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¿Deuda o capital para financiar tu empresa?

Estos son los pros y contras que debes valorar en el momento de escoger entre deuda o capital para financiar tu negocio

deuda o capital. Financiación para tu negocio

Con el ecosistema de startups hemos convertido casi en una fiesta que los nuevos proyectos consigan rondas de inversión.

Pero, ¿es realmente el capital la mejor forma de arrancar una empresa o puede ser más interesante la banca? ¿Sigue abocando el mercado a las pymes tradicionales a financiarse con deuda y a las startups con capital? Y cuando es posible elegir, ¿qué valorar entre una fórmula y otra?

Para Álvaro Morales, emprendedor como CEO y cofundador de Flanks y con una amplia trayectoria en banca (es ex Global Head de banca privada de Grupo Santander y CEO de varios bancos) la respuesta no da lugar a dudas.

“Como norma general, siempre es mejor buscar financiación en lugar de capital. La financiación, por muy cara que sea, siempre es más barata. Debes tener en cuenta que cuando buscas capital, en primer lugar, tienes un coste transaccional altísimo. Primero, tienes que hacer una due dilligence, que paga la empresa y que suele valer entre 30.000 y 100.000 euros. Segundo, el capital se diluye, pasas de tener X a tener el 90% de X o el 80% de X. Hay una dilución de capital y, al final, la rentabilidad que te exige el accionista siempre es mucho mayor a la rentabilidad que te exige el banco. Por lo tanto, idealmente, si puedes conseguir financiación, es muchísimo mejor”. 

Otra ventaja añadida es que la deuda tiene un coste fiscal más favorable. “Los intereses de la deuda son deducibles y los dividendos no lo son”, apunta Álvaro Morales.

Las barreras de acceso a la banca

Dicho esto, la realidad es que muchas startups no tienen acceso a deuda en los inicios del negocio. “Cuando no tienes capacidad de repago suficiente, que es lo que suele ocurrir en startups, el banco no te presta. O cuando el coste de la deuda es superior a lo que estás generando en la empresa, porque te vas a ver ahogado. Entonces, esta es la razón por la cual las startups van a por la ampliación de capital y evitan la deuda. No porque no quieran, sino porque no pueden”, comenta Álvaro Morales.

Y eso a pesar de que como destaca Iñigo Laucirica, principal en Samaipata, el mercado actual ofrece más opciones que antes. “La banca ha tenido dificultades para trabajar con startups, pero está evolucionando rápido. A la vez, los mercados privados de deuda han crecido tanto para startups como para empresas maduras. El mapa de opciones hoy es mucho más matizado”.

Ventajas del capital

Hay una razón de peso por la que, independientemente de la oferta, puede ser más interesante acudir a capital.

“El equity tiene sus ventajas para las startups con socios o con founders jóvenes e inexpertos. En cierta forma, si traes a los socios adecuados, te pueden ayudar en el desarrollo de la empresa. Te pueden abrir puertas, presentarte potenciales clientes y empresas que están en tu estado y de las cuales puedes aprender. Y eso es muy importante para una startup”, continúa Álvaro Morales.

Para Iñigo Laucirica, “por defecto, el equity alinea mucho mejor los intereses que la deuda. Esto es clave en fases tempranas, donde el riesgo es alto y endeudarse deja poco margen de error. Esa alineación se paga con mayor coste de capital. Pero en las etapas iniciales lo importante no es optimizar el coste, sino sumar inversores estratégicos y comprometidos. La deuda debe usarse solo de forma táctica, con la tranquilidad de poder sostenerla incluso en un escenario adverso. En ciertos modelos con activos tangibles puede ser estratégica. Como en el caso de Vivla (una startup de viviendas vacaciones en copropiedad)”.

Javier Desantes, CEO de Akka España, un club que da acceso a inversión en startups, destaca otra ventaja del capital. “Su capacidad de follow on, que normalmente los bancos no suelen hacer, que es invierto y reinvierto”.

Y la agilidad para disponer del capital frente a la burocracia de la banca. “El banco te dice ‘te voy a invertir’, pero el dinero no llega hasta tres o cuatro meses más tarde. Entonces, si yo soy un emprendedor y me voy a un banco, tengo que saber que si voy a algo justito de dinero, puede ser que el dinero llegue ya demasiado tarde”, continúa Desantes.

¿Cómo condiciona la fase en la que está la empresa?

Iñigo Laucirica ha introducido antes una variable importante: la fase en la que está la empresa. Porque la decisión tampoco va a ser la misma si hablamos de arrancar un negocio que si nos referimos a una fase de crecimiento

“La fase en la que se encuentra la compañía condiciona completamente el acceso a la deuda. La premisa básica es que los flujos de caja son el verdadero pilar del endeudamiento. Y suelen llegar más adelante en la vida de la empresa. Existen fórmulas para adelantar ese momento, como el llamado GTM financing (financiar el go to market). Pero solo funcionan cuando el go to market está ya maduro y es predecible. De lo contrario, la deuda resulta prematura y arriesgada”, dice Iñigo Laucirica.

Entonces, en base a la fase del negocio, podríamos trazar una hoja de ruta que quedaría así:

El arranque del negocio

“En etapas tempranas lo prioritario es buscar la flexibilidad y el valor estratégico de los inversores frente a un mero cálculo de coste”, apunta Iñigo Laucirica.

Aunque nos cueste más caro, por el valor estratégico que aporta el capital puede ser más interesante que la deuda. Pero siempre cuidando mucho con quién nos asociamos.

“Cuando metes un socio, pierdes el control. Y pueden llegar a modificar tu estrategia inicial, y no siempre para bien. A lo mejor tienes una visión muy clara, pero ese socio que has metido no la tiene. Te influye y acabas cambiando tu modelo de empresa y deja de ser exitoso”, advierte Álvaro Morales. 

De ahí la importancia de “elegir socios alineados con la visión de los fundadores. Hacer una due diligence exhaustiva y generar tensión competitiva para seleccionar al mejor socio. Los errores típicos son fragmentar en exceso el cap table (la tabla de capitalización de las acciones), diluirse poco a poco con inversores de escaso valor estratégico y descuidar una estructura legal robusta que ordene las relaciones entre socios y fundadores”, apunta Iñigo Laucirica. 

Fase de consolidación

Cuando ya las cuentas te hacen más atractivo para la banca, es más habitual combinar fondos especializados con deuda.

Si ya estamos facturando unos 300.000 euros o medio millón de euros al año, acudir a fondos de inversión especializados en startups tiene todo el sentido del mundo. Puedes capitalizarte con equity en los fondos de inversión y endeudarte con ICOS de los bancos. Y aquí hago una diferenciación: marketing, equipo, crecimiento, publicidad, todo eso que te lo pague el equity, es decir, los fondos de inversión.Y lo que es el CAPEX, la inversión que una empresa realiza en activos físicos o intangibles duraderos, como maquinaria, edificios, equipos, software, inventario, etc. que te lo lleve la deuda, la banca”, explica Javier Desantes.

Fase de crecimiento

“Cuando la startup ya está funcionando, está vendiendo 20 o 30 millones de euros, o incluso mucho antes, sigue necesitando liquidez para seguir invirtiendo en tecnología, para la expansión comercial, para comprar a sus competidores… en lugar de buscar más socios obtienen financiación de fondos especializados. Fondos en formato préstamo, pero no préstamos bancarios solamente, sino préstamos bancarios y private debt, deuda privada. Son fondos que en lugar de invertir en el capital, invierten en deuda, como cláusulas muy fuertes”, dice Morales.

“La deuda privada complementa a la deuda bancaria en estas empresas. Son empresas que necesitan mucho dinero para seguir creciendo, pero que no quieren diluirse más. Sus fundadores acuden a un fondo de private debt que les va a inyectar, digamos, 50 millones. Pero esto ya es una etapa muy avanzada.  La deuda privada no entra en startups jóvenes, ni siquiera en series A, que ya tienen 3 o 4 años. Suele ir más destinado a startups que ya han llevado bastantes años y con facturaciones demostradas”, añade Álvaro Morales. 

Todo esto hay que tomarlo de forma muy generalizada ya que, como advierte Iñigo Laucirica, “no hay fórmula universal. Depende de la fase, de las necesidades de liquidez y de la flexibilidad que requiera el proyecto. Hay que hacer un análisis matizado de las circunstancias de la compañía y no dejarse llevar por la estrategia de otras empresas o los argumentos de partes interesadas”.

No toda la deuda o capital son iguales

Hemos hablado de la diferencia entre deuda y capital, pero también dentro de estas dos alternativas hay matices. 

Cuando hablamos de deuda

Podemos valorar desde préstamos bancarios hasta emisiones de bonos (promesa de pago con intereses a los inversionistas). Aunque esto último es más para grandes empresas. “Mi consejo es que una startup que pueda acceder a deuda, bien sea porque convence a un banco, porque consigue a alguien que le presta dinero (un préstamo privado) o porque va a una institución pública, si con esto le vale, maravilloso”, dice Álvaro Morales.

Cuando acudas al capital

“Negocia mucho el pacto de accionistas. Va a ser la referencia legal para gestionar la relación con los fondos. Mucha gente joven cree que el pacto de accionistas es un documento casi estándar. Aceptan casi todo para coger el dinero y al cabo de unos años dicen: ¿Y por qué firmé esta cláusula?”, advierte Álvaro Morales.

La propuesta de valor de los fondos

También debes tener en cuenta que no todos los fondos son iguales. “Cada fondo busca diferenciarse con su propuesta de valor. El reto del emprendedor es comprobar cuánto de esa propuesta se materializa en apoyo real. La mejor forma es preguntar directamente a los fundadores del portfolio. En Samaipata, por ejemplo, llevamos años perfeccionando The Hive para que no sea marketing, sino una plataforma que genere impacto tangible y medible”, dice Iñigo Laucirica.

“Hay fondos que te ayudan y te orientan y hay fondos que hacen micromanagement. Se meten en la gestión y te obligan a tomar decisiones que a lo mejor no son buenas. Detrás de los fondos están los partners, las personas que están gestionando. Es fundamental que sean fondos que te aporten valor. O sea, que conozcan el sector, que estén especializados en tu sector. Y que tengan relaciones. También que sean fondos que gestionan bien la relación con los founders. Que no hayan tenido problemas, que no haya nadie en el mercado que hable mal de ellos. Las condiciones económicas son muy importantes, pero es fundamental que tengas en cuenta que estás metiéndolos de socios. Y son socios que mandan mucho, porque prácticamente todos los derechos los tienen los fondos y todos los deberes los tienen los cofundadores”, advierte Álvaro Morales.

Fórmulas mixtas

Valora también fórmulas mixtas que puedan existir en el mercado. Un ejemplo es Akka, que funciona como el capital tradicional. Acompaña a las startups en las que invierten, aunque se trate de inversión colectiva y reinvierten cuando es posible en los proyectos de su portfolio.

También por la agilidad con la que pueden gestionar el capital. “Nosotros le damos 10 días a los inversores para decidir y a los 15 días hemos hecho la transferencia. Es decir, la eficacia operativa es tremenda”, comenta Javier Desantes.

Otra forma de conseguir dinero rápido es a través de notas convertibles. “Un instrumento de rapidez que se utiliza como paso previo al equity. Voy a entrar en tu capital pero necesitas dinero ahora. Hacemos una nota convertible y en cuanto hagas la ronda de equity, dentro de cinco meses, esa nota convertible se transforma en capital”, explica Álvaro Morales.

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