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La increíble historia del emprendedor que ha abierto… ¡un cine de barrio!

Dos veces se ha anunciado la inauguración de los Cines Embajadores. La primera el 28 de marzo, la segunda para el 3 de julio. El confinamiento imposibilitó la primera y ...

12/07/2020  Ana DelgadoIdeas de negocio

Nada de plegar velas y renunciar al sueño de cualquier profesional que lleve años dedicado a la distribución de películas: tener su propio cine. Miguel Ángel Pérez está a punto de verlo cumplido a los 58 años de edad y, aunque parece que los astros no se lo ponen fácil, el proyecto está en un punto de no retorno. Y eso que le han llamado más veces loco y suicida que valiente.

El de montar un cine no es su primer emprendimiento. Durante cerca de 20 años Miguel Ángel Pérez ha estado al frente de una distribuidora que llegó a contar con 25 empleados. Comparado con el riesgo que se asume al adquirir los derechos de una película que no se sabe cómo va a funcionar, entiende que su salto a la exhibición es un paso conservador. Pero no es el hastío a la incertidumbre lo que le condujo a acometer una nueva aventura, sino la ilusión de un sueño. Cierre continuo de salas

Tras más de un año hablando con inmobiliarias y pateándose Madrid en busca de un local adecuado, al final dio con el sitio y el establecimiento ideal. En plena Glorieta de Santa María de la Cabeza (Madrid), La Caixa había puesto en alquiler un local de 300 metros cuadrados. Teniendo en cuenta que el presupuesto que barajaban Miguel Ángel Pérez y su socio distaba mucho de los 2-3millones de euros mínimos que requiere la apertura de un espacio multisalas, el del barrio de Embajadores les pareció perfecto por varias razones: primero porque se trata de una zona muy dinámica culturalmente, segundo porque carecen de competencia en las inmediaciones, tercero porque el local es diáfano y, además de necesitar pocas obras de mejora, está a pie de calle lo que les permite eludir los gastos de adaptación a la accesibilidad. 

En total han sido 600.000 euros la cantidad invertida hasta ahora, casi al 50% entre recursos propios y financiación bancaria. El espacio lo han estructurado en tres salas de proyección y un pequeño hall con barra de bar. Como ésta última les pareció pequeña, se han hecho también con el local colindante para abrir un negocio en paralelo, el ‘bar del cine’, donde quieren montar una terraza.

Así estaban los planes y las obras pendientes de los últimos retoques, para abrir las puertas de Los Cines Embajadores al público el día 28 de marzo. Pero la pandemia y el confinamiento frenaron el curso de los acontecimientos. Menos mal que Miguel Ángel es más de los que ve el vaso medio lleno y se lo tomó con calma, en espera de la desescalada.

La nueva fecha que se fijó para la inauguración de los cines fue el 3 de julio. La noticia originó muchas expectativas y un enorme interés entre los vecinos del barrio. La prueba es que tenían ya vendidas todas las entradas. Tampoco esta vez pudo ser. Un incendio ocurrido en torno a las 11 de la mañana en el cuarto de contadores de un edificio colindante dejó sin luz a la zona. Nuevo aplazamiento, y aunque la empresa estaba dispuesta a devolver el importe de las entradas, fueron muchos los vecinos que renunciaron a esta opción.

Ahora se disponen a abrir las salas este fin de semana, el del 10 de julio. “Ni una hecatombe nos podrá parar”, puede leerse en su cuenta de Twitter. Con aforo total para 200 personas y con unas restricciones actuales al 75% de ocupación, la intención de Miguel Ángel Pérez es limitar inicialmente el aforo al 60%, consciente de que “la gente tiene mucho miedo al contagio”. 

La propuesta es dotar a la zona de “un cine de barrio, pero de calidad”. Para ello, todas las películas que se exhiban se harán en versión original, priorizando el cine europeo, el nacional y el de autor, “pero sin olvidar el cine comercial americano, que también tiene grandes obras”.  Él conoce la industria como nadie y conserva la fe en ella. Sabe que el cierre continuo de salas durante los últimos años obedece más a la especulación que a las apetencias de los clientes y él está dispuesto a satisfacerlas, salvo que venga una hecatombe, claro.