La compra de una vivienda puede ser un auténtico quebradero de cabeza. Encontrar el hogar ideal, que se ajuste a todas nuestras demandas, puede ser muy complicado. Sobre todo, si no tienes tiempo para visitar in situ cada casa. Y más aún si no conoces el mercado inmobiliario de la ciudad o la zona en la que quieres comprar.
Una de las soluciones pasa por la contratación de un personal shopper, un agente de la propiedad que asesora al comprador en esta búsqueda tan trascendental, ayudando a localizar la vivienda que mejor se adapte a sus necesidades y simplificando todo este proceso.
Según la Asociación Española de Personal Shopper Inmobiliario (AEPSI), contar con el apoyo de estos profesionales permite ahorrar hasta el 70% de las visitas que se hacen con una inmobiliaria tradicional. Además, estos expertos no se limitan a los pisos que tienen en cartera, sino que buscan en todo el mercado.
Y el comprador también obtiene otros beneficios de su experiencia. Por ejemplo, AEPSI asegura que los personal shopper evitan el 100% de sorpresas de vicios ocultos y aportan todo tipo de informes técnicos, financieros y legales.
Asimismo, especifican que disponer de sus servicios ayuda a abaratar la compra, rebajando entre el 5% y 20% el precio de salida de las casas. Además, su conocimiento del mercado inmobiliario hace que sean los primeros en enterarse cuando salen a la venta nuevos activos.
Por último, la asociación destaca que ellos siempre están de parte del comprador, su cliente, por lo que se evitan posibles conflictos de intereses. Esto es algo que no sucede con las agencias inmobiliarias, ya que tanto el comprador como el vendedor son clientes suyos.
¿Y cómo funcionan estos profesionales? El primer paso es una entrevista en profundidad, en la que el personal shopper inmobiliario conoce las motivaciones y demandas del comprador a la hora de buscar una vivienda: barrios preferidos, tamaño, antigüedad, estado de conservación, precio, equipamientos, etc.
Después, ambas partes firman un contrato de prestación de servicios, donde se describen las características de la búsqueda y servicios contratados. En este documento se especifica el coste final de los servicios y un importe de gastos iniciales en concepto de honorarios por la búsqueda, que se descontarán del coste total. El pago final se hará en tres fases: firma de la reserva, firma del contrato de arras y firma de escrituras.
Aquí arranca el proceso de búsqueda, que el personal shopper realizará por distintos medios, analizando todo el mercado inmobiliario. Después visita aquellas casas que encajan con la demanda de su cliente y le presenta un documento con una selección de ellas. Y una vez que lo ha revisado, el cliente escoge cuáles de ellos quieres visitar en persona.
Si manifiesta interés por una vivienda en concreto, el personal shopper se encarga de comprobar la situación legal y técnica del inmueble. Si todo está en orden, se inicia el proceso de negociación de precio. Y si se alcanza un acuerdo, prepara la documentación para la firma de los diferentes documentos: documento de reserva, contrato de compraventa y escritura notarial.
Además, el servicio no acaba ahí, sino que estos profesionales también asesoran al comprador en los trámites posventa, como cambios de titularidad, entrega de documentos a organismos públicos, consultas técnicas, etc.
Por todo ello, los personal shopper consideran que son una figura diferente de las clásicas agencias inmobiliarias. “Partimos de una situación equívoca. Cuando un potencial cliente entra en una agencia inmobiliaria cree que es cliente, cuando en realidad el cliente de la agencia es el vendedor. Te enseñarán los pisos que ellos quieren y velarán de manera principal por los intereses del vendedor”, explica Helena Gallardo, presidenta de la AEPSI, en ABC.
Así pues, la asociación reclama una regulación estatal de su actividad, con el fin de frenar el intrusismo. En esto coincide con Consejo General de los Colegios de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API), que también ha criticado que la nueva Ley de Vivienda no contemple la creación de un registro de profesionales, tal y como informaba El País.
La única comunidad autónoma donde existe una regulación específica de este asunto es Cataluña, donde sí es obligatoria la inscripción para ejercer como agente inmobiliario. Aunque otras regiones también lo están estudiando, como la Comunidad Valenciana, por ejemplo.
Además, la creación de un registro ayudaría a profesionalizar el sector, establecería una serie de garantías y evitaría el intrusismo de personas sin preparación. Por ejemplo, quienes desean inscribirse como agente inmobiliario en Cataluña han de acreditar estar capacitados para el ejercicio de esta profesión con una titulación universitaria relacionada con el sector (Arquitectura, ADE, Empresariales, Economía, Derecho, Ciencias Políticas, etc.) o certificados de cursos de formación específicos en material inmobiliaria (derecho de propiedad, inmobiliario, hipotecario, urbanístico y tributario inmobiliario, legislación de arrendamientos urbanos, valoración, etc.)
Asimismo, se exige una póliza de seguro de responsabilidad civil de 100.000 euros por siniestro y 600.000 euros por año (150.000 y 1.000.000 euros si la actividad se ejerce por medios telemáticos), así como un seguro de caución o fianza suscrita con una aseguradora o entidad financiera por valor de 60.000 euros (300.000 euros si se opera exclusivamente por medios electrónicos).