x
Contenidos exclusivos, revista física
y muchas más ventajas

Emprender sin amarres: ha impulsado más de 20 proyectos y solo tiene 35 años

Álvaro Cuadrado es un emprendedor social que, a sus 35 años, ha impulsado ya más de 20 proyectos. El actual y el de mayor impacto corresponde a Hambre Cero, fundado ...

17/02/2021  Ana DelgadoIdeas de negocio

El proyecto de la infancia no era ser emprendedor, sino hacerse de Greenpeace para salvar ballenas. Se crió y pasó la adolescencia viviendo en un barco con su padre, pero hace ya tiempo que Álvaro Cuadrado no tiene amarres. Se pasa el día de un lado a otro porque resulta que las desgracias se concatenan y como él emprende en eso, en mitigar padecimientos ajenos, un negocio que no suele ser muy rentable, pues resulta que necesita muchas donaciones privadas, muchos voluntarios y mucho apoyo mediático.

“Cada vez que salgo en algún medio se multiplican las cifras”, reconoce sin tapujos este emprendedor social. Así que, algo alejado de las sutilezas filantrópicas, él prefiere hacer mucho ruido para conseguir dinero: la herramienta que necesita para impactar con sus proyectos.

Dice también Cuadrado que no es de soñar mucho. A sus 35 años se ha dado cuenta de que los sueños son limitantes y de que no hay mejores planes que los de hoy y mañana. “Si me hubiese conformado con lo que soñaba, nunca habría conseguido tantas cosas, y si hubiese soñado todo lo que he conseguido, habría pecado de prepotente”. 

¿Qué es lo que ha conseguido Álvaro Cuadrado hasta ahora? Lo primero, montar una productora de documentales a la edad de 19 años con la que descubrió que la creatividad daba más de sí que cargar una cámara. Lo segundo, crear una agencia de publicidad que le procuró varios premios a la innovación. Entre uno y otro negocio obtuvo ciertos beneficios que, en lugar de destinar a la industria inmobiliaria o al sector del automóvil, prefirió reinvertir en algo que le satisficiera realmente: el emprendimiento social.

Más de 20 emprendimientos sociales

Funda así Square Ventures, una consultora de innovación desde la que ha lanzado más de 20 proyectos sociales y ambientales en 30 países: desde reforestación en Paraguay hasta apoyar a mujeres indígenas con microcréditos, llevar ayuda humanitaria a orfanatos en África o dar asistencia a los damnificados por los terremotos de Indonesia.

Ya en 2018, funda Square Green Capital, desde donde realiza inversiones multisectoriales para conseguir recursos económicos que ayuden a otros proyectos sociales. Entre los proyectos fundados y financiados destacan:  Bikini Burka, un medio de comunicación en el que colaboran un total de 165 mujeres de 20 países, o Bluemont, con el que han desarrollado una tecnología que permite obtener agua potable a partir de la condensación del vapor que hay en el aire.

Y aunque cree que, a la larga, será el proyecto de Bluemont el que genere mayor impacto, teniendo en cuenta que el 25% de la población mundial tiene problemas de acceso al agua potable, ahora lo que le absorbe toda la energía personal y emprendedora es otro proyecto puesto en marcha a raíz del Covid: Hambre Cero

Solidaridad más allá de twitter y del sofá

No hay que ser muy imaginativo para saber lo que persigue Álvaro Cuadrado con esta iniciativa. “Hambre Cero es un proyecto que soluciona un fallo del sistema capitalista, que es el hambre, con otro fallo del sistema capitalista, que son los excedentes alimentarios que acumulan productores, marcas o establecimientos y que provoca que, más del 30% del alimento que se produce, termine tirándose”.

Comprobar las largas colas que, a los pocos días de la declaración del estado de alarma, empezaban a formarse en los comedores sociales, parroquias u organizaciones benéficas es lo que le llevó a organizar en cuestión de días todo un tinglado en el que, a fecha de hoy, participan más de 350 voluntarios que organizan y distribuyen las numerosas donaciones de empresas que reciben. “Comencé con 50 litros de leche en un Uber y ya hemos entregado 1.427 toneladas de alimento en camiones a más de un millón de familias necesitadas”, declara. 

La iniciativa, que arrancó en Madrid, se extiende hoy por otras 30 ciudades españolas y están ya presentes en Honduras y Colombia. Conseguir esta expansión en menos de un año refleja el derroche de movimientos y la agilidad de este emprendedor para anticiparse a cualquier administración y gestionar de manera eficaz.

Decir también que en Hambre Cero no almacenan alimentos y que la mayoría de los productos que reciben son perecederos, como las toneladas de bananas, calabacines o patatas que les han donado. Lo de las “papas” es algo que toca especialmente la sensibilidad de Cuadrado porque dice que le viene un flashback de su abuela “cuando me contaba cómo en la Guerra Civil mataban el hambre con las mondas de las papas”.

El problema de recibir productos perecederos radica en la inmediatez del reparto, para lo que necesitan organizar toda la logística. “Recuerdo un día en el que conseguimos llenar 7 trailers de comida”, dice. Pero claro, como no todos están a lo del voluntariado, el coste de un porte con un camión de este tamaño oscila entre los 600 y 800 euros, motivo por el cual Álvaro Cuadrado ha tenido que desembolsar hasta la fecha 70.000 euros de su bolsillo.

La insolvencia económica la soluciona buscando la implicación de otros en el proyecto. En este sentido, agradece y reconoce que la ayuda recibida por parte de las empresas, particulares y el voluntariado ha sido inmensa. “Gente que de verdad quiere ser solidaria más allá de twitter y el sofá”. La otra recompensa la recibe de los mismos beneficiarios de las ayudas «porque eso de la solidaridad es un camino de ida y vuelta. Vas con la intención de impactar y al final te impactan ellos a ti, por la entereza con la que asumen muchos la adversidad». 

El tema es que, aunque el problema del hambre sea hoy una emergencia para muchas familias españolas, cuando pase la pandemia permanecerá ahí. Igual no lo veamos en la acera del barrio, pero persistirá en muchos países como estaba antes. Por eso, Álvaro Cuadrado quiere hacer de Hambre Cero un gran proyecto y, si se tercia, crear una fundación. Mientras tanto, este canario sin acento dice que seguirá dando charlas y conferencias para recordar que cualquiera de nosotros podemos generar microimpactos si, en lugar de limitarnos a escuchar y mirar como si estuviésemos pensando y no pensando a la vez, pasásemos a la acción. 

Ana Delgado