
“Cuando me retire, mi legado estará ahí, a no ser que vosotros los terrícolas os empeñéis en borrarlo”, respondió el baloncestista Shaquille O’Neal cuando le preguntaron sobre cómo querría ser recordado después de dejar el deporte profesional.
Todos, de alguna manera, llevamos en el ADN la aspiración a dejar una impronta en las nuevas generaciones. Ocurre, sin embargo, que este noble sueño no encuentra los canales para su concreción de manera efectiva.
Tiene este elemento una conexión con el denominado emprendimiento sénior. Son muchas y variadas las virtudes que atesoran los proyectos liderados por mayores de 50. Entre todos ellos, hay uno del que siempre he sentido predilección, cuando no asombro. Se trata de un ingrediente que ofrece un sabor especial: la responsabilidad del legado.
Es frecuente que los emprendedores séniors hayan desarrollado la responsabilidad de dejar un mundo mejor del que se encontraron. La proximidad, consciente o no, de estar en una etapa ya madura de la vida acrecienta en muchas personas un noble sentido del compromiso intergeneracional y el deseo de legar un mundo mejor.
Para muchos, los hijos son el exponente de esta magnánima aspiración. La sensibilidad hacia el legado enriquece sobremanera un proyecto emprendedor, dotándolo de un carácter extremadamente valioso, conectado a con frecuencia con lo que se viene en llamar emprendimiento social.
En noviembre de 2023, hemos celebrado la I Edición de los Premios +50Emprende en Perú, en colaboración con The Board y la Universidad del Pacífico. Y, de nuevo, hemos podido constatar cómo los proyectos finalistas gozan de una calidad que les viene marcada, en gran parte, por el estímulo de sus protagonistas para aportar un valor vinculado al legado.
En Latinoamérica se está trabajando por ofrecer respuestas a cuestiones como el envejecimiento de la población, el alargamiento de la esperanza de vida o las dudas sobre los sistemas de prestaciones. Y lo más importante, se vienen destinando muchos recursos para la discriminación positiva de los emprendedores séniors.
En Europa, en cambio, y a pesar de constituir sociedades más envejecidas que las latinoamericanas, no se acaba de tomar conciencia de la necesidad de canalizar el talento sénior para que pueda seguir aportando valor a la sociedad. Bien en formatos de cuenta ajena, bien, como proponen los Premios +50Emprende, a través del emprendimiento.
Bien haríamos si fortaleciéramos nuestros ecosistemas emprendedores con mayor convicción apostando por la tipología de proyectos liderados por quienes tienen en mente de forma más meridiana dejar un óptimo legado. Para no convertirnos, por el contrario, en terrícolas empeñados en ‘bórralo’.