En Kowat han desarrollado una solución sencilla para evitar las plagas de aves que machacan los cultivos: copiar la naturaleza. Se trata de vehículos no tripulados biomiméticos que imitan la amenaza que más tema la plaga a combatir. Su aspecto, movimientos y simulación de ataques y persecuciones son ordenados por el piloto automático de a bordo en combinación con la inteligencia artificial. Como dice su director científico, Francisco Morente Sánchez: “nosotros solo copiamos, es una patente natural”.
Premios no les faltan. Kowat ha sido considerada como el mejor Proyecto Marca España; ha representado a España en la categoría agriTech en los StartUp Europe Awards de la Comisión Europea; dispone desde 2019 del Sello de Excelencia que concede la Comisión Europea dentro de su Programa Marco de Investigación e Innovación H2020 y obtuvo el segundo premio de la European Satellite Navigation Competition que Agencia Espacial Europea. No seguimos para no aburrir, pero hay más.
Y es que, según afirma su director científico, «el impacto de esta tecnología es tal que, una vez universalizada, sería suficiente para acabar con el hambre en el mundo. Lo haría, además, de manera sostenible, sencilla, sin necesidad de grandes ingenios ni tecnología punta porque la suya es una solución que lleva funcionando millones de años ya que, donde hay miedo, no hay plaga. Realmente sencillo».
El problema
El picoteo de las aves arrasa cada año miles de hectáreas de las siembras de cultivos como el arroz, maíz, soja, cereal, girasol, frutas o verduras, entre muchos otros. Asimismo, existe constancia científica de la transmisión de determinadas bacterias patógenas al ganado y los alimentos por parte de las aves, lo que constituye un problema para la salud pública.
También la industria de la acuicultura entra en conflicto con algunas especies aviares que tanto pueden alimentarse con peces cultivados como contaminar la cría con microorganismos.
Nada de esto es nuevo. Es más, es tan antiguo como la historia de la humanidad y su afán por doblegar la naturaleza a merced de sus intereses.
Las soluciones
Las vías para acabar con el conflicto del hombre con las aves son dos: matarlas o ahuyentarlas.
Un episodio histórico de la segunda opción lo encontramos en la China de Mao Zedong, cuando el dirigente comunista ordenó exterminar a todos los gorriones molineros, convencido de que ello procuraría más toneladas de grano al eliminar al ave que se alimentaba de ellos. El gorrión desapareció de los campos, pero los cultivos se vieron asolados por plagas de insectos, como la langosta, que resultaron mucho más devastadoras desencadenando una hambruna. Habían ignorado que los gorriones comen más insectos que grano.
Menos drásticas, pero con el mismo efecto, en el campo se han seguido practicando remedios para acabar con las aves que amenazan los cultivos, desde químicos hasta mallas, repelentes de sonido o visuales, cañones de gas o cetrería. Según Morente, «de todos ellos, el más efectivo y sostenible es la cetrería».
El control biomimético de Kowat
El problema del campo con las aves lo ha vivido Francisco Morente desde niño. Este murciano afincado en Sevilla, lleva más de 20 años observando las leyes que rigen su comportamiento y las normas naturales que se aplican para la formación de plagas de vertebrados. Y ha tenido la oportunidad de hacerlo en una zona privilegiada: el parque natural más importante del mundo porque es el único que une dos continentes y por el que transitan más de 300 especies diferentes de aves a lo largo del año: el Parque Nacional de Doñana.
Un paraje perfecto para contemplar que no hay nada más eficaz para ahuyentar a determinadas aves que la presencia de otras rapaces a las que sirven de alimento. Se van de puro miedo, de aquí el reclamo de Kowat: “El miedo es el arma más poderosa de todas las emociones y es ¡innato!”.
Kowat es la empresa de la que Francisco Morente es director científico y cofundador junto a Ángeles Villalva y Emilio Pérez. En ella también investigan y desarrollan «dispositivos basados en las leyes de la naturaleza copiando sus sistemas y ecosistemas robóticos que llevan funcionando millones de años ya que, los que no funcionaban: ¡se extinguieron!», afirma Morente.
Ahuyentadores visuales de aves hace siglos que existen, baste con recordar los famosos espantapájaros. Pero para que resulten eficaces y los pájaros no se acostumbren a su presencia, es fundamental dotarles de movimiento. Lo que hacen en Kowat son vehículos no tripulados con aspecto de aves rapaces que se dirigen por control remoto y visión artificial que copian e imitan sus procesos.
Sus drones biomiméticos con apariencia de águila, halcón, buitres u otros depredadores naturales son útiles para controlar las plagas de otras aves que, según la FAO, ocasiona la pérdida media del 15% de cosechas a nivel mundial o el 25% de la producción de piscifactorías.
Tecnología robusta, pero ni cara ni puntera
Los vehículos de Kowat incorporan también un autopiloto para drones que permite programar rutas con maniobras de ataque que emulan el comportamiento del depredador que replican. Kowat convierte el comportamiento animal en algoritmos digitales haciendo uso de la inteligencia artificial y los introduce en el ordenador de a bordo con una efectividad tal que es interpretado como un individuo natural para el resto de los animales que componen el biotopo, incluido el hombre.
Pero no hablamos de tecnología puntera. Como señala Morente, “nosotros utilizamos una tecnología robusta, que haya demostrado su fiabilidad, no nos importa que esté desfasada porque además esto nos permite dar una segunda oportunidad a muchos productos que son muy sólidos y abaratar costes de fabricación que haga asequible la solución a cualquier agricultor de cualquier parte del mundo, además de ofrecer una opción de calidad para fidelizar a la población rural, tan escasa siempre de oportunidades y contribuir así a la sostenibilidad».
La respuesta vale tanto para el mercado agrícola, como el acuícola y ganadero.
El modelo de negocio
Con sede en Castelldefels, donde han sido acelerados en el Business Incubation Center (BIC), colaborador de la Agencia Espacial Europea, los fundadores de Kowat quieren ahora trasladar la empresa a Coria del Río (Sevilla), alentados por la Junta de Andalucía.
En sus planes está también acudir a una ronda de financiación por valor de dos millones de euros que les permita encargar la fabricación masiva de sus drones que los usuarios adquirirían a precio de coste. La forma de monetizar no sería, pues, a través de la venta del hardware, sino ofreciendo un servicio de programación en la nube para que Kowat ponga en movimiento el artilugio cada ‘X’ tiempo.
«Serían vuelos cortos, como ocurren en la naturaleza, de entre 30 y 60 segundos, por esta programación diaria que le indica qué tipo de ‘ataques’ y vuelos son, es por lo que pagarían los usuarios. Hay que pensar que una plaga es un ente vivo y activo que evoluciona y se mueve. Por tanto, el ‘combate’ debe ser también actualizado para ir conquistando el territorio hasta que desaparezca el enemigo (evolutivamente hablando)», explica Morente.
La admiración por Cajamar
Kowat ha formado también parte del programa de aceleración StarUp Europe Accelerator de la Fundación FINNOVA para el diseño de un vehículo forestal capaz de combatir la maleza sin química alguna con el fin de mantener limpios los cortafuegos y caminos forestales. Para ello ha desarrollado un vehículo no tripulado terrestre basado en un invertebrado que reduce la virulencia de los incendios de sexta generación hasta hacerlos controlables.
También tiene desarrollado un vehículo anfibio no tripulado basado en un pez, que evita la formación de algas en el arroz y el consiguiente vertido del tóxico sulfato de cobre.
Otra de las aplicaciones de sus vehículos no tripulados es la fumigación con agua ozonizada para la desinfección de cultivos, un proyecto con el que aplicaron a la última convocatoria de Cajamar Innova, la incubadora de empresas de alta tecnología del agua de Cajamar.
Al final, el proyecto no entró en el programa, pero aseguran que van a seguir intentando, no solo por estar convencidos de que «nuestra solución es interesante», sino también por el profundo respecto y admiración que dice sentir por la entidad. «
Al final, el proyecto no entró en el programa, pero aseguran que van a seguir intentando, no solo por estar convencidos de que «nuestra solución es interesante», sino también por el profundo respecto y admiración que dice sentir por la entidad. «Conozco a mucha gente sencilla en el mundo agrícola que apostaron por ella y salieron adelante. Es un referente en muchas zonas y una gran impulsora de la innovación y la economía local que ha sabido mantenerse fiel en su apoyo a la agricultura y a la esencia de lo que debe ser una caja rural basada en la cercanía y la calidad”, concluye Morente.