Andrés Casal y Efrén Álvarez crearon Wetaca con un objetivo: cuidar de sus clientes y alimentarlos bien. De hecho, Wetaca procede de la pronunciación de la expresión ‘We take care’. Pero antes de plantearse la preparación de tápers de comida como negocio, debemos buscar el germen de esta idea en las necesidades de sus fundadores.
Andrés y Efrén llegaron a Madrid en 2007, procedentes de Galicia. Los dos cursaban Administración y Dirección de Empresas y vivían en la misma residencia. Durante años, compartieron comidas, charlas en torno a unas cañas o un café. “Hablábamos de los negocios que nos gustaría montar, de los restaurantes que queríamos probar, de los ingredientes que desearíamos cocinar, etc.”, explica Andrés, coCEO y cofundador de Wetaca.
Efrén llevó su afición por la gastronomía un poco más allá. Al acabar ADE, y a la par que estudiaba Ciencias Actuariales y Financieras, empezó a cocinar y a explicar sus recetas en un blog. La experiencia le sirvió para participar en la primera edición de MasterChef, accediendo luego a unas prácticas en el restaurante del cocinero Jordi Cruz.
Mientras tanto, Andrés había empezado a trabajar y se encontraba con el problema que tiene cualquier joven que no vive con sus padres: ¿cómo comer bien cada día y no dejarse todo el salario? “Con un sueldo de recién licenciado en Madrid, y pagando un alquiler, no me podía gastar 250 euros al mes en comer fuera todos los días”, comenta.
Efrén también iba a comenzar a trabajar a la vuelta de sus prácticas de verano. Y como conocía la experiencia de su amigo, le hizo una propuesta. “Le había contado que llegaba a casa y no me apetecía cocinar, por lo que acababa comiendo fatal. Así que me propuso cocinar en su casa para toda la semana, enfriar la comida y envasarla al vacío, algo que se hace en alta cocina. Y después, llevar esa comida al trabajo en raciones individuales. Y pensé que no íbamos a hacerlo sólo para nosotros”, relata Andrés.
Invirtieron los 150 euros de la tarjeta regalo que Efrén había ganado en MasterChef en la compra de una envasadora al vacío y empezaron a cocinar. Para ellos y para algunos de sus amigos. Su comida gustaba y los amigos repetían. Además, lo recomendaban a otras personas. “Teníamos una lista de correo, a la que enviábamos una carta en PDF. La gente decía el número de platos que quería y nosotros nos poníamos a cocinar y a entregar. Llegó un momento en que estábamos cocinando en paelleras, con bombonas de butano, para mucha gente… En enero de 2015, con 34.000 euros, montamos un primer local y la primera web”.
Un año duro
Aunque el salto a la profesionalización de esta actividad fue un paso adelante muy importante, también resultó muy duro. “Estuvimos en pérdidas durante todo el año. Creo que cobramos sueldo sólo dos meses. Fuimos tirando de los pocos ahorros que teníamos. Y trabajamos infinitas horas. Hacíamos todo nosotros: cocinar, repartir la comida, envasar, limpiar… Además, teníamos que pensar cómo hacer crecer el negocio. En julio de 2015, nos plantemos dejarlo. Creíamos que iba a ser más fácil devolver el dinero y dedicarnos a otra cosa. Decidimos seguir hasta diciembre. Y nos salió bien”, declara.
En primer lugar, mejoraron su web y el packaging. Con estos cambios, todo empezó a ir mejor. “Pasamos de hacer 40-50 pedidos a la semana a servir 100 pedidos. Con eso ya éramos rentables y podíamos recibir un sueldo de 1.000 euros cada uno”, expone el coCEO y cofundandor.
Así arrancó una nueva etapa. La empresa pudo contratar a un cocinero, liberando a los fundadores para dedicarse a gestionar el negocio. Wetaca tenía mucho éxito entre sus clientes, que eran sus mejores prescriptores. De hecho, el boca a boca era casi la única manera de conocer su propuesta, ya que no invertían nada en marketing.
Sin embargo, hacía falta algo más para despegar. “Intentamos conseguir financiación. Dimos con el libro ¿Tienes una startup?, de Luis Martín Cabiedes, que describía cómo eran los proyectos y los emprendedores que le gustaban. Y nos vimos reflejados”, comenta Casal. Buscaron el correo electrónico del inversor y le mandaron un email. Su propuesta le convenció y, unos meses después, en septiembre de 2016, Wetaca consiguió levantar una ronda de financiación de 300.000 euros, liderada por Cabiedes.
Esa inyección sirvió para trasladarse a una nueva cocina. También empezaron a invertir en marketing y contratar a tres personas más. Además, el trabajo se hizo más protocolizado y escalable, sentando las bases para un crecimiento más ordenado. Menos de un año después, en julio de 2017, la compañía captó 1.050.000 euros en una nueva ronda, que les permitió mudarse a unas instalaciones acordes a la envergadura que deseaban tener.
Un modelo casi bajo demanda
Wetaca tiene una carta con alrededor de 40 platos diferentes cada semana, y sus platos no repiten por lo menos en seis semanas. En esta oferta se incluyen platos únicos, entrantes, platos principales de carne o pescado, postres y algunos complementos, como alimentos frescos, pan, café, huevos, patatas, etc. Además, su carta contempla líneas específicas de platos ligeros, vegetales o completos. También se suelen incluir comidas étnicas. La mayoría de sus platos se mueven en una horquilla de 5 a 7 euros y el tique medio de sus clientes para toda la semana está en torno a 40 euros.
“El cliente elige lo que quiere, hace su pedido, indica el día que lo quiere recibir, escoge entrega por la mañana o por la tarde y asignamos una franja de hora y media en la que llegará el pedido”, apunta Andrés. La empresa estudia la opción de dar a elegir también la franja, pero son conscientes de que complica y encarece la entrega.
Wetaca comienza a servir el viernes. Es decir, quien hace un pedido el lunes, martes o miércoles -que son los días en los que sus clientes suelen hacer el encargo- puede solicitar el envío a partir del viernes, para tener comida para toda la semana siguiente. Sin embargo, quien hace un pedido el jueves, al realizarse el cambio de carta, lo podrá recibir a partir del viernes de la semana siguiente. Este modelo permite que puedan cocinar casi bajo demanda, sin generar excedentes.
Singles y parejas urbanitas
Los tápers de Wetaca salen desde su cocina de Madrid a toda la España peninsular. Además, la empresa está sopesando su expansión internacional. Francia o Alemania son algunos de los posibles destinos. Su cliente medio es una persona de 25 años que vive sola o en pareja y en zonas urbanas, aunque durante la pandemia aumentó su clientela entre familias con algún hijo. “Son personas preocupadas por su alimentación, que desean comer bien pero no quieren o no pueden dedicar el tiempo que requiere hacerlo”, expone.
La compañía sirve más de 5.600 pedidos semanales. Tiene unos 11.000 clientes asiduos, que compran al menos una vez al mes. Y a lo largo de su trayectoria ya han probado sus platos unas 70.000 personas. “El 70% de los clientes que captamos llegan por recomendación de otros clientes”.
Food as a Service
Wetaca quiere ponérselo aún más fácil a sus usuarios, simplificando el pedido mediante una suscripción semanal personalizada y automatizada, a través de un servicio de suscripción. Los clientes sólo tienen que señalar el número de platos que quieren para la semana, sus preferencias -o alergias e intolerancias- y día de entrega para que Wetaca confeccione automáticamente el menú semanal.
“Nuestros clientes activos hacen un 30% de sus comidas calientes con nosotros. Les hemos ahorrado el problema de tener que comprar, cocinar, limpiar… pero hemos creado el problema de acordarse de pedir antes del jueves, elegir los platos, seleccionar el día en el que quieren recibir el pedido, etc. Así que hemos lanzado una suscripción Food as a Service, con un precio fijo según el número de platos. Entendiendo cómo quiere comer cada cliente, hacemos una sugerencia de platos para toda la semana. Y si quiere cambiar algo, lo puede modificar”.