Y no sólo ataca este manual al despilfarro económico, también en otras áreas: trabajo, tiempo, autoridad e, incluso, pensamiento.
Sobre este último ofrece, entre otros, los siguientes consejos:
Orden en el pensamiento. Vaya siempre de lo sencillo a lo complicado. Analice primero los elementos de un problema. No decida nada sin conocerlos perfectamente antes.
Sea preciso. Las órdenes han de ser precisas, completas, claras y breves (no decimos “secas”). Se trata de ver la cuestión en su conjunto, y de exponerla brevemente; entonces no hará falta que le pidan aclaraciones.
Termine la tarea empezada. Cuando un trabajo se ha empezado, no lo deje hasta rematarlo satisfactoriamente. Los trabajos que se toman y se dejan, cuestan el doble de tiempo, esfuerzo y dinero.
Pocas palabras bastan. No sea excesivamente prolijo y detallado. Vaya a lo concreto y preciso y evite repeticiones. Se sorprenderá del tiempo que así se ahorra y de lo más claras que quedan las cosas.
Sepa escuchar. Y no esté usted pensando en lo que dirá, en lugar de enterarse de lo que dice el otro. A todos nos gusta que nos escuchen, pero el jefe que no lo haga, perderá prestigio entre sus subordinados.
Diga lo que sepa. Cuando observe algo u obtenga resultados favorables de sus investigaciones o nuevos métodos, comuníqueselo a los demás para que todos aprovechen esta experiencia.
¿Quién diría que se escribieron hace 50 años?