Y claro, como mucha calle y picaresca parecen ir de la mano, el primer negocio que montó, ya graduado, fue la venta de camisetas de imitación de equipos de fútbol para mercadillos y venta ambulante. Aunque la producción era china, las indicaciones sobre el material y los detalles del diseño los daba Nabil consiguiendo unas imitaciones muy logradas. Así es como empezó a enamorarse del sector textil y a hacer dinero porque el negocio era bastante lucrativo. Se dio cuenta, además, del poder de las marcas para influir.
Fuentes de inspiración
En esas estaba cuando una tarde decide pasar el rato viendo un documental sobre la vida de Ralph Lauren. “Fue el aldabonazo definitivo. ¿Si él, hijo de emigrantes, ha conseguido crear una marca de ropa para la clase media-alta americana, por qué no lo voy a poder hacer yo? y tomándole como modelo de inspiración me puse a desarrollar mi idea de negocio y la marca”.
Asimismo, durante sus tiempos de estudiante en Madrid, también se había enamorado de la afinidad de las personas hacia las marcas, y como éstas influían en los usuarios. Tiempo después, Nabil Salah se desplazó a Inglaterra para aprender la lengua a la vez que trabajaba y se sintió cautivado por el estilo british. Y ese fue el target al que dirigió su atención.
En cuanto a dar con el nombre de la marca, también fue otra odisea. Quería que fuera internacional. Comenzó por realizar un listado de nombres americanos y el jurado fue la dueña de una cafetería inglesa, que fue quien dio el visto bueno al nombre final: Harper&Neyer.
Los socios y el plan de negocio
Así es como nace a finales de 2013 Harper & Neyer, como una marca de moda masculina dispuesta a competir con otras firmas nacionales de la talla de El Ganso o Scalpers. Para abordar la aventura, Nabil Salah se apoya en dos socios, hermanos y entonces amigos. Para constituir la sociedad, Salah tuvo que pedir 3.000 euros a sus padres.
Constituida la empresa y confeccionadas las primeras prendas, tocaba hacer la prueba de mercado, ver si había gente dispuesta a pagar por sus diseños o no. De vuelta a la calle, Nabil Salah consiguió que una mujer de Madrid les alquilara un pequeño local de su propiedad en Málaga. Aquí mostraron, con éxito de público, sus primeras camisas y realizaron sus primeras ventas. Todo bien de no ser porque el local había sido cedido como almacén y carecía de licencia comercial.
Con la persiana del negocio otra vez bajada, “decidí que quería hacer las cosas ya en serio. Pedimos un crédito al banco para abrir nuestra primera tienda física en Fuengirola y poner en marcha el ecommerce”. Al frente del negocio estaba Nabil Salah porque los hermanos tenían su propio empleo.
Y aunque ya hubiese aprendido a comprar y a vender, la cosas no siempre iban conforme a lo previsto. Para satisfacer las expectativas de crecimiento, además de abrir la tienda propia y el online, se recorrió España buscando tiendas multimarca que incluyesen su producto. Entre otros puntos, consiguió abrir algún corner en El Corte Inglés. Asimismo, trato de impulsar la expansión con el sistema de franquicia con el que llegaron a abrir varias tiendas.
Aún así, dice Nabil Salah que siempre se sentía al borde del precipicio. Y eso es lo que sucedió, que llegó un punto en el que en lugar de crecer la empresa empezó a retroceder. Cuando la facturación cayó hasta ponerse entre los 600.000 y los 700.000 euros y acumularon una deuda aproximada de 300.000 euros es cuando propuso a los socios entrar en concurso de acreedores. Antes que endeudarse, optaron por regalar a Salah su participación. “De repente me había quedado solo y con la moral por los suelos”.
Abrazar la incertidumbre
Meses después de que esto pasara, estalla la pandemia. A Harper & Neyer le afecta igual que a cualquier otro negocio, pero varía la forma de afrontar la situación de crisis por parte del CEO. “La gente que tenía alrededor no paraba de lamentar las pérdidas de su negocio, habían perdido la ilusión y el deseo de seguir luchando. Entonces me di cuenta de que como virtud personal tenía una resistencia especial ante la adversidad y los momentos de incertidumbre. La gente era buen marinero con el mar en calma, mientras que yo llevaba navegando con el mar encrespado desde 2014. Esto es lo que me devolvió la confianza en mi mismo”.
Del Covid salió pues Salah con el espíritu reforzado y henchido de autoestima dispuesto a salvar la empresa, “el sueño de mi vida. Me desbloqueé y eliminé los límites que yo mismo me ponía. Eso es lo que fallaba antes, que no me lo creía”.

Diversificación
El antes y el después del Covid con el ánimo robustecido empezó a reflejarse también en la cuenta de resultados. De los 700.000 que le hicieron plantearse el concurso de acreedores en 2019, pasó a facturar 5 millones en 2021, 7,5 millones en 2022, y con previsión de cerrar 2023 con 10 millones.
Como dato anecdótico, cuenta que solo en la Navidad de 2022, llegaron a vender la cantidad de 40.000 sudaderas. Datos como el referido es lo que le impulsó a adentrarse en otras ramas comerciales, como los mercados de las gafas de sol, la perfumería y, ahora también, el de las zapas lo que les permite ofrecer un total look completo para hombres. El objetivo final no es otro que permitir a cada cual ser quién quiera ser y hacer lo que le guste sin tener en cuenta lo que piensen los demás. No en vano, el claim de marca y lema de la compañía es ‘Celebra quién eres’. Actualmente, y como ellos mismos insisten en resaltar, «nadie se cree que un morito pueda hacer ropa para pijos».
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