La expresión facial de los consumidores funciona como una especie de polígrafo sobre sus gustos. “El consumidor está delante del ordenador con una webcam que analiza los músculos de la cara. Él solo tiene que mirar la campaña y nosotros registramos sus emociones en cada momento. Vemos qué parte del anuncio le despierta emociones positivas o negativas, cuándo pierde interés, etc.”, explica Pepe Martínez, de Millward Brown.
Mayor eficacia
Con esta herramienta, que se utiliza como pretest “podemos afinar mucho sobre el impacto que puede tener la campaña en cada tipo de consumidor y su compromiso o implicación (engagement) con la audiencia. El facial coding reconoce cuatro expresiones de nuestra cara que correlacionamos con el impacto y las ventas del cliente”, añade.
Recuerdo de marca
“Otra gran ventaja de este test es que permite identificar en qué momentos introducir la marca o el producto en el anuncio, o qué escenas eliminar, lo que para el cliente eso supone un ahorro importantísimo”, asegura Pepe Martínez.