Desde su Melbourne natal, Ashley Newland nos cuenta cómo se le ocurrió la idea de Scrubba Wash Bag, un gadget para viajeros que permite lavar la ropa de manera eficiente: “Preparando mi subida al Kilimanjaro, me di cuenta que, con toda la ropa de abrigo que tendría que llevar y los accesorios para escalar, no me quedaría mucho sitio en la mochila para ropa extra, lo que significaría tener que lavarla regularmente.
En el mercado existen contenedores portátiles para la colada cuando se está de viaje, pero no funcionan muy bien, así que pensé en las tradicionales tablas de lavar que se han utilizado durante siglos y funcionan muy bien”, recuerda.
Durante dos años, Newland estuvo perfeccionando su idea y creando nuevos prototipos hasta lograr una bolsa de plástico con una tabla de lavar flexible incorporada en uno de sus laterales: “La primera vez que la probé estaba en Tanzania y el resultado fue asombroso”, asegura Newland, que se preocupó de protegerlo de posibles imitaciones.
“En 2010, cuando comencé con los prototipos, conseguí las patentes internacionales provisionales que necesitaba con una inversión de 12.000 euros. Y cuando decidí distribuir el producto en 2012 invertí otros 78.000 euros, una cifra inferior a la que hubieran tenido que hacer frente otras empresas si hubieran tenido que pagar por el asesoramiento para las patentes”, asegura.