El dispositivo puede adquirirse a través de la página web Taobao, de Alibaba Group, por el precio de unos 35 euros al cambio si compras una unidad y 75 euros si compras dos, que es lo normal. Según algunas fuentes, se habrían vendido alrededor de cien unidades al mes del salir el producto al mercado.
El gadget tiene forma de boca artificial de labios móviles hechos de silicona, de manera que la gente pueda simular la experiencia de un beso íntimo con su pareja, aunque sea a distancia. Por medio de unos sensores, el dispositivo replica fielmente el mismo nivel de intensidad que puso el emisor del beso.
La aplicación pone en contacto a través de videollamada a personas conocidas, pero también puede buscar potenciales ‘besadores’ a través un cuadrante: si hay química entre los desconocidos, se puede mandar un beso a distancia.
El dispositivo de besos a distancia ha sudo desarrollado por un estudiante universitario chino en la ciudad de Changzhou y patentado por Changzhou Vocational Institute of Mechatronic Technology de China.
El precursor
Algunos han comparado la solución china con Kissinger, otro gadget sacado al mercado con anterioridad para paliar la nostalgia del distanciamiento de las parejas. También en este caso el teléfono se conecta con un artilugio con forma de labios y enviar datos a la app del teléfono que los transmite por internet en tiempo real al aparato del destinatario del beso.
“Cuando era niño tenía a mis abuelos a una cuadra de mi casa, pero no todos corren con la misma suerte y eso me motivó a pensar en un dispositivo para conectar a las familias”, declaraba a la BBC Adrian David Cheok, el australiano y profesor de computación en la Universidad de Tokio y creador del Kissenger. El mismo profesor había realizado años antes el proyecto Poultry Internet que utilizaba una chaqueta háptica personalizada que le permitía abrazar remotamente a un pollo.
Las investigaciones de Cheok, en los últimos años, se han centrado en la interacción sexual humana con robots.