Desde el cruce entre la poesía y la narrativa emerge El Eterno Lugar, una novela que no se conforma con contar una historia, sino que propone un descenso introspectivo a los territorios donde el dolor se transforma en símbolo. En esta obra publicada en Amazon, Susana Robles Vadillo, poeta y licenciada en Geografía e Historia, plantea una propuesta singular dentro de la narrativa emocional contemporánea. Con una escritura delicada, cercana al realismo mágico, la autora madrileña construye una trama que explora el duelo desde la ficción y la sensibilidad estética. Elí, la protagonista, enfrenta la pérdida de su hijo en un recorrido emocional que trasciende el tiempo, el espacio y la lógica lineal del consuelo.
La entrevista que sigue busca adentrarse en el proceso creativo de la autora, en sus intenciones narrativas y en las claves simbólicas de una novela que, lejos de ofrecer respuestas simples, invita a una lectura pausada, reflexiva y profundamente humana.
Esta novela supone tu transición de la poesía a la narrativa de largo aliento. ¿Qué te llevó a dar ese salto y cómo influyó tu experiencia poética en la construcción de El Eterno Lugar?
La influencia poética está siempre conmigo. Tenía ganas de crear un nuevo proyecto y de ahí el Eterno Lugar.
Eli, la protagonista, emprende un viaje marcado por la pérdida, pero también por la esperanza. ¿Cómo concebiste ese equilibrio entre dolor y transformación en la historia?
La historia del Eterno Lugar nació de otra idea, pero la transformé en otra distinta. El Eterno Lugar ha sido una creación muy tensa y cada dificultad me suponía un reto.
La novela se mueve entre lo real y lo fantástico, en un territorio casi mítico. ¿Qué papel juega el realismo mágico en tu universo narrativo?
Yo no he pretendido imitar el realismo mágico en ningún momento, pero creí correcto ubicar una fantasía en un contexto entre lo irreal y lo certero. De hecho salió sola, es una forma de canalizar la creatividad y manifestar.
Uno de los temas centrales es la maternidad enfrentada al duelo. ¿Qué desafíos encontraste al abordar un tema tan íntimo y emocional sin caer en lo melodramático?
Eli es una madre que pierde a un hijo, pero también intento dejar entrever lo que supone la perdida de nuestro propio niño interior, y constatar que la infancia es el futuro de la humanidad y que hay que cuidarla. Los protagonistas la abrazan, o la descuidan.
El ritmo pausado, el lenguaje cuidado y las imágenes poéticas son elementos que destacan en la obra. ¿Qué importancia tiene para ti la forma en que se narra, más allá de lo que se cuenta?
Creo que ambas van concatenadas, de hecho considero que lo que se cuenta es lo importante. El estilo es propio de cada uno.
Algunos lectores han interpretado la historia como parte de un universo más amplio. ¿Existe la posibilidad de una continuación o de explorar este mundo narrativo en futuras obras?
Si, de hecho he paralizado la segunda parte del Eterno Lugar, pero, la he comenzado y quiero darle una nueva salida.
En un panorama literario dominado por la inmediatez, tu novela propone una lectura profunda y simbólica. ¿Qué tipo de lector esperas encontrar con esta propuesta?
Me gustaría que todos los públicos la pudiesen leer, adultos, jóvenes, no solo por el contenido, también es una novela de entretenimiento.
Publicar a través de Amazon te ha permitido llegar directamente al público. ¿Cómo ha sido la experiencia con la autopublicación y qué aprendizajes te ha dejado este camino?
En realidad, es más fácil publicar en Amazon, es inmediato, pero no hay tanto control de las ventas, de hecho es complicado.
Una voz que transforma el duelo en relato
El Eterno Lugar se presenta como una obra que no esquiva el dolor, sino que lo transfigura en materia literaria. En la conversación con Susana Robles Vadillo se revela no solo el trasfondo creativo de la novela, sino también una manera de entender la escritura como un espacio de elaboración simbólica y apertura emocional. Un texto que, más allá del argumento, busca resonar en quienes están dispuestos a leer con todos los sentidos.