x
Contenidos exclusivos, revista física
y muchas más ventajas

Pompeii regresa al entorno offline para escalar

Tras más de tres años en el mercado, la pasada primavera acudieron por primera vez a una ronda de financiación. Consiguieron 1M de euros que emplearán en abrir pequeñas tiendas ...

07/08/2018  Redacción EmprendedoresIdeas de negocio

De una inversión inicial de 18.000€ en 2014, Pompeii está a punto de cerrar el año con 3.5 M€ de facturación, más de 25 personas en plantilla y 250.000 pares de zapatillas vendidas. Aún así, los impulsores de la marca reconocen seguir cometiendo errores casi a diario. El que peor recuerdo les trae tal vez sea el incendio de la fábrica de Elche que les hacía las zapatillas, circunstancia que le obligó a desabastecer la demanda durante más de 15 días. “Aquello fue un accidente. El error fue nuestro, por no haber previsto un plan B”, asume ahora Jaime Garrastazu, cofundador de la marca, quien se empeña en traducir sistemáticamente los errores empresariales en “grandes aprendizajes”, por eso ahora cuentan con tres fabricantes.

También se equivocaron al establecer a la baja los gastos de envío en su ecommerce. Más adelante hubo que acrecentarlos tras comprobar que los márgenes se recortaban en exceso.

Cada crisis la solventan con una política de comunicación directa, “transparente y sincera”, con los consumidores, la mayoría de los cuales descubrieron la marca a través de las redes. Otro error: la tardanza en recortar la inversión en publicidad digital cuando podían adquirir los clientes a coste cero porque, a ellos sí, les funcionaba el ‘boca a boca’. Cuando cortaron la inversión, la facturación creció y “vimos que el 80-90% del tráfico era orgánico”. Sin embargo, esta circunstancia la define Garrastazu de “maldita bendición” en el sentido de las dificultades que plantea este tipo de crecimiento para escalar el negocio.

Más por encima trata Jaime Garrastazu la fuga de Cosme Bergareche, amigo, cofundador y diseñador de las zapatillas, fichado a comienzos de año por El Ganso . En contraposición, habla de la captación de un ex calzedonia, Carlos Mancebo, que será el responsable de acometer toda la estrategia de Pompeii en el canal offline mediante la apertura de establecimientos propios monomarca.

La intención es empezar con la apertura de 5-6 tiendas pequeñas a repartir entre Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. La prueba en el sector retail la han hecho en el centro comercial La Vaguada, en Madrid, con un pop-up store abierto hasta agosto. Para hacer ruido y dejarse ver han colocado unas zapatillas de madera gigantes. Pero no es una estrategia nueva, “volvemos un poco a nuestros orígenes”, sostiene Garrastazu evocando los tiempos en los que recorrían con la furgoneta todos los pop-ups de España para dar a conocer el producto, ganar tracción y, ya con la confianza de los clientes en el bolsillo, redirigirlos a su ecommerce.

El piloto en La Vaguada funciona, por lo que todo parece indicar que la compañía, siguiendo la estela de otras marcas de moda nativas digitales, abordará la escalabilidad en el entorno analógico. La otra estrategia es la internacionalización a corto/medio plazo dado que solo entre un 7-10% de sus 100.000 clientes actuales proceden de fuera.

Persiste la actitud

Claro que para encarar la nueva fase de crecimiento les hace falta dinero. Hace unos meses acudieron a su primera ronda de inversión con la que obtuvieron 1M de € liderada por José Múgica, otro ex, en este caso de Ecoalf . Dice Garrastazu que uno de los aciertos de haber esperado a asentar las bases de la empresa y alcanzar una facturación considerable, es que les ha permitido elegir quién y cómo entraba. “Por decirlo de alguna manera, tienes un poco la sartén por el mango. Es la diferencia entre necesitar dinero para lanzar una empresa o sobrevivir y necesitarlo para escalar ”. Aún así, reconoce que no ha sido tan sencillo y refiere la experiencia, de nuevo, como “un valiosísimo periodo de aprendizaje”.

Donde dudan todavía es entre empezar la expansión por Latinoamérica o hacerlo en Europa. En cuanto a lo que queda de aquellos jóvenes emprendedores de 23 años que anunciaban a bombo y platillo su voluntad de crear una marca global y hacerlo desde cero es, según Garrastazu, la actitud y el sueño de llevar sus ‘zapas’ Made in Spain por todo el mundo “en una mezcla de humildad y ambición”.

Redacción Emprendedores