
César Pontvianne
Presidente de Iberaval SGR
Sociedades de garantía, un motor silencioso que las pymes deben aprovechar
Este experto subraya el papel determinante que han desempeñado las SGR, actuando como engranaje invisible pero esencial de la maquinaria económica

La economía española continúa creciendo, pero el poso de la incertidumbre ha calado de manera importante, lo que nos ha hecho atravesar uno de los periodos más inciertos de la historia reciente.
Las consecuencias de la pandemia, sumadas al aumento de los costes energéticos, los problemas de suministro y la inflación, han puesto a prueba la resistencia del tejido productivo.
Acceso a la financiación
En este contexto, las pequeñas y medianas empresas –que representan más del 99% del tejido empresarial de nuestro país– han asumido el complejo reto de mantener la actividad, lo que tiene impacto en la preservación del empleo y, al mismo tiempo, la adaptación a un nuevo entorno marcado por la transformación digital y la competitividad global.
Estrés en ciertos pagos, acumulación de estocaje, necesidades puntuales de tesorería… En esa travesía, el acceso a la financiación ha sido un factor crítico.
El papel de las SGR
Y ahí, las sociedades de garantía recíproca (SGR) han desempeñado un papel determinante, actuando como engranaje invisible pero esencial de la maquinaria económica.
Las SGR han sido un instrumento de apoyo puntual durante los años más duros de la crisis, a la par que se han ido consolidando como un elemento estructural del sistema financiero español, especialmente para las pymes, los autónomos y los emprendedores.
Iberaval
Iberaval ha interiorizado esa misión. En particular desde aquel fatídico 2020, cuando ya puso a disposición de sus socios –ahora 40.000– líneas preconcedidas por valor de más de 100 millones de euros.
Hemos vivido ya muchas crisis en casi medio siglo de trayectoria, y en todas ellas hemos acompañado a las empresas en las diferentes etapas del ciclo económico, si bien creo que nunca como en los últimos años nuestra intervención ha sido tan decisiva.
Entre 2020 y septiembre de 2025, Iberaval ha canalizado 3.100 millones de euros en financiación hacia 33.000 proyectos empresariales de todo tipo, desde microempresas familiares que necesitaban liquidez inmediata, hasta industrias exportadoras que apostaron por diversificar su producción.
La capilaridad de las SGR
Esa capilaridad, esa capacidad de llegar donde otros no llegan, constituye la principal seña de identidad de un modelo que se apoya en la colaboración público-privada, y que aún tiene un enorme recorrido por hacer.
Una relación de confianza
El apoyo de una SGR no es un simple documento financiero: es una herramienta de confianza. Permite que entidades bancarias reduzcan su exposición al riesgo y, al mismo tiempo, que empresas con proyectos viables, pero limitado acceso al crédito, obtengan las condiciones que necesitan para invertir y crecer.
Puente financiero
En los momentos de mayor restricción crediticia, Iberaval se convirtió en un puente entre las pymes y el mercado financiero, demostrando que el éxito del sistema se basa en la colaboración entre instituciones públicas y privadas.
A pesar de que no son pocos los nubarrones que persisten, las SGR han demostrado erigirse en instrumento clave en el impulso de nuevas agendas de crecimiento. La transición ecológica, la innovación tecnológica, la internacionalización o la sucesión generacional de las empresas puede pasar por las sociedades de garantía.
Las empresas que han de afrontar todos esos desafíos requieren una financiación más diversificada, adaptada y cercana al territorio.
El valor diferencial de las SGR
Sociedades como Iberaval aportamos ese valor diferencial: un conocimiento profundo del entorno, una relación directa con los empresarios, que son nuestros socios, y un compromiso de largo plazo con el desarrollo territorial en todos aquellos lugares en los que operamos.
La sociedad actual demanda un nuevo equilibrio entre los criterios financieros y los sociales. Más allá de facilitar créditos o avalar operaciones, Iberaval busca propiciar un impacto positivo y sostenible en la economía real. Aquí, entendemos la garantía como un instrumento de cohesión y progreso.
Apostamos por multiplicar el efecto de cada euro avalado en forma de inversión, empleo y competitividad. Y entendemos los apoyos públicos como algo tan serio como exigible.
Por este motivo los fondos que recibimos de instituciones como el Instituto para la Competitividad de Castilla y León o la Compañía Española de Reafianzamiento se canalizan de manera finalista para que lleguen al corazón de las pymes.
Papel sistémico
De cara al futuro, consideramos necesario situar a las SGR dentro de una estrategia general de apoyo a la pyme, reconociendo su papel sistémico en la estabilidad del crédito y la reducción de la morosidad.
Esto ya sucede en Europa, donde se avanza hacia modelos financieros más inclusivos y descentralizados, donde instrumentos como el nuestro ganan relevancia. Y España, lo creo sinceramente, tiene la oportunidad de consolidarse como referente en el desarrollo de este tipo de estructuras.
Nuestro objetivo no es otro que seguir siendo catalizadores del crecimiento empresarial. Si algo ha demostrado este último lustro es que el éxito colectivo depende de una red de apoyos sólida, capaz de adaptarse a las circunstancias sin perder de vista el largo plazo.
¡Qué importante es el largo plazo para la empresa! Iberaval representa precisamente eso: la fortaleza de un compromiso compartido con las pymes, los territorios y el futuro económico de España, ese país de pymes.
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