
Un buen comunicador es aquel que no solo transmite una idea, sino que te convence de ella, si eres capaz de ‘vender’ muy bien tu ‘producto’.
Estos son los cuatro pilares básicos para la eficacia y persuasión en el ámbito laboral y manejar con destreza reuniones, captar clientes o cerrar negociaciones.
1. La voz que transmite emociones y sensaciones
Las voces se clasifican en graves, medias y agudas, según la tesitura del hombre o la mujer. Dependerá de cómo inicialmente se eduque la voz y se consigan registros altos y bajos, para que nuestra voz no suene lineal y en línea recta.
El enemigo número uno de la voz es la monotonía, es decir que resulte aburrida porque no hay inflexiones, es lo que se llama el efecto ‘moscardón’, que debemos sustituir por la voz ‘brillante’ con curvas, que acaricia el oído de quien tenemos enfrente.
Lo mejor para trabajar la voz es aprender a reconocerla mediante la grabación de su sonido, la escucha activa y las pautas que pueda marcar un profesional para eliminar tonos excesivamente agudos, regular su volumen, perfeccionar la pronunciación y trabajar la respiración con el abdomen que además nos otorgará seguridad y relajación a la hora de hablar.
Hay que escucharse una y otra vez para conocer nuestra voz y que seamos conscientes de cómo podemos bajar o subir su volumen para captar mejor la atención de nuestros interlocutores. Las frases deben ser cortas y contundentes, como titulares periodísticos, para fijar en los demás los conceptos e ideas en los que queremos influir
2. La mejor imagen que podamos proyectar en los demás
Seamos dueños de nuestra imagen y desarrollemos una estrategia de cómo queremos que nos vean los demás. Para ello, debemos analizar nuestro rostro y trabajar a fondo la expresión en unión a la palabra. Ya que comunicamos con la imagen proyectada en los demás, según la circunstancia donde nos movamos, debemos tener claro si queremos mostrarnos ante los otros, en nuestro ámbito laboral, como formales, serios, extrovertidos o no, pragmáticos, efectivos o rápidos en la negociación.
Estos aspectos delatan nuestra forma de ser y forman parte del todo profesional que somos y de cómo queremos que los demás valoren nuestro trabajo, los jefes, los compañeros, los clientes o la competencia.
La imagen es un todo de la persona que va más allá de como visto, como camino y como se sonríe o se está serio. El éxito está en crear una imagen y saberla poner en el escaparate.
3. El lenguaje no verbal de los gestos apoya la comunicación verbal
Es importante ser dueños de nuestro rostro, nuestro torso, pies, piernas, brazos y manos, para que cuando tengamos que hablar en público en el ámbito de nuestra profesión, tengamos presente que lo que digamos verbalmente debe acompañar al gesto y así reforzar el mensaje.
Es necesario que se practique delante del espejo o se grabe en el móvil un sencillo ejercicio en el que realizamos una simulación breve de cómo convencer a los demás de que vendemos el mejor producto, por ejemplo. Primero expresemos con la voz el mensaje y después apoyamos con nuestra mirada y nuestro rostro, lo que hemos dicho.
Los brazos y las manos deben moverse al compás de lo que hablamos, y como complemento nuestro torso y piernas, si estamos de pie, deben ejercer un juego armonioso como en el baile, evitando los movimientos mecánicos y automáticos. Todo con naturalidad y con lo signos más evidentes de la personalidad de cada uno.
4. La importancia de los silencios provocados o las pausas en nuestro paralenguaje
Hay todo un catálogo de elementos paraverbales que también apoyan nuestra comunicación y hacen de ella algo singular en el ámbito profesional que nos movamos. La forma en que podamos aplicar de manera estratégica una pausa en la conversación, para captar la atención de los que nos oyen, es determinante.
Los silencios bien aplicados, a veces dicen más que las palabras. Si después de una pregunta hay un silencio provocado, esto puede desarmar al interlocutor, si es nuestra intención, o puede hacer que su oído esté alerta para escuchar lo que vamos a decir con precisión.
Un susurro de la voz, hasta un leve carraspeo intencionado, y la propia velocidad del discurso, son elementos del paralenguaje que van más allá de la palabra y el gesto, pero que si se trabajan convenientemente, nos darán mucho juego para transmitir emocionalmente nuestras sensaciones ante los demás compañeros o jefes.
El arte de la persuasión está en cada uno de nosotros. Ahora se trata de practicar con estas reglas básicas para convertirnos en un buen comunicador en cualquier ámbito en que nos movamos, en el profesional, como hemos venidos describiendo, o en la familia, la pareja y en el entorno social.