nuevos perfiles?
El liderazgo se refleja directamente en el equipo. Un equipo no es más que el espejo de cómo piensa, decide y actúa su líder. Por eso, cuando trabajamos en una empresa, lo primero que analizamos son las dinámicas internas: cómo se comunican, cómo se organizan, cómo toman decisiones y cómo responden ante los retos. Si esas dinámicas no funcionan, casi siempre la raíz está en el estilo de liderazgo.
A partir de ahí, trabajamos directamente con el CEO o con los directores responsables de departamento, ayudándole a entender por qué su equipo opera como lo hace: qué sesgos influyen en su liderazgo, qué puntos débiles deben reforzarse, qué puntos fuertes debemos potenciar y cómo puede evolucionar para convertirse en el motor del cambio y no en su freno.
En algunos casos también es necesario reestructurar equipos directivos. Ocurre cuando ciertos perfiles no han evolucionado al mismo ritmo que el proyecto, no están lo suficientemente profesionalizados o directamente se sienten desbordados por la complejidad que ha adquirido la empresa. Esta situación, además de frenar el crecimiento, genera una frustración interna tanto en la dirección como en esos mismos profesionales.
Nuestro trabajo consiste en identificarlo, ponerlo sobre la mesa con transparencia y acompañar a cada persona en la decisión adecuada: evolucionar con el proyecto o encontrar un entorno donde puedan desarrollar su talento con mayor comodidad. Ese proceso, aunque delicado, es esencial para construir equipos directivos sólidos y alineados con el futuro de la compañía.
Habéis impulsado la creación de comités de dirección y seguimiento en distintas empresas. ¿Qué aporta este tipo de estructura a la toma de decisiones y al alineamiento del equipo?
La creación de comités de dirección es uno de los momentos clave de nuestro proceso. Cuando llegamos a esta fase, ya hemos identificado quién tiene la información crítica, cómo se trabaja internamente y cuáles son los gaps a nivel de análisis y toma de decisiones. Es justo entonces cuando estructurar un comité empieza a tener sentido.
Estos comités permiten ordenar y profesionalizar la gestión del negocio. Enseñamos al equipo directivo a interpretar los datos, a compartirlos de forma clara y a utilizarlos para tomar decisiones alineadas con la estrategia. Porque, al final, una cuenta de resultados no es más que la traducción numérica de un plan estratégico. Si no les capacitamos para que la analicen bien, la estrategia se diluye mientras que si aprenden a interpretarla con rigor, la estrategia se potencia.
Cada comité refuerza el mismo mensaje: la empresa avanza en una dirección definida, con prioridades claras y criterios compartidos. Además, estas reuniones actúan como un sistema de seguimiento continuo que asegura que la estrategia no se queda en un documento, sino que se convierte en práctica semanal.
Por eso son tan importantes, porque transforman la forma en la que la empresa piensa, decide y se alinea.
Cuando una empresa valora contratar una consultoría estratégica, suele preguntarse dos cosas: cuánto tiempo llevará y qué inversión exige. ¿Cómo respondéis a estas dos cuestiones en GT Consulting?
Somos muy conscientes de que a ninguna empresa le gusta moverse en la incertidumbre. Es lógico querer saber cuánto costará un proceso de consultoría y, sobre todo, cuándo se verán los resultados. Por eso, en GT Consulting somos extremadamente transparentes desde el primer día.
Me gusta gestionar las expectativas con honestidad. La mayoría de procesos duran entre 12 y 15 meses, aunque hay proyectos que podemos completar en 9. Todo depende de dos factores que solo podemos evaluar tras el análisis inicial: la complejidad del trabajo que haya que abordar y los recursos con los que cuente la empresa.
Cuantos más recursos tenga la compañía —personas, tiempo, capacidad operativa— más rápido puede avanzar. Si dispone de menos, el proceso será necesariamente más gradual. Por eso, en nuestro caso, la inversión está directamente vinculada a la duración del acompañamiento y esa duración depende de la realidad de cada negocio.
Lo importante es entender que la consultoría estratégica no suele generar un retorno inmediato en el día uno; su valor aparece de forma muy clara en el medio y largo plazo, cuando la empresa opera con mayor claridad, orden, eficiencia y capacidad de crecimiento. Y ese impacto, cuando se hace bien, es siempre transformador.
Si tuvieras que condensar en un solo consejo lo que debe tener en cuenta una empresa que quiere escalar con claridad y resultados, ¿cuál sería?
Una empresa solo puede escalar si tiene claridad en su propósito, en su estrategia y es coherente en sus decisiones, de manera que esa claridad se convierte en acción de forma constante.
El crecimiento no ocurre por intuición ni por inercia. Ocurre cuando el equipo sabe hacia dónde va, por qué va hacia allí y qué debe hacer cada día para avanzar. Cuando esa alineación existe, todo fluye; cuando no, cualquier esfuerzo se dispersa.
Por eso, antes de hablar de expansión, innovación o nuevas líneas de negocio, siempre invito a las empresas a hacerse tres preguntas:
¿Tenemos un rumbo claro?
¿Tenemos una estructura que lo sostenga?
¿Tenemos la disciplina para ejecutarlo?
Si esas tres respuestas son sí, el crecimiento es solo cuestión de tiempo. Si alguna es no, ahí es donde empieza el trabajo estratégico que realmente marca la diferencia.
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