El director y fundador de Medieval Factory es Juan Pablo Utrillas. Natural de Teruel, este sastre dice que siempre se ha sentido atraído por la época medieval. Normal que así sea en una localidad cuya fiesta principal es Las Bodas de Isabel de Segura, en homenaje a los Amantes de Teruel. No es, sin embargo, una festividad con larga tradición. Empezó a celebrarse en 1997, a raíz de que un pequeño grupo de actores ataviados con trajes medievales invadieran las calles de Teruel. Para entonces ya había montado su empresa Juan Pablo Utrillas, por lo que se le presentó una oportunidad de oro y un escaparate perfecto para exhibir su trabajo. Él es quien abastece la decoración y el vestuario a las más de 90.000 personas que transitan por la fiesta turolense, pero también a los que participan en conmemoraciones similares que se celebran en Ávila, Navarra o Pontevedra.
Al margen, Medieval Factory participa en producciones cinematográficas y teatrales, ha inspirado a importantes diseñadores de moda y organiza bodas por toda España recreadas en la época medieval. Con las bodas dicen que empiezan en marzo y terminan en octubre con un desplazamiento, casi seguro, cada fin de semana.
Pero a Juan Pablo Utrillas se le quedó pequeño el mercado nacional, así que optó por digitalizar el negocio y abrir un e-commerce. Ello le ha abierto las puertas en Francia, Italia, Alemania, Reino Unido y Portugal. Ha ampliado también el catálogo, que recoge más de 5.000 referencias entre trajes, cascos, espadas…y demás utillería. En Asia no consigue vender, tal vez porque difiere mucho la indumentaria y ambientación, pero sí que recibió un pedido de África que todavía le sorprende.
Gracias a los cambios en el negocio dice Utrilla que ha conseguido duplicar la facturación y crecer a un ritmo del 20% interanual. Pero no quiere detenerse ahí. “Ahora vamos a ir a por toda Europa y a por Estados Unidos. Vamos a comernos el mundo”, declara, por si alguien pensaba que el medievo no tenía futuro por delante.
El problema es que abordar la expansión global desde Teruel le resulta complicado, sobre todo por la falta de profesionales cualificados y porque pocos parecen interesados en trasladar su residencia allí. Así que próximamente abrirá una oficina en Valencia desde donde se coordinará todo el proceso de transformación digital, con traductores nativos para la adaptación cultural a los distintos mercados, expertos de desarrollo de negocio y en marketing online, entre otros. En cuanto a la producción, seguirá haciéndose en el local de más de 1.500 metros cuadrados que tiene en Villarquemado y mantendrá la colaboración con los talleres de confección vecinos con los que lleva trabajando toda la vida.