Es la furgoneta que los hermanos Borrrego suelen trasladar a fiestas y eventos para preparar los gin tonic.
El nombre del establecimiento es Hotel Restaurante El Hacho, uno de los diversos negocios regentados por los 9 hermanos Borrego en el sector de la hostelería. El de El Hacho, concretamente, es un restaurante de carretera que se ubica en una zona de servicio de Lora de Estepa, en la provincia de Sevilla, con transportistas y viajantes como clientes habituales. Como todos, también ellos se vieron afectados por el cierre forzoso de los establecimientos dictado a raíz del estado de alarma por el Covid-19. La consecuencia fue que los camioneros que durante ese tiempo se dedicaron a transportar cargas con alimentos y medicinas por carretera se vieron desabastecidos y sin ningún local abierto donde poder tomar un café y descansar un poco.
Por su parte, los hermanos Borrego, empezaron a repasar toda la mercancía que ya habían adquirido para ofrecer el servicio normal y vieron que era mucho el desperdicio. Así que, a los tres días del cierre, en una reunión familiar, la reflexión que hicieron los nueve hermanos fue la siguiente: “Es una pena tirar todo esto y con los pobres camioneros que no tienen donde tomar un café. Podríamos coger la gintonetta y poner a disposición de ellos un autoservicio para que se sirvan café y todo esto que tenemos de forma gratuita. ¿Qué nos puede costar, 1.500, 2.000 euros a cada uno? pues tampoco nos vamos a arruinar por eso. Ni más ni menos. Así surgió todo”, cuenta David Borrego, uno de los hermanos que atiende en el restaurante.
La última de las intenciones de la iniciativa era publicitar el establecimiento. Sin embargo, se dio la circunstancia de que un camionero de Ubrique, Kisko Lamela Castaño, pasó por allí y le llamó tanto la atención de la iniciativa que decidió grabar un video para mandárselo a su mujer y a un amigo describiendo lo que veía: “¡Mira!, no me puedo creer lo que es capaz de hacer el área de servicio esta, El Hacho. Estamos con los camioneros. Esta lucha es de todos. No podemos abrir, pero sí apoyar. Transportistas, autoservicio gratis. Por favor, cojan lo que necesiten. Estamos aquí las 24 horas -va leyendo Lamela los carteles expuestos en la furgoneta- “¿y qué te encuentras?-prosigue-un camioncito en el que hay agua, refrescos, dulces y, por supuesto, para los que trabajamos de noche, café con leche. Importante, no admitimos dinero. Gracias”, lee otro cartel. “Para que se entere este país”, concluye el relato que acompaña a las imágenes del vídeo.
Mientras éste se grababa, algunos de los hermanos Borrego hacían guardia en el interior del establecimiento -abierto las 24 horas del día- viendo pasar camiones como únicos ocupantes de la carretera en ese momento. “Claro que a veces teníamos que abrirles, porque alguno necesitaba pasar a comprar tabaco o al cuarto de baño, que a más de uno le dejé venir a mi casa a darse un baño. Es que fue inhumano cómo les dejaron”, comenta David Borrego.
Al final fue algo más de 2.000 euros la cantidad que cada hermano tuvo que poner por cabeza, pero tampoco fue cuantiosa la pérdida porque muchos de sus proveedores y negocios de la zona se sumaron a la iniciativa y suministraron alimentos a la gintonetta también de forma gratuita. Tantos que el final les han sobrado pero que entregaron a Cáritas para que los repartiese porque “eso de vender y hacer negocio con lo que han entregado para una causa solidaria es muy feo”, dice. Los hermanos Borrego se conforman con agradecimiento que les expresan los transportistas, algunos en forma de cartas tan emotivas «que te entran ganas de llorar».