Los datos hablan por sí solos: la tasa de morosidad se ha duplicado en el último año. Según las últimas cifras publicadas por el Banco de España, los impagos de bancos y cajas se sitúan en el 1,61%, el registro más alto desde 1999.
Pero no sólo las entidades financieras se ven afectadas: la morosidad perjudica también a las empresas. Ante ella, la mejor fórmula es controlarla en todo momento, y es que siempre resultará más rentable prevenir que tener que curar. ¿Cómo hacerlo? Ten en cuenta los siguiente consejos prácticos:
- Obtén información previa de cada cliente. No te fíes del sexto sentido: documéntate sobre cada uno de ellos. En caso de duda sobre su solvencia, solicita garantías adicionales, como una fianza bancaria o avales.
- Fija normas de pago según el tipo de mercado o servicio: prepagos para perecederos, adelantos en gastos soportados con terceros, pagos parciales de honorarios por anticipado, aplazamientos con afianzamiento…
- Documenta las transacciones: contratos, albaranes, órdenes de compra firmadas, etc., con firma autorizada.
- En caso de pymes, detrás de cada empresa hay un emprendedor: analiza su trayectoria en empresas y cargos anteriores.
- Controla permanentemente que los clientes no sobrepasen sus límites de riesgo, y haz un seguimiento de los clientes habituales en sectores o situaciones de alto riesgo. Cuenta asimismo con un buen sistema que facilite información sobre los saldos de los clientes, la antigüedad de los mismos y los posibles retrasos en los pagos.
- Establece una política de riesgos coherente, y unas políticas de crédito y cobranza que determinen las directrices de cómo la empresa va a conceder y controlar el crédito comercial. Somete también a mayor análisis las excepciones.
- Establece redes de intercambio de información de morosos dentro del sector (ficheros de morosidad sectorial)
- Determina límites de riesgo en función de tipologías de clientes: facturación, beneficios, plantilla, antigüedad en la sociedad, actividad, etc.
- Gestiona conjuntamente la acción comercial y la gestión de riesgos.
- Fija los objetivos comerciales en ventas netas cobradas, y no sólo en ventas facturadas.
- Documenta jurídicamente las operaciones comerciales con los clientes.
- Cuida la calidad documental de facturas y abonos, sin equivocarte en los precios facturados y dando un buen servicio. Evitarás que los morosos tengan una buena excusa para no pagar las facturas.
- Externaliza. Existen empresas dedicadas a la prevención de la morosidad: con bases de datos, con informes personalizados sobre clientes y deudores, de asesoramiento para evitar los impagos y agencias de detectives privados que investigan la solvencia y antecedentes de los clientes.
- Detecta las facturas no pagadas y gestiona cuanto antes su cobro. Cada día que se retrasa la gestión, la posibilidad de recobro es menor.