Como puede observarse en la tabla de la derecha, se prevé que España acabe 2010 con un déficit público del 9,8% del PIB. Un nivel alto, pero más bajo que el del Reino Unido y EE UU. En cuanto a la deuda del conjunto de Administraciones públicas, ésta rondará el 65% del PIB, un porcentaje que se halla muy por debajo del resto de países y manifiestamente alejado del nivel de deuda de Japón (193%) o de Italia (118%). Entonces, ¿por qué se ve con tanta gravedad nuestra posición?
Incapacidad monetaria. Si bien el Reino Unido y EE UU están muy por encima de los niveles de España, ellos tienen una ventaja: pueden emitir dinero para financiarlos. Nosotros estamos supeditados a la política monetaria del BCE.

Las otras deudas. España no sólo necesita financiar el desfase de los gastos públicos, también requiere financiación para sostener y alimentar la deuda privada. Ésta supera los 2,2 billones de euros, casi cuatro veces el montante de la deuda estatal, de los que 1,3 billones corresponden a las empresas privadas que tienen comprometidos 338.000 millones de euros con entidades extranjeras.
Globalización. La deuda española tiene que competir en estos momentos en un mercado mundial donde habrá 2,8 billones de euros de deuda de EE UU y países de la Unión Europea en busca de inversores. Y estos quieren ganar el máximo por su dinero.
Desconfianza en el futuro. A todos estos factores se une la poca confianza que ofrece nuestra economía. Obligados a lanzar planes de reducción de deuda pública, estos harán que la recuperación sea mucho más lenta. Una espiral que ya han conocido hace años países como Argentina. Ya lo dice el refrán: A perro flaco, todo son pulgas.