El humor es algo que se toma en serio, tanto que Eduardo Jáuregui lo eligió como tema de su “aburridísima” tesis doctoral de 600 páginas que le sirvió para alzarse con el título de doctor de Psicología. Él fue quien se trajo de Estados Unidos la celebración del Día de la Diversión en el Trabajo -el 1 de abril- convencido, como está, de que la risa y el humor, más que desincentivar, despierta la creatividad, estimula la innovación, reduce el estrés, aumenta la productividad, propicia un entorno laboral agradable y, consecuencia de todo ello, multiplica las ventas.
Esto es lo que explica en su consultora, Humor positivo, donde se atribuyen la misión de levantar “la economía emocional del país”. El humor negativo sería, en su opinión, todo aquel que “provoca daños colaterales: la burla hiriente, el sarcasmo, los chistes ofensivos…” es decir, cuando de ríes ‘de’ en lugar de ‘con’, incluidos de los propios problemas. Esto es lo saludable, tanto en la vida personal como en la laboral.
Cuándo echar mano del humor
“Hay muchos momentos en los que puede venir bien- dice Jáuregui-. Uno de los más evidentes es cuando fracasamos, o cuando las cosas salen mal, que es casi siempre. Si nos fijamos, los niños cuando juegan se equivocan, se chocan y se caen sin parar. Pero en vez de frustrarse, se ríen. El error es divertido, si nos lo tomamos con humor. Es por eso que empresas como Google, que buscan la innovación continua, crean entornos que parecen un parque de atracciones. Así, cualquier idea, por absurda que parezca, puede compartirse. Y si las cosas no salen bien, se superan sin tensiones. ¿Quién se hubiera atrevido, hace 15 años, a proponer la creación de un mapa en el que haces ‘clic’ y te muestra una visión de 360 grados, fotográfica, del lugar en el que te encuentras? Solo en un lugar como Google”.
Usarlo con cautela
También en España hay cada vez más empresas que velan por el “buen rollo”, incluso las más insospechadas, como la aseguradora Balumba, constante candidata al Great Place to Work y que, según Eduardo Jáuregui, cuenta con una extensión que se denomina, conforme al origen británico de la compañía, “Ministry of Fun” (Ministerio de la Diversión).
“Tenemos la idea de que el trabajo tiene que ser algo aburrido, formal, incluso sufrido cuando, en realidad nada de eso está relacionado con desempeñar bien el trabajo”, dice. Reconoce, no obstante, que el humor, como cualquier otra herramienta poderosa, debe emplearse con prudencia. “Si un cliente o un empleado está enfadado por algo, probablemente no sea un buen momento de emplearlo. Usar el humor requiere una cierta inteligencia emocional. Hay que adaptarlo al momento y a la circunstancia. Tampoco puede forzarse. Por eso, creo que las mejores iniciativas son las que promueven el uso espontáneo del humor por parte de los empleados, dentro de los límites del respeto y de esa inteligencia emocional”.
Claro que entiende que el humor no es lo más importante en una empresa, que está por delante un buen producto, un buen servicio, disciplina, organización… pero, «si le añades un toque de humor las cosas van a funcionar mejor y vamos a disfrutar mucho más».
¿Qué pasa con los que no lo tienen?
Esta es una circunstancia que, en opinión de Jáuregui, no se da. “Todo el mundo tiene sentido del humor. Es parte del patrimonio genético de la humanidad. Todos los niños saben jugar. Y los adultos también, aunque se les haya olvidado un poco a algunos. Lo que pasa es que se puede desarrollar más o menos, y el hecho de poder compartirlo con más o menos tacto, compasión e inteligencia emocional es parte del aprendizaje”.
Además de la nariz roja, a Jáuregui le gusta también hacer uso del bombín. Tal se deba a reminiscencias de su infancia, ya que nació en Oxford pero también es una forma de expresar que se puede ser serio, sin ser solemne. “Las personas que no tienen sentido del humor, no pueden ser buenos científicos”, dijo el Nobel de Física Andre Geim.