Admitámoslo, no es el mejor momento para editar y sacar a la venta una revista, y mucho menos si se hace de forma independiente y sin pertenecer a ningún grupo. Es complicado empezar desde cero y conseguir que una gran base de clientes compre tu producto. Pero, ¿y si se lo ofreces gratis? Pero no como el modelo de la prensa gratuíta. Cristina Ortego tenía claro que si las lectoras –su público objetivo es principalmente femenino– no llegaban a su revista, ésta tendría que llegar hasta ellas. «Dejamos 3 ó 4 ejemplares en las salas de espera de peluquerías, centros de estética, de masaje, solariums… Estos son sitios bastante frecuentados por mujeres, y que generalmente tienen un rato para leer». Así se asegura de que cada ejemplar pase por muchas manos.
Esta periodista ya tenía experiencia en publicaciones independientes. «Editaba cada tres meses una revista para promocionar el pequeño comercio de mi municipio, muy atacado por las grandes superficies comerciales que proliferan en la zona. Al ver que el pequeño comercio está tan estrángulado que no puede ni poner un anuncio de 30 euros, decidí probar con otro sector en el que haya o no haya crisis no se notará tanto…» El de las bodas lo es, ya que como afirma Ortego, todos tenemos siempre un amigo o familiar que se va a casar.
La revista se distribuye por la zona noroeste de Madrid y se ha financiado con el dinero obtenido de la publicidad. «Eché cuentas de cuanto me costaba la impresión del número de ejemplares que yo quería hacer, pedí presupuestos y hasta que no tuve esos gastos cubiertos no pude llevarla a cabo. Lo comido por lo servido», asegura Ortego, que para el siguiente número prevee que los ingresos superen a los gastos, aunque de momento el coste ha sido mínimo.