De Madrid al mercado de la ciberseguridad en Silicon Valley

Julio Casal es uno de los pocos españoles que puede presumir de haber fundado dos empresas líderes mundiales en su campo y en un nicho tan puntero como es la ciberseguridad. La primera, Alien Vault, la fundó en 2003, una plataforma de software libre “en Security Information and Event Management (SIEM), que son productos de seguridad con inteligencia artificial más simple y que básicamente sirve para unificar en un sólo punto una red de datos extensa. Crea centros de operaciones de seguridad”, explica él mismo.
Un producto tan pionero, que tuvieron que empezar a crear mercado regalándolo. “Cuando ya tuvimos una comunidad de gente que lo utilizaba, una distribución y una marca hicimos una versión de pago. Nos encontramos vendiendo en más de diez países y con una comunidad importante en EE UU que nos llamaba para pedirnos ayuda, soporte y versión de pago. Fue entonces cuando pensamos que era el momento de hacer la aventura a Silicon Valley. Un venture capital español nos acababa de dar dos millones de euros”.
Una vez allí, atraen a otros fondos de Silicon Valley. Ya mucho más suculentos. “Nos quedamos con Trident, que es un fondo muy activo. Nos presentaron a mucha gente, nosotros no conocíamos a nadie. Para la siguiente fase de la empresa buscamos ejecutivos americanos, luego entraron más fondos…”. El resultado de esa aventura es una empresa líder en el segmento de tamaño medio de empresas dentro de su especialidad que ya está a punto de cotizar en el Nasdaq.
La española tiene un mercado suculento, pero pudo ser más grande. “La desventaja competitiva con las firmas americanas es muy grande, por la falta de financiación pero más por el tamaño del mercado. Cuando empezamos, el cliente más grande que ganamos fue el Gobierno español, que nos facturó 80.000 euros. Ese mismo mes, la empresa americana que hacía lo mismo que nosotros consiguió un contrato de más de 20 millones de dólares del Gobierno americano. ¿Cómo se compite con eso?”, recuerda.
Ya desde Silicon Valley Casal ha montado otra empresa, 4IQ, esta sí, líder mundial en protección de identidades que se exponen en el dark web.
De la arquitectura española a la sostenibilidad en Shangai
David San Román creó Anken en 2005 para dar respuesta no a una sino a dos ineficiencias del mercado chino: la falta de espacios de trabajo libres a precios asequibles y de oficinas diáfanas, con diseño moderno y edificios sostenibles. Buscando una solución a estos dos problemas se definió la línea de negocio de esta empresa que ya ha rehabilitado 18 edificios, acoge a 450 compañías (pymes y emprendedores) en alquiler y cuenta con 120 empleados. “Llevo en China 13 años y entonces no había ese tipo de espacios de trabajo. Espacios flexibles y prácticos, en los que todo está conectado vía wifi, donde los emprendedores puedan hacer negocios en la cafetería o en un lobby cool y además en un edificio con un enfoque sostenible. Cogemos edificios industriales o antiguos y los reconvertimos en oficinas”, comenta David San Román.
“Vimos la oportunidad en 2005 y ahora, además, hay muchos más freelancers por todo el mundo. Es una tendencia mundial. Profesionales que pueden estar en muchos espacios ya no exclusivamente en una sola oficina. Y que buscan lugares donde comunicarse y hacer negocios. Son oficinas pensadas para un tipo de profesional muy concreto: la mayoría del mundo creativo y de cualquier nacionalidad. Hasta ahora sobre todo eran americanos, alemanes y franceses, pero hoy vemos cada vez más profesionales chinos, que ya se están adaptando a estos espacios”.
Edificios prácticos, de diseño y ecológicos. “En Shanghai hay un problema tremendo con la polución. El ratio de contaminación está en 150 y nosotros rebajamos este indicador a 30 en nuestras oficinas. Es como estar en la montaña de Ávila, prácticamente. Queremos crear un ambiente lo más saludable posible para las pymes”, explica San Román.
Un proyecto que demuestra que con un buen plan de negocio y ganas se puede conseguir casi todo. “Empezamos con 150.000 euros conseguidos entre cuatro personas y ya hemos rehabilitado 18 edificios. Son edificios que si los comprásemos nos costarían 25 millones de euros. Lo que hacemos es transformarlos y conseguir un alquiler a largo plazo. Así la inversión se reduce a tres o cuatro millones. Y siempre buscamos socios inversores para que nos ayuden a desarrollar cada proyecto”.
San Román asegura que hay oportunidades en otras ciudades fuera de Shanghai para realizar proyectos similares, aunque advierte que las rentabilidades ahora han bajado.
Desde Benidorm al mercado de los contenidos en los países árabes

Alfonso Fernández es el responsable técnico de esta startup impulsada por otros dos socios, que aspiran a conquistar el mercado de contenidos árabes. Un mercado casi virgen y en el que Ghinwa apuesta dentro del segmento de la música. Una idea que se formalizó como empresa a principios de 2016 y con la que han recibido 50.000 dólares en metálico como ganadores del concurso del MIT y ahora 3 millones de euros de financiación.
Cuando Alfonso Fernández aterrizó en este proyecto estaba trabajando en Alemania como team leader en Rocket Internet y sus hoy socios le contactaron por Linkedin para que se embarcara en el proyecto. “Me escogieron por mi experiencia en desarrollo de startups. Y me propusieron participar como socio en el proyecto. Somos tres fundadores: Mohammed AlMunaikh, el CEO, que tiene experiencia con fondos de inversión, Bader Al Tahous, que se encarga del diseño del producto y yo, que dirijo el equipo técnico y me he encargado del desarrollo del producto”, explica Alfonso Fernández.
“Hay una necesidad de crear productos de entretenimiento para estos países. Esta es la idea con la que me convenció Mohammed al principio. Hay países en esta área de Oriente Medio que están demandando entretenimiento y no hay muchas opciones. Y en el segmento de la canción porque hay un amor por la música en el mundo árabe, pero no hay una plataforma específica que tenga contenidos orientados a su cultura. Ese es el motivo. Por la demanda que hay de entretenimiento y la oportunidad de crearlo”, apunta.
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