«Esto no es ninguna novedad: ya en 1932, después del crack del 29, un alcalde austriaco puso en marcha un sistema de moneda gratuita que consiguió revitalizar la economía y acabar con el paro», explica Daniel Jiménez, director de Social & Social. Se llamaban ‘billetes de aseguramiento de empleo’ y perdían valor porque retenerlos costaba dinero. Los parados pagaban en las tiendas con ella, los comerciantes hacían lo propio a los proveedores, los impuestos al fisco también y así podía pagarse a los parados.
Las monedas sociales y otras formas de economía colaborativa no son nuevas. Solo en España hay varios ensayos de bancos de tiempo o créditos entre comunidades de vecinos. Desde Teaching Living Learning (TGL), una iniciativa inglesa que promueve el aprendizaje, voluntariado y emprendimiento social, han puesto en marcha la L: una moneda que se genera cada vez que los miembros de una comunidad colaboran entre sí. Hasta la fecha, cuenta Jiménez, ha funcionado en Liverpool. En España, a través de Social & Social, una plataforma que divulga formas de economía alternativa, están implantando también la moneda en pequeños ‘nodos’ locales en Madrid y Valencia. En el próximo evento de Economía Para La Gente, el responsable de esta organización en Reino Unido, Peter Forrest, explicará tanto el sistema TGL como la moneda social L. Será el próximo 28 de junio en el Centro de Innovación Vaguada, de 11 a 14 (más información aquí).
¿Cómo funciona?
¿De qué va esto de las monedas sociales? A diferencia de otros experimentos como Bitcoin, la moneda virtual, las monedas sociales se usan en zonas muy delimitadas y son complementarias a las monedas de curso legal. En este caso funcionan como un descuento. L, como explica el propio Jiménez, fideliza clientes a escala local y, al mismo tiempo, fomenta el aprendizaje. Las escuelas y profesores particulares ‘pagan’ a los alumnos en L por acudir a formarse y algunos locales aceptan el pago en L. Un ejemplo práctico: si un alumno acude a un curso y recibe 10 L a cambio, en el local en el que las acepten cobran parte en euros y parte en L. «Para el comercio es una forma de fidelizar clientela local, porque no entrarán multinacionales, y de conseguir liquidez por el otro lado», explica Jiménez.
¿Y para el formador? Eduardo Daswani, director de la consultora de hostelería El Arte de Servir, apuesta por ello. «Nos hemos dado de alta en el sistema. Nosotros entregamos L a la gente que hace cursos de hostelería y, por ejemplo, estamos hablando con el restaurante de un hotel para que acepte el pago en L. Como si fueran tickets restaurante, parte de los pagos al restaurante podrían hacerse en L y el resto en dinero, y con esas L el restaurante podría pagar a proveedores locales de la red…»
En Madrid, por ejemplo, uno de los locales que ha empezado a aceptar el pago en L es la pizzería La Cúpula, de Las Rozas. George, su fundador, explica que de momento nadie ha pagado en L. De momento apostamos por otro tipo de iniciativas reales: por ejemplo, los lunes hago un taller gratuito en el que explico cómo hacer masa de pizza. Damos la opción de pagar en L, pero lo veo muy incipiente y es algo a lo que no accede todo el mundo… funciona bien en otros países».