Un pub, una biblioteca o sencillamente un parque podrían ser escenario de un grupo mingles donde veríamos una reunión no superior a cinco personas, liderados por un profesor nativo coordinando el tema del día y que iría corrigiendo sobre la marcha los errores surgidos en el transcurso de la conversación.
La idea original la compartieron la estadounidense Amanda Wolffenbuttlel y los hermanos Gabriel y Andrés Pazos, pero fueron estos quienes desarrollaron el modelo de negocio y los que lo han puesto en marcha, no sin antes completar sus estudios de ingeniería con un máster en gestión de proyectos. Conscientes de que la formación de idiomas es un mercado bastante saturado apostaron por una fórmula nueva que combina la profesionalidad del profesor con la flexibilidad de horarios en entornos desenfadados. Nace así Mingles, vocablo inglés que se traduce al castellano por socializar aprovechando, ya de paso, el juego de palabras.
Economía colaborativa
Arrancaron en marzo del 2014 y son ya más de 3.500 alumnos los que han probado el método, repartidos entre los 30 espacios cerrados disponibles en Madrid. Tanto los profesores como los alumnos pueden beneficiarse del sistema tras registrarse en la categoría respectiva en la plataforma de Mingles, que también cuenta con aplicación móvil. Ambos agentes tienen opción de elegir horario y local a través de un sencillo calendario. Igualmente las dos partes se someten a un sistema de valoración por el que el alumno puede ir chequeando online su progreso a la vez que evalúa la eficacia del docente. El precio por sesión de una hora, consumición incluida, es de 10€ que paga el alumno aunque ofrecen también bonos con descuento. Los ingresos, que se perciben exclusivamente por esta vía, los comparten los hermanos Pazos con los profesores. Se incluyen, por ello, dentro de la economía colaborativa.
La expansión
Aunque la idea es ir añadiendo otras lenguas, como francés, alemán o chino, por el momento del 90% de los grupos solicitan inglés. Para expandir el ámbito de actuación recurrieron a una figura que denominan embajador (ambassador) que es una persona que ejerce de enlace en los distintos barrios de Madrid. Están todavía por determinar si éste será el mismo procedimiento que adopten cuando decidan implantar el negocio en otras ciudades, a modo de una franquicia algo peculiar. Lo que sí tienen claro es que quieren crecer, “sin prisa pero sin pausa”, para lo que están estudiando posibles vías de financiación. Empezaron con recursos propios, “los mínimos”, dicen, aprovechando la ventaja de un modelo que no exige muchos gastos fijos. Cerraron 2014 con una facturación de 30.000 € y la previsión para este año es dev100.000 €, pero volverán a reinvertirlo para hacerse fuertes y ser los mejores, «por si se anima la competencia».