“Un día se me rompió un pendiente. Compré material para arreglarlo y aproveché para hacer otros. A partir de ahí, comenzaron los encargos, las pequeñas inversiones, más encargos, más inversiones y mucho tiempo de dedicación. Fui compaginando trabajos y afición, a la vez que realizaba cursos para aprender nuevas técnicas hasta que mis padres y, sobre todo mi hermano (director de márketing de un medio de comunicación on line), viendo el nivel de aceptación y el volumen de trabajo que tenía, me dieron el empujón para dedicarme a ello a tiempo completo”, explica la fundadora de Mumoni.
Zúñiga invirtió unos 19.000 euros, principalmente, en la creación de la tienda on line, compra de material y detalles corporativos. “Con nuestra tienda virtual buscamos facilitar la compra al usuario, para evitarle sorpresas. Para ello, le ofrecemos descripción pormenorizada de los productos, fotos de gran calidad, asesoramiento personalizado…”, añade Zúñiga, que cuenta con clientes italianos, franceses y belgas, y prevé facturar algo más de 16.000 euros.