Por ejemplo, el que sean públicos datos como la dirección de correo electrónico, puede permitir que un spammer la utilice para enviar masivamente correos maliciosos. Tampoco parece una buena práctica dejar abierto a cualquiera fotos personales o familiares (es algo que se le reprocha a los adolescentes, pero que también incumplimos frecuentemente muchos adultos). Podría darse el caso de que alguien manipulara o utilizara esas fotografías para causar un daño (¿un empleado despedido que quiere vengarse de su jefe?).
Una regla de oro para evitar en lo posible estos riesgos es utilizar redes sociales en las que el perfil no sea público y que sólo permita recibir correos de usuarios que sean invitados. No se trata de renunciar a las redes sociales, sino de ser precavido.