Tarek Malouf, fundador y CEO de esta particular pastelería, dice que se le ocurrió la idea después de estudiar unos años en Estados Unidos: “Todos mis amigos llevaban al colegio pasteles riquísimos que habían horneado en casa; entonces pensé que en Londres no había ningún comercio que ofreciera algo similar. La verdad es que no sabía muy bien si la idea iba a funcionar o no, lo que sí sabía es que si a todo el mundo le gustan las tartas ¿por qué no podían ser al estilo americano?”. Entre los años 2002 y 2004, Malouf horneó su proyecto y con la ayuda financiera de su padre abrió la primera tienda, nada menos que, en Portobello Road, en pleno corazón de Notting Hill, uno de los barrios más british de la capital. En su primer día vendió los 250 pasteles de las cinco variedades que ofrecía.
¿A qué se debió el éxito de la incursión de un producto al estilo americano no siempre bien vestido en el reino de las pastas y el té? “Calidad y frescura”, dice.
Todas sus tartas se hornean in situ en la misma tienda, cada día, con ingredientes frescos, algo que parece haber calado en el paladar de los ingleses. El mantenerse fiel a sus principios le ha hecho ganarse el respeto de su clientela, incluso con un nombre un tanto peculiar para una pastelería. La traducción de The Hummingbird es colibrí: “Este pájaro es original de América y es bien conocido por sacar el néctar de las flores. Esta imagen parecía perfecta para mi pastelería: un delicado pájaro al que le gusta lo dulce”.
Más allá del horno
Desde 2004, ha abierto otras cuatro tiendas en Londres y vende unas 22.000 tartas a la semana, lo que supera el millón al año y le aporta unos ingresos de más de 3,8 millones de euros anuales. Ofrece un servicio de consulta para celebraciones y también compra online con opción a envío en determinados códigos postales, y recogida en tienda. El éxito le ha llegado también gracias a dos libros que ha publicado: Hummingbird Bakery Cookbook y Cake Days.