Cajamar Innova, la incubadora de empresas de alta tecnología especializada en la gestión sostenible del agua que promueve la Fundación Cajamar, lanza su segunda convocatoria para acoger ideas de emprendedores, investigadores, proyectos empresariales y startups que aporten soluciones viables a las problemáticas del agua.
La presentación de candidaturas puede realizarse mediante el formulario disponible en la web de Cajamar Innova hasta el 24 de febrero para la convocatoria de retos y hasta el 11 de marzo para la convocatoria general.
Según recogen las bases reguladoras, también disponibles en la web, el objetivo a la salida del programa es que esos proyectos tengan utilidad práctica y sean una realidad en el mercado. “Muchas incubadoras buscan solo el balance económico. A nosotros nos gusta más hablar de que buscamos el triple balance: económico, social y medioambiental. Buscamos talento, ideas y proyectos innovadores que aporten soluciones tecnológicas a los problemas del agua”, apunta Ricardo García Lorenzo, director de Cajamar Innova.
Hablamos con él de esta segunda convocatoria, de sostenibilidad y de poner en el mapa global de la alta tecnología del agua a Almería, donde Cajamar lleva más de 50 años apostando por la innovación del sector agroalimentario.
La segunda convocatoria está abierta a proyectos en todos los niveles de madurez tecnológica. ¿Basta con tener una idea para poder presentarse?
En Cajamar Innova tenemos dos ámbitos de actuación, por un lado la incubación tradicional, para proyectos que están en una fase muy inicial, de semilla, donde hay una idea plasmada en un modelo de negocio que aún hay que validar. En nuestro Hub de innovación tenemos también un programa de aceleración para proyectos más maduros, que ya han realizado las primeras ventas y lo que buscan es crecer de manera rápida y sólida.
¿Priorizáis los proyectos de algún ámbito: agrícola, industrial o urbano?
Acogemos proyectos que aporten soluciones en materia de agua, con lo cual esto es extrapolable a cualquier ámbito. Pueden tener su aplicabilidad tanto en la industria agroalimentaria en particular, como en la industria en general, incluso dentro del ámbito de la economía circular, que es una cuestión prioritaria y relevante a nivel global.
¿Cuántas candidaturas vais a acoger en esta edición?
La experiencia de la primera convocatoria ha sido muy positiva y derivada de su éxito, lanzamos ahora la segunda. Nuestra intención es acoger 30 proyectos, de los que hasta un máximo de 18 pueden ser para la convocatoria específica de retos, pero todo depende de la calidad de las empresas que soliciten ser incubadas dentro de Cajamar Innova.
La convocatoria específica de retos es una novedad este año. ¿En qué consiste?
Hemos formalizado una serie de alianzas estratégicas con seis actores relevantes en el ámbito empresarial, tanto a nivel nacional como internacional. Son: Agbar, la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE), Tedagua, Trops, Vicasol y La Unión.
Lo que hemos hecho con estos partners es definir una serie de retos concretos, es decir, de inquietudes que tienen para resolver un problema específico detectado en sus propias empresas vinculado al tema del agua.
Todo aquel que tenga inquietud en el ámbito tecnológico y crea que puede solucionar ese problema concreto puede presentar su propuesta para ser incubado. Lo que hacemos, sin ningún coste, es ayudarle durante seis meses a modelizar su plan de negocio de la mano tanto de Cajamar Innova como de ese partner estratégico que ha planteado el reto.

¿Por qué Cajamar Innova se focaliza en el agua?
Porque para nosotros es un activo estratégico y también para la Fundación INCYDE, porque este es un proyecto coliderado con ellos y cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) dentro de su Programa Operativo Plurirregional 2014-2020.
Lo que no podemos pretender es un crecimiento económico ilimitado en un mundo con recursos cada vez más finitos y el agua es un recurso finito. Seguramente no es solo un problema de disponibilidad de agua, que también, sino más un problema de gestión sostenible de los recursos hídricos. Necesitamos soluciones que resuelvan los enormes problemas que tenemos con ese recurso tan escaso, que es un activo fundamental y estratégico.
Volviendo a la convocatoria, ¿se pueden presentar proyectos internacionales?
Totalmente. Del centenar de solicitudes que recibimos en la primera convocatoria, casi una veintena eran iniciativas internacionales. Queremos ser una plataforma abierta, colaborativa y con calado internacional, porque el conocimiento y la tecnología no conocen fronteras.
Al final, lo que queremos es convertirnos en la incubadora especializada en materia del agua a nivel internacional. Esa es nuestra sana ambición.
Ahora pensamos en Silicon Valley y lo asociamos a tecnología, ¿pensaremos en Almería, donde están las instalaciones de la Fundación Cajamar, y lo asociaremos a tecnología del agua?
Cuando hace 20 años conocí Almería, me sorprendí. Tenemos un auténtico sistema de innovación agroalimentaria. No es que contemos a nivel mundial con una de las mayores extensiones en invernaderos o en agricultura intensiva, pero cuando la gente viene, está viendo un centro tecnológico abierto que es referente global. Se conoce como “el milagro almeriense”, pero esto no ha sido un milagro, sino muchísimo trabajo, implicación y sentido común.
Nosotros, a través de Cajamar Innova, lo que queremos es poner a Almería en el centro de las soluciones en una materia tan delicada como es el agua. Queremos convertirla en un “Agro Valley”, como me gusta llamarlo, y esperemos que con los años así sea, porque potencial para hacerlo tenemos.
¿Qué necesidades tienen las ideas que acogéis y cómo les ayudáis?
Son proyectos muy basados en el ámbito tecnológico, con una idea que a muchos nos suena a ciencia ficción, pero lo que más les cuesta, y lo que más necesitan, es un apoyo orientado al ámbito de negocio.
Lo que hacemos desde Cajamar Innova es ayudarles con una mentorización muy seria y personalizada a aterrizar todo en un plan de negocio viable. Les ayudamos a elaborar un plan financiero, laboral e incluso de internacionalización. Es lo que más agradecen.
Uno de los puntos fuertes de Cajamar Innova es su ecosistema de colaboración. ¿Quién forma parte?
La gente cree que cuando uno monta una empresa solo debe encontrar financiación y desde desde Cajamar Innova ayudamos a buscarla, pero eso llegará. Lo que también debe buscar un emprendedor son alianzas estratégicas y contactos, una cartera de clientes. Todo eso lo facilita Cajamar Innova, que es un ecosistema de colaboración donde el centro es la startup, pero donde no solo te mentorizo, te ayudo a movilizar el plan de negocio y me olvido de ti. Entras en una comunidad en la que forman parte emprendedores, empresas, organismos públicos y privados, investigadores y usuarios. El Grupo Cajamar cuenta con una base de más de 150.000 clientes de la industria agroalimentaria. Imagínate el potencial que tiene eso.
También pueden aprovechar los laboratorios o las estaciones experimentales…
Claro, esa es una de las variables que nos diferencian de otras incubadoras y es que toda la tecnología se puede testar en nuestros centros experimentales o en las instalaciones de nuestros aliados estratégicos.
Nuestro presidente fundador, Juan del Águila, decía que nosotros como entidad financiera nos podemos equivocar con una tecnología agronómica, pero quien no se puede equivocar es el agricultor. Partiendo de esa premisa, en los 70 creamos nuestros centros experimentales, donde probamos toda la tecnología antes de lanzarla al mercado. Cajamar Innova es una evolución de esos centros y todo acaba con otro proyecto referente que es la Plataforma Tierra, donde ayudamos a la digitalización de la industria agroalimentaria y donde muchas de las empresas incubadas sirven de cantera.
Cajamar Innova es tecnología, sostenibilidad, gestión del agua… ¿Se puede estar más en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas?
Efectivamente, en los 17 objetivos de Naciones Unidas, directa o indirectamente, el agua está implícito si no en los 17, en 15. Al final esto no ha sido más que detectar un problema y ante él teníamos dos opciones: mirar para otro lado o buscar soluciones, porque todavía podemos arreglarlo y más en el siglo XXI con toda la tecnología que tenemos a nuestra disposición y la que tendremos; esto va muy deprisa. ¿Por qué no utilizar ese potencial y ese talento para solucionar un problema que existe, pero que tiene solución?, porque claro que tiene solución.