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Pintor, ciego y ahora, a sus 73 años, emprendedor

Su nombre es Ataulfo Casado Bustarviejo, ATA, como nombre artístico. A sus 73 años ha decidido añadir un capítulo nuevo a su biografía, el de emprendedor. Ha montando una tienda ...

15/01/2021  Ana DelgadoIdeas de negocio

Desde el punto de vista emprendedor, podría decirse que el suyo se enmarca dentro de esos negocios que se acometen en solitario desde casa. ATA es una galería virtual de arte donde Ataulfo Casado Bustarviejo pone a la venta sus cuadros. Pero tampoco es exactamente un proyecto unipersonal porque en ATA han participado colaboradores que le han ayudado a diseñar la página web, a articular la tienda online, a poner precio a los cuadros e incluso a pintarlos.

La historia de Ataulfo Casado se ha contado bastantes veces. Existe incluso un documental, ‘Ata, pintando Negro’, en el que expresa una de sus obsesiones: “Es que, aunque yo no veo los colores, los demás sí los van a ver”. De aquí que se aleje de espectadores obsequiosos que, guiados por la compasión, puedan opinar que el cuadro le ha quedado muy bonito, aunque sea un churro. Los prefiere críticos, sinceros y, sobre todo, que le adviertan de si le ha quedado algún ‘calvo’, algo que le preocupa muchísimo.

Antes que ciego, Ataulfo Casado fue primero pintor, una carrera en la que empezó a destacar desde muy pequeño. Con 17 años se convirtió en el copista más joven del Museo del Prado, compartiendo este privilegio con otros pocos artistas, “todos amabilísimos y encantadores conmigo, pero vamos que ninguno iba a cumplir ya los 50”.

“Tuve éxito”

A partir de ese momento, la pintura se convirtió en su principal fuente de ingresos. Vendió réplicas del Prado a muchos extranjeros y luego se lanzó al mundo de las exposiciones y las galerías donde, a veces, era el único autor y conseguía venderlo todo. “Si, tuve éxito», dice sin empacho.

Fue en una consulta de la calle Toledo de Madrid, a la edad de «40 años y un mes», cuando le informaron de que padecía de una retinosis pigmentaria que le iba a dejar ciego. “Yo lo acepté pronto, pero mi madre no. Lo peor fue decírselo a ella. No hagas caso, hijo, que tu no te vas a quedar ciego. No puedes quedarte ciego. Mira como tienes el estudio con tanto encargo”, fue la reacción inicial de la madre. 

Pero, el tiempo no tardó en dar la razón al médico y pocos días después, tras comprobar en su reloj que “faltaban 2 minutos para la hora de Ángelus, al levantar la vista, empecé a verlo todo gris”.

La enfermedad supuso un parón de más de 10 años en su carrera. “Yo solo sabía pintar, no podía hacer otra cosa”. Hasta que un día, «12 de octubre», se aburrió de recordar cosas. Encargó a su amigo Inocencio Villegas que le comprase unas maderas, un conglomerado de pinturas, unos pinceles y unas brochas y se puso de nuevo delante del lienzo. Una vez terminado el cuadro pidió la opinión de Villegas, “pero no me vengas con el pobrecito ciego. Quiero la verdad”. Y la respuesta fue: “Me encanta, qué cosas más interesantes. Por favor, sigue pintando”.

Desde entonces, ATA, como firma sus cuadros, pinta con algún auxiliar, al que va indicando cómo hacer las mezclas de colores o le pide que le acerque los utensilios. Pinta de memoria, de las imágenes que conserva de los 40 años que tuvo vista y con la que siempre supo «mirar y apreciar la belleza que me rodeaba. Mirar no solo con la vista, sino también con el corazón”, es el truco que revela.

El capítulo emprendedor

El próximo 27 de enero, ATA recibirá una mención especial dentro de la elección de los ganadores de la segunda edición de los Premios +50 Emprende que organizan la Generación SAVIA y la productora 02:59 Films. El Jurado le concede la mención «por su ejemplo de perseverancia, entusiasmo y calidad de sus pinturas».

La tienda online para vender sus pinturas la lanzó poco antes del confinamiento. No es que la ventas vayan como un cohete “que en plena pandemia, a ver quién está pensando en comprar cuadros”.

Pero tampoco le desalienta mucho la falta de ingresos porque ni internet ni la mecánica del mercado es lo suyo. Sí se considera, no obstante, un emprendedor nato en el sentido de que, por feas que se pongan las cosas, “siempre hay que seguir adelante”, y en la medida en que un emprendedor quiere aportar valor a la sociedad. “Yo, sinceramente lo digo, siempre he pintado para hacer felices a los demás y ayudar a las personas. Yo lo hago a través de la pintura”.

Agradecimientos

El 14 de enero, Ataulfo Casado cumplía 73 años. Su relato, más que de saber farmacológico, está plagado de agradecimientos y nombres de personas que han sido importantes a lo largo de su vida. Como la lista es larga, citaremos solo unos pocos: don Teófilo, el maestro de escuela “que me enseñó a hablar en tono medio, a pedir las cosas por favor y dar las gracias, y a respetar a todas las personas», doña Teresa, la mujer de don Teófilo “que preparaba un arroz con leche que estaba buenísimo”, al vecino de su casa en Madrid «que me animó a presentarme al concurso de pintura de El Corte Inglés y que gané no sé si 3 o 4 años consecutivos», a Curro “que me convenció para que me presentara al Premio Nacional de Pintura que organizaba la falange y lo gané”, a la Asociación de Belenistas, a la Escuela de Artes y Oficios de la calle La Palma, a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, a «mi extraordinario amigo» Inocencio Villegas, a la joven que le ayuda ahora a pintar “que es muy lista”, a Santiago y, sobre todo, «a mi madre, que fue quien le regaló la noche de reyes mi primer bloc y caja de pinturas a los 3 años».

Ana Delgado