La Martinuca: a la tortilla de patata lo que McDonald’s a la hamburguesa
En La Martinuca quieren poner la tortilla de patatas española en el centro de la mesa y elevarla a icono gastronómico mundial. Con dicha propuesta, están a punto de facturar 7M de euros.

Cuenta el CEO de La Martinuca, Víctor Naranjo, que, estando en una clase del MBA que cursó, ninguno de los 40 alumnos del grupo supo contestar a la pregunta planteada por el profesor sobre ‘qué es la calidad’.
Fue el mismo docente quien terminó por resolver la duda: “calidad es McDonald’s porque ningún cliente que pida una big mac, sea en Madrid, Londres o Nueva York, va a ver insatisfechas sus expectativas”.
Esta lección que se le quedó grabada al CEO y cofundador de La Martinuca, es lo que quiere conseguir esta marca de tortillas de patata. Bueno, esto y ponerla en el centro de la mesa, no como complemento sino elevándola a la categoría de icono nacional a escala global. Claro que en todo el mundo se conoce ya la tortilla de patata española, pero no siempre, ni siquiera en España, tenemos el privilegio de consumir una de auténtica calidad cuando la pedimos.
Crear una marca específica de tortilla de patata de reparto a domicilio que nos represente en todo el mundo sin defraudar, como tienen ya las pizzas italianas, el poké hawaiano o las hamburguesas de EE.UU, fue la idea que tuvo en pandemia Víctor Naranjo. Le pareció tan sencilla que se pasó un día entero googleando para cerciorarse de que no existía algo similar en este ‘océano azul‘.

El equipo
Se lo contó a su amigo Álvaro González, en uno de esos paseos restringidos de la ‘vuelta a la normalidad’ quien le dijo:“¡adelante con la idea! Al fin y al cabo el mismo Álvaro solía decir a la madre de Víctor, cada vez que le visitaba en su casa y era agasajado con una tortilla de patatas: “Concha, algún día montaremos un negocio de tortillas”.
La propuesta de negocio se extendió al resto del grupo de amigos: Adrián González, hermano de Álvaro, ambos hijos del mítico futbolista del Real Madrid Michel González, y Pablo Castellano.
“Como Adrián y Pablo estaban casados y las mujeres son parte importante de la vida de todos, entraron también en la sociedad Natalia Coll y María Pombo”, concluye Naranjo la explicación de los socios fundadores de La Martinuca. Aclarar también que la maestra de Concha fue su madre, Martina, hoy con 98 años, quien adquirió su pericia durante una estancia en Santander, razón a la que obedece el nombre de la marca de restauración.
4.000 tortillas a la semana
La Martinuca nace el 7 de junio de 2021, con un capital social de 50.000 euros. Surge aprovechando el auge de las ‘dark kitchen’ con una primera unidad de negocio en el Mercado de San Leopoldo, en Madrid.
Aquí preparaba sus tortillas La Martinuca que luego promocionaban en la web para servirlas a domicilio dentro de cajas de cartón que emulaban a las de la pizza y, más adelante, también con un formato de bocadillo redondo con un embalaje que recuerda al de las hamburguesas. Esto facilitó el acercamiento a las nuevas generaciones.
La propuesta gustó. “Hemos sido rentables desde el minuto uno, aunque no conseguimos el primer resultado positivo hasta 2024. Hasta ese momento, lo reinvertíamos todo”, dice el CEO. El mercado de San Leopoldo les sirvió para validar el producto y dar a conocer la marca apoyándose, además de en la popularidad de la influencer María Pombo, en los grandes agregadores del delivery como Glovo, Uber o Just eat, aunque ahora trabajen en exclusividad con Glovo.
A San Leopoldo le siguió San Bernardino, otra ‘cocina fantasma’ y, a la tercera, decidieron humanizar la marca y ponerle cara abriendo su primer bar para consumir in situ en la calle Barquillo de Madrid.
Actualmente, La Martinuca cuenta con nueve unidades de negocio repartidas entre Madrid, principalmente, Barcelona y Málaga desde las que distribuyen alrededor de 4.000 tortillas en sus diferentes formatos cada semana con un tiquet medio de 30 euros. Crecen con el doble modelo de bar y despacho.
La última apertura la hicieron en Madnum, un complejo comercial en Méndez Álvaro (Madrid) con un establecimiento de 200 metros cuadrados que supone el salto a otro nivel para la marca la cual prevé cerrar el año en curso con una facturación de 7 millones de euros. El delivery sigue representando el 65% del volumen de negocio.
Sus tortillas, para consumir en el momento, se han convertido en la opción preferida para amas y amos de casa que necesiten salir de un apuro, jóvenes sibaritas “de morro fino”, como le gusta decir a Naranjo, y cualquier amante de este plato tan tradicional, tan casero y que todos creen saber hacer.

El secreto del éxito de La Martinuca
Cuando se habla de la ‘calidad’ de McDonald’s, a menudo se hace referencia a la fiabilidad, la consistencia y la seguridad alimentaria de sus productos resultado de un sistema de operaciones y control de calidad estricto y estandarizado. El mismo tipo de carne, los mismos huevos, el mismo pollo y pescado y las mismas patatas en cualquiera de sus establecimiento del mundo.
En esa estandarización ha puesto su empeño La Martinuca durante estos años hasta dar con los proveedores que mejor responden a sus cánones de calidad: aceite de oliva virgen extra de una empresa de Jaén; patatas de un proveedor navarro, cebolla blanca y huevos de la Granja Campomayor, en Lugo.
Al margen de dar con los proveedores, otro problema que se le planteó al equipo de La Martinuca fue garantizar la trazabilidad y seguridad alimentaria en la logística de un producto tan frágil y delicado como es la tortilla.
Investigando, dieron con un proceso denominado de ‘huevo de cáscara pasteurizado’ que permite que el huevo sea 100% seguro para el consumo, evitando posibles intoxicaciones alimentarias que producen microorganismos como la Salmonella o la Listeria.
El proceso, utilizado hasta entonces solo en EE.UU y Colombia, ha sido integrado ahora en Granja Campomayor y, tras miles de pruebas, es el único huevo que utilizan ahora en La Martinuca como otro valor diferencial.
La automatización de determinadas tareas les ha permitido, asimismo, reducir el tiempo de preparación de una tortilla de 15 a 4 minutos manteniendo intacta la calidad.
La escalabilidad
Pero no olvidemos que la ambición de esta marca es posicionar la tortilla de patatas como icono gastronómico mundial. Así que, superado ya el proceso de estandarización, toca ahora escalar.
En este sentido, la hoja de ruta pasa por consolidarse en el mercado nacional, con 20 locales abiertos en 2026 y una facturación cercana a los 20M de euros y, ya en 2027, “deberíamos estar en Lisboa, Milán, París y Londres como mínimo”.
La intención es servirse de asociaciones estratégicas creando joint ventures con socios locales compartiendo recursos, riesgos y beneficios, pero manteniendo la independencia legal y el nombre de la marca.
Un campo de entrenamiento
Puede que a finales del año actual, La Martinuca termine con un equipo de, aproximadamente, 150 personas, el doble de las que tienen ahora. Una de las cosas de las que presume el CEO es de la baja tasa de rotación de la plantilla y de la cantidad de currículos de todo tipo que reciben cada vez que anuncian una vacante.
Buena parte de culpa la tiene la actividad marketiniana de la marca y el apoyo desinteresado de más de 500 creadores de contenido. Pero tampoco hay que restarle mérito al enfoque de liderazgo humanista y al espíritu deportivo que traslada Naranjo a la cultura de la empresa.
Lo sabe hacer porque, además de haber sido capitán de su equipo de fútbol, el sueño de Víctor Naranjo es, y sigue siendo, convertirse en entrenador de futbolistas de élite después de asumir que, en su época de jugador, tocaba demasiado banquillo.
Curiosamente, lo que nunca ha hecho en su vida es preparar una tortilla de patatas lo que tampoco ha sido óbice para utilizar La Martinuca como campo de entrenamiento perfecto y marcar un gol.
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