x
Contenidos exclusivos, revista física
y muchas más ventajas

Estos negocios son tan raros… que hasta podrían tener sentido

Como reza el clásico de Fito y los Fitipaldis, "no digo diferente, digo raro".

21/02/2018  Redacción EmprendedoresIdeas de negocio

Islas por encargo

http://www.migaloo-submarines.com/

¿Quién no ha soñado alguna vez con tener su propia isla? Uno de los principales problemas de tener una isla privada es que, al final, si está muy lejos, terminas por usarla de Pascuas a Ramos, y mientras tanto el servicio ahí, muerto de risa y aburrimiento a partes iguales, manteniéndola en perfectas condiciones hasta que te dignes a ir, porque lo mismo este año no vas. Si le pasa a la isla de Skorpios (Grecia), propiedad de los descendientes de Aristóteles Onassis –es la isla donde se casó con Jacqueline Kennedy, por cierto–, que está metafóricamente llena de saramagos (las pelusas redondas que dan vueltas en el Oeste antes de un tiroteo), ¡¿cómo no te va a pasar a ti?!

Si tienes más de 2.300 millones de euros ociosos y tienes ganas de gastar –mira, otro problema que necesita ser resuelto–, déjate de construirte yates de 536 pies de eslora, olvídate de dejarte el dinero en un submarino de 115 metros de largo con piscina propia de 3 metros –por cierto, ¿para que quieres una piscina en un submarino? Es casi igual que querer un submarino para una piscina…– piensa en construirte tu propia isla. La principal ventaja es que esta isla, a diferencia de una masa terrestre estable rodeada de agua es que se puede mover. Y si se puede mover es más fácil que la uses. De hecho puedes viajar no en barco, ni en avión, sino en isla, un nuevo modo de transporte.

La empresa que las construye es Migaloo y es austríaca. Y hasta ahora se especializaba en yates sumergibles, pero el negocio se les había quedado pequeño.

[facebook align=’center’]https://www.facebook.com/migaloosubmarines/posts/2261835957167310[/facebook]​

Coches-cama de línea

https://www.ridecabin.com/

Que un inversor privado invierta en una novedosa plataforma de streaming de video que luego va y compra Amazon, tiene sentido. Está claro. Que un inversor privado invierta en un Uber legal y quiera hacerle la competencia desde el día 1, también tiene sentido. Está claro.

Pero, ¿tú también tienes claro que un inversor privado invierta en una nueva compañía de autobuses de línea que se inspira en los trenes con servicio de coche-cama? Ann Miura-Ko, cofundadora y socia de la firma de capital riesgo Floodgate, que fue uno de los primeros inversores en Twitch y Lyft, acaba de poner dinero en el lanzamiento de Cabin, que ofrece viajes nocturos entre San Francisco y Santa Mónica y se llama a sí misma «hotel en movimiento».

Algo tiene que haber visto Miura-Ko que el resto de nosotros no hemos visto.

Las cabinas, por cierto, son individuales. Por si te habías pensado otra cosa.

[instagram align=’center’ id=’BeHNj8PjDGr’]https://www.instagram.com/p/BeHNj8PjDGr/[/instagram]​

Penas con pan son menos… en el espacio

http://bakein.space/

Qué traicionera es la historia. Muy traicionera.

Virgil ‘Gus’ Grissom y John W. Young no pasarán a la historia como los astronautas de la NASA que comandaron la nave Molly Brown –en referencia al popular musical de Broadway– el 23 de marzo de 1965 en la misión Gemini 3, sino como los dos pilluelos que consiguieron colar de contrabando un sandwich de ternera en salmuera que no hizo otra cosa que echar migas por toda la nave, que, por cierto, estuvieron a punto de colarse en los paneles eléctricos del cohete.

Grissom y Young consiguieron que se prohibiera terminantemente el consumo de pan en el espacio.

Sebastian Marcu, el emprendedor detrás de Bake in Space quiere poner de nuevo en órbita los hidratos de carbono en forma de pan. Con la colaboración de científicos del Centro Espacial Alemán y de OHB Systems, que serán los encargados de fabricar los hornos –que en algún sitio se tendrá que meter la masa del pan–, eso sí. El Producto Mínimo Viable es un pan sin miga que se probará en el viaje de la ISS el próximo abril (2018) durante la misión Horizonte de la Agencia Espacial Europea.

¿Y por qué te contamos todo esto? Porque no están vendiendo pan, están vendiendo una emoción –los hornos, hasta que no colonicemos Marte no van a ser negocio, por mucho que le terminen cobrando a la NASA para plantar un par de ellos en su nave–: mejorar el bienestar con el olor a pan –el olor a algo cotidiano–, si hacemos caso a su declaración de intenciones:

“Con el fin de mejorar el bienestar de los astronautas en misiones de larga duración, como en una base lunar o en Marte, la comida desempeña un papel clave esencial. Además de una fuente para la nutrición, el olor del pan fresco evoca recuerdos de felicidad general y es un importante factor psicológico. Es un símbolo del tiempo y del procedimiento recreacionales abajo en la tierra. El objetivo de nuestro experimento es producir pan recién hecho a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) en microgravedad. El prototipo será el típico rodillo de pan alemán de fin de semana. Estamos trabajando para producir una máquina de pan que será capaz de hornear rollos de pan y una mezcla de masa que será adecuado para el ambiente espacial”.

Quédate con lo de “mejorar el bienestar de los astronautas” y con lo de “evocar recuerdos de felicidad”. Eso es foco (otra cosa es que esta idea sea negocio).

Determinar tu foco es un ejercicio de gran precisión.

Bill Aulet, director del Martin Trust Center para el MIT Entrepreneurship y profesor titular en la escuela de negocios Sloan School of Management del MIT, insiste en su libro ‘La disciplina de emprender’ (LID Editorial) en la importancia de ser capaz de explicar por qué tu empresa puede ofrecer una solución a los clientes mejor que cualquier otra compañía y el peso que tiene para un negocio que arranca definir su foco. La clave, asegura, está en esta pregunta: “¿Qué es lo que tiene tu producto que los competidores no pueden imitar o, por lo menos, no pueden replicar con facilidad?”, aunque, reconoce, “determinar tu foco es un ejercicio de gran precisión. Requiere pensar mucho, ya que pueden existir múltiples opciones”.

“Establecer qué te hace diferente”, reconoce, “no es fácil. Debes integrar muchas consideraciones: qué quiere el cliente, qué activos tienes, qué te gusta hacer realmente, qué pueden hacer tus competidores, cuáles son los objetivos personales y financieros de los propietarios de la empresa…”.

Y eso tiene mucha miga para un negocio que quiere lanzar un pan sin miga.

Un nuevo modelo de personal de seguridad para otro tipo de consumo

https://www.shepper.com

Supongamos que eres el flamante propietario de un apartamento en un emblemático pueblo de la costa gaditana. Supongamos que has hablado con esos vecinos mayores que viven todo el año en el 2C para que estén pendientes si oyen algo o ven algo raro. En teoría lo tienes bien atado. El problema es que los años van pasando y su agudeza auditiva va menguando, de la misma manera que mengua su interés por hacerte de personal a seguridad a distancia (eso te pasa por no hacer caso a tu mujer y comprarles a modo de agradecimiento un paquete de sobaos en ese diminuto pueblo que hay 200 kilómetros antes de llegar). Has pensado muchas veces en pagar una alarma, pero total sólo tienes muebles viejos y ni siquiera hay televisión, y el grifo del fregadero de la cocina, además, gotea. Piensa ahora en tu desazón si en lugar de sólo utilizarlo tu familia y esporádicamente tus cuñados lo alquilas de vez en cuando. ¿En qué estado queda? ¿Te vas a hacer 600 kilómetros para ver qué tal está todo? ¿Los vecinos del 2C van a repasar que todo esté bien y que nadie se ha llevado los manteles de encaje?

Imaginemos, cambiando de tercio, que eres una joven startup que te ha dado por gestionar una flota de bicicletas a distancia, con pequeñas estaciones y necesitas controlar en qué estado quedan las bicicletas, pero todavía no tienes suficiente plantilla como para poner a un ser humano que lo revise (y sí, tienes a una persona que tiene que revisar todos los puntos, pero pasa más tiempo viajando que revisando).

O que tienes alquilado un trastero en el quinto pino en una inquietante comunidad de vecinos y resulta que te ha avisado el administrador de que hay goteras y que no vaya a ser que en la tuya también… O eres el propietario de un pequeño catamarán que tienes amarrado en un puerto con menos seguridad que un polideportivo municipal…

Bueno, ya está bien de imaginar que quieres que alguien se ocupe de revisar una pequeña propiedad que para ti tiene poco de pequeña. Shepper propone un nuevo modelo de vigilancia basado en la economía colaborativa: pone a tu disposición inspectores-personal de seguridad a distancia con un modelo peer to peer. Lo están utilizando en el Reino Unido los propietarios de viviendas de Airbnb y las empresas que gestionan apartamentos para este tipo de plataformas para comprobar el estado de los pisos sin necesidad de tener que desplazarse antes de tiempo.

Shepper tiene una red de inspectores que se ocupan de desplazarse hasta tu propiedad, echar un buen vistazo y hacer un informe con fotos que te envían a tu dispositivo móvil. El nivel de la inspección y la periodicidad, depende de ti. Una visita para un particular cuesta 15 euros e incluye cinco fotos, además del informe. Para las empresas hay planes. Viene a cubrir un nicho que a las empresas de seguridad no les interesa: puntos en los que no es necesario un profesional de la seguridad (piensa sólo en el coste fijo de tener a una persona que revise tu apartamento…) y necesidades puntuales y esporádicas.

Papel higiénico eco con conciencia social

https://us.whogivesacrap.org/

No sé tú, pero a nosotros nos hablan de papel higiénico y nos ponemos a pensar en el concurso de trajes de novia fabricados con rollos de papel higiénico que se celebra todos los años en Nueva York y que lleva ya la friolera de trece ediciones.

También pensamos en Marc Lore–, el fundador de la tienda online de pañales, jabón y papel higiénico Quidsi (Diapers.com, Soap.com…) que Amazon adquirió por 545 millones de dólares la empresa en agosto de 2010. Amazon, por cierto, no compró una empresa que vendía pañales y papel higiénico. Compró una empresa que había encontrado una fórmula de vender de pañales y papel higiénico (bueno, y cualquier otra cosa). Resulta que el negocio de Quidsi no estaba en lo que vende. El motor (el core) del negocio de Quidsi no era lo que vendía, sino la logística, el haber sido capaz de convertir el envío de productos de muy, muy poco margen de forma rentable a casa del consumidor. Resulta que diseñó robots propios para gestionar los pedidos dentro de su almacén. E invirtió también en un software propio para estudiar cuál era la mejor forma de empaquetar los pedidos, de tal forma que fueran en las cajas más pequeñas posibles para que se pudieran enviar más productos y más cajas en un mismo contenedor y aprovechar costes. Resulta que un operario podía llegar a controlar hasta veinte robots. Cuando entraba un pedido, su software estudia todas las combinaciones para dar con la caja más óptima para el envío.

Pero eso era hasta ahora. Porque a partir de ahora cuando nos hablen de papel higiénico, vamos a pensar en Who Gives a Crap, una startup con uno de los juegos de palabras más prosaicos que hemos visto en esta revista. Lo llamativo del negocio no está en el qué (vender papel higiénico ecológico), ni en el como (online, con un modelo de suscripción, como tantos otros; y con mucho marketing), sino en el por qué: donan el 50% de las ganancias a proyectos sociales (han donado hasta ahora más de 1,7 millones de dólares a organizaciones como WaterAir, que para ser una startup son muchos millones).

“Nos encanta el papel higiénico porque para nosotros es nuestra forma de marcar la diferencia. Empezamos Who Gives A Crap cuando nos enteramos de que 2.300 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a un inodoro. Eso es aproximadamente el 40% de la población mundial y significa que alrededor de 289.000 niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades diarreicas causadas por la falta de agua y saneamiento. Eso supone casi 800 niños por día, o un niño cada dos minutos. Pensamos que era una mierda. Entonces, en julio de 2012, lanzamos Who Gives A Crap con una campaña de crowdfunding en IndieGoGo. Simon se sentó en un retrete en nuestro almacén con fuertes corrientes de aire y se negó a moverse hasta que hubiéramos reunido suficientes pre-pedidos para comenzar la producción. 50 horas y un fondo frío después, recaudamos más de 50.000 dólares”, dicen sus fundadores Simon Griffiths, Danny Alexander y Jehan Ratnatunga.

Redacción Emprendedores