Vinovore: vino para mujeres
Vamos a hacerte un pequeño examen. Si nosotros te decimos que nos hemos encontrado con un concepto de negocio en el mercado del vino (atención: todavía sin explotar) que pretende celebrar el creciente número de mujeres en una industria dominada por hombres y hacerlo de una manera lúdica, educativa y única: ¿qué piensas? A) Uy, qué interesante. B) Hmmm, ahora que lo pienso no me estáis contando nada nuevo. C) ¿No es un concepto basado en la discriminación positiva? La respuesta correcta es A + B + C y además tienes que añadirle una opción D que no te habíamos presentado hasta ahora: es un micronicho como una catedral. La única diferencia con el resto de tiendas del sector es que sólo vende caldos con sello ‘femenino’ y las tiendas están atendidas por mujeres. La crítica fácil sería decir que después de 8 temporadas de Portlandia, 8, nada más y nada menos, no hemos aprendido nada. Pero esa es una respuesta poco académica. El verdadero problema de este negocio radica en que este concepto no se puede beneficiar de la principal ventaja de un micronicho: que tenga un número de competidores reducido. En este caso, aunque se especialice en bodegas femeninas y se dirija a un público femenino, al final compite con todas las tiendas de vino habidas y por haber, e incluso con los grandes vendedores online. Porque entendemos que a las bodegas dirigidas por mujeres les interesará ganar dinero para ser rentables y poder seguir dedicándose a sacar mejores vinos al mercado.
Se supone que, como señalan los expertos, siendo hiper-específico dentro de un micronicho tendrás siempre, además, la posibilidad de fijar unos precios mucho más altos de lo que podrías permitirte si entraras en un mercado generalista con más competencia. Pero en este caso la especificidad no vale para nada. Como te vayas en los precios te sales del mercado.
Esa es una forma de verlo. Otra es que la propuesta de valor no es suficientemente sólida para un mercado tan competitiva. El caldo tiene que ser bueno y estar en precio, Lo hagan mujeres, hombres o viceversa.
Arno: compra unos zapatos y luego felicitas al zapatero
Pero, vamos, quién dice una tienda de vinos de Los Ángeles que únicamente vende botellas #MeToo, dice también una empresa de zapatos de lujo que te permite enviarle una tarjeta de agradecimiento (con el franqueo pagado) al fabricante de esos mocasines tan fantabulosos que te has comprado online: no sabemos si la nota de agradecimiento es por hacer (bien) su trabajo (que los zapatos estén bien cosidos, que las suelas no se abran como si fueras uno d elos deshollinadores de Bert saltando y danzando encima de los tejados de un Londres imposible) o para ahorrar dinero a la empresa en motivación de empleados/proveedores/cadena de distribución. El producto más barato cuesta 198 dólares y se posiciona como una marca de lujo. Pero, igual que con los vinos: o los zapatos son cómodos y bonitos o por mucho que le puedas enviar una tarjeta al fabricante… La empresa, estadounidense, la han montado dos ex Relaciones Públicas con muchas ideas de marketing para lanzar su producto.
A ver, que hemos sido un poco malos. La empresa tiene algo más: es un pequeño fabricante estadounidense que tiene su centro de diseño y el taller de fabricación en la Toscana y trabaja sólo bajo demanda. Cuando tiene suficientes pedidos pone a sus orfebres del cuero a trabajar, que trabajan con mimo el producto. De ahí lo de la tarjeta: Si nosotros nos molestamos en hacer bien las cosas, qué menos que tú te des cuenta de ello y nos felicites. Un poco narcisista, ¿no crees?
Floravere: trajes de novia a domicilio
El concepto de low cost aplicado a las bodas de novias no es nuevo. Inspirarte en diseños de terceras partes contratantes de la segunda parte, sea en el nicho de la moda para novias sea en la moda en general, tampoco es nuevo. Ahora bien, sumarle a esas dos ideas la posibilidad de hacer una fiesta estilo tupper-sex con vestidos de novia por 25 euros ya es otra cosa. Es exactamente lo que propone Floravere, una marca de vestidos de novia baratos que se inspira en diseños de actualidad (piensa en la boda de Meghan Markle y te haces una idea) que puedes (y debes) probarte en casa. Primero seleccionas online los modelos que crees que te van a sentar mejor y la compañía te envía a casa un kit con el vestido de prueba. Cada kit cuesta 25 dólares y te puedes probar todos los que quieras. El kit tiene también todo lo necesario para que te tomes las medidas y las puedas enviar a los modistos del negocio. En 4 meses tienes tu vestido. Y si no te quieres casar te puedes sentir en la intimidad de tu casa como Novias de Beverly Hills. Lo que, señores, señoras, es mucho decir.