El MacBook Air es tan fino que impacta. Pero quizá lo más sorprendente es que quepa un portátil entero en una carcasa de aluminio anodizado tan estilizada y resistente. Y como sólo pesa 1,36 kg, ”decir portátil es poco”. Así reza la publicidad del último lanzamiento de Apple en ordenadores. Cualquier persona, lee esto y le dan ganas de comprarse el ordenador si sus finanzas se lo permiten. Ahora, si lo lee un emprendedor, como los fundadores de BuiltInNewYork, lo que piensan es que es un producto frágil al que no le vendría nada mal una carcasa de diseño que lo protegiera. Y lo mismo que le ocurre a este modelo, vale para el resto de los ultraportátiles que proliferan en el mercado. Si piensas en sus pantallas táctiles, como usuario, lo normal es que un escalofrío recorra tu espalda. La industria paralela que se ha generado desde la salida al mercado de los MP3 se repite con estos nuevos dispositivos electrónicos, más grandes, pero también más frágiles. Una vez cubierta la primera necesidad: una razonable seguridad, se abre la puerta al diseño. Según estimaciones de la consultora Gartner, se espera que las ventas de estos ordenadores lleguen a casi un millón de unidades en 2008 y a cinco millones en 2011.