Fascinada por conocer otras culturas, Virginia Abascal se ha dedicado a viajar por medio mundo. Afición que ha sabido compaginar con la formación: estudió empresariales entre España e Inglaterra y vivió en Amsterdam (Holanda) para cursar un máster en relaciones internacionales. De ahí saltó a la Oficina Comercial de la Embajada de EE UU en Madrid. Y además tuvo tiempo de poner en marcha una tienda en Segovia –que acabó vendiendo tras quedarse embarazada y centrarse en su hijo– de objetos artesanos de diferentes países.
En 2007, crea Verdeagua Alhajas: “Decido realizar mi sueño; tener mi propia firma donde desarrollar la creatividad que surge durante mis viajes. Es un concepto diferente: son alhajas, piezas únicas, inspiradas en otras culturas. Hechas a mano y siguiendo métodos de orfebrería tradicional. Busco piedras, detalles, borlones, plata antigua, sedas…, un sinfín de elementos que incorporo a mis diseños haciendo así de cada alhaja algo extraordinario, entre 30 y 40 piezas de cada modelo”.
Abascal, que vende sus creaciones en medio centenar de puntos de venta de toda España, invirtió unos 25.000 euros que destinó principalmente a la compra de las primeras piezas y al packaging, al que cuida mucho.