Un ecommerce para vender hormigas
La empresa se llama Anthouse y está en Trebujena (Cádiz). “Un regalo original y diferente” puede leerse en su página web aludiendo así a lo que se dedican: a la venta de hormigas a domicilio a través de un ecommerce. Para aquellos que piensen que en el comercio electrónico está todo inventado. Sus clientes son todos los entusiastas de la mirmecología (la ciencia que se dedica al estudio de las hormigas). Venden desde hormigas hasta hormigueros, materiales o decoración “a precios muy accesibles e ideales para regalo”. Tienen, además, una sección Outlet. La iniciativa tiene sus orígenes en un foro de hormigas, lamarabunta.org , una corriente nacida en internet que se ha ido extendiendo por toda Europa de manera que actualmente existen multitud de foros y tiendas en casi todos los países.

Un criadero de cocodrilos
Aquí los bichos ya son un poco más grandes. Se trata de una granja de cocodrilos que se ubica a medio camino entre Puerto Real y Jerez de la Frontera (Cádiz). Se presentan como la mayor granja europea de cocodrilos con más de 1.300 ejemplares. La idea fue de José Ramón Conde, quien decidió abrir el negocio hace cerca de 20 años. Hace un tiempo tuvo que cerrarla para acondicionar las instalaciones que quiere convertir en paraje natural – con merendero y todo- y centro para recibir visitas docentes. Se añade también, según anunciaban, un museo con objetos y curiosidades nunca vistas en España como la evolución de la gestación, estudios de costumbres y enfermedades, nidos y cuevas artificiales… La idea es abrirla de nuevo este mes de junio, según puede leerse en la página web, aunque también se advierte de que está pendiente de la autorización administrativa.
El museo de los orinales
Y si en la idea anterior se hablaba de un museo de cocodrilos, en este la materia principal son orinales y escupideras de distintas épocas, artesanales y con mucho colorido. El museo del orinal se encuentra en Ciudad Rodrigo (Salamanca) y fue inaugurado en 2006 gracias al tesón de su fundador, Jose Mª del Arco Ortíz, “Pesetos”, ya fallecido, de quien se cuenta en la página web que era fácil saber qué regalarle en Navidad o por su cumpleaños. El recorrido ofrece una visión más que peculiar por la historia dado que recoge piezas singulares recopiladas por el impulsor del proyecto a lo largo de 30 años. Las 1.320 piezas que conforman este museo del orinal son todas diferentes, los hay de hombre, de mujer, de viaje, nuevos, usados… los hay de distintas épocas, desde el siglo XIII al XX, de distintas formas y tamaños, desde miniaturas de casas de muñecas hasta bacines de más de medio metro, de materiales diferentes, barro, cerámica, latón, piedra, hojalata, porcelana, madera, cerámica, cobre, aluminio, cristal, hierro, esmaltados, oro, plata y platino, pintados a mano o en serigrafías y de un total de 27 países y sus respectivos nobles, caballeros ,doncellas, monjes o princesas.
Cortes de pelo con catana y soplete
“Cortes de pelo especiales con técnicas de corte únicas”. Así es como anuncia sus servicios de peluquería Alberto Olmedo, un peluquero que se vale de espadas, catanas y sopletes para cortar el pelo a sus clientes. Emplazado en la zona de Aluche, en Madrid, Alberto Olmedo se hizo famoso al publicar un vídeo luciendo sus artes en Youtube que recibió millones de visitas. “Tampoco nos hemos inventado nada, hace cientos de años se utilizaban pequeñas dagas para cortar el pelo. Ha sido una vuelta a los orígenes, pero a lo grande”, declaraba en una entrevista.
El vending del cachopo
La idea fue de José Piñero, un carnicero asturiano ya conocido en el vecindario por la calidad de sus cachopos. Para ampliar las ventas y poder dispensar su preciado artículo a cualquier hora del día y de la noche se le ocurrió poner una máquina de vending, el ‘cachopomatic’. “Las ventas se dispararon”, asegura, y calcula que la instalación de la máquina le permitió aumentar las ventas en torno a un 40%. Tal fue el éxito del ingenio que hasta llegó a anunciar la instalación de un cachopomatic en la zona de Atocha, en Madrid. Sin embargo, motivos personas le obligaron a cerrar la carnicería por un tiempo. “Todavía hay gente que me sigue llamando para preguntar dónde está la máquina de Atocha”, declara y asegura que, el día que reabra el negocio, no dudará en volver a instalarlas.
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