Solo 1 de cada 10.000 fármacos llega al mercado. Se tarda, de media, entre 10 y 12 años. Todo ello con un coste total de 700 millones de euros (incluídos esos 9.999 fármacos que fallan). No nos lo hemos inventado, son datos de la industria farmacéutica. Vamos, que hay que pensárselo mucho si no eres una multinacional para meter la cabeza en este sector y tener muy claro tu modelo de negocio. Damià Tormo es uno de los científicos emprendedores detrás de Bioncotech Therapeutics, una empresa que trabaja en un modo de acción para tratar el cáncer que, por ponerlo de forma sencilla, obliga a las células tumorales a que se autocanibalicen. “Aunque los resultados en animales son muy esperanzadores, todavía no sabemos si funcionará con pacientes humanos”, explica.
“El desarrollo de fármacos es muy costoso y tiene varias etapas. Tiene una parte muy larga de investigación. Luego tiene una parte preclínica, donde se hacen pruebas de toxicología en animales para posteriormente conseguir la aprobación que te permita probarlo en humanos. Y finalmente vienen tres fases en pacientes: la primera, en la que pruebas que no es tóxico en humanos; una segunda en la que compruebas que es eficaz, y una tercera en la que, a una escala más grande, pruebas que no es tóxico y que es eficaz, y demuestres que estadísticamente los resultados son significativos. Después ya puedes ir al mercado”, continúa.
Y aquí viene por qué esta empresa tiene futuro. “Nosotros cogemos un proyecto avanzado del sector público, que no se puede desarrollar más dentro del centro, completamos dos o tres fases del proceso, para que le resulte atractivo a una farmacéutica, y se lo licenciamos para que esta farmacéutica desarrolle la última fase y lo ponga en el mercado. Esto es así porque la fase tres y el lanzamiento del fármaco al mercado, es imposible para una empresa de nuestro tamaño por ser demasiado costoso. Por ejemplo, requeriría un equipo de ventas internacional que para nosotros, ahora mismo, no es factible”, explica.
“Siempre hablo de una parte de batas (interés por obtener más conocimiento) y de otra parte de corbatas (con otros intereses). Lo que da valor a la empresa es el desarrollo del fármaco, mientras que en investigación lo que da más valor es aprender más sobre su mecanismo de acción. Realmente una cosa no es contraria a la otra, pero hay que tener muy claro quién hace qué y cómo se hace. Hay que dividir el cerebro en dos, y unos días llevas bata, y otros llevas corbata”.
Con el fármaco caníbal “ya hemos avanzado en toda la fase de investigación (seis–siete años) y ahora nos encontramos realizando los ensayos preclínicos. La idea es llegar con este producto hasta la fase clínica dos y vender el proyecto a una gran empresa farmacéutica que se encargaría de realizar las últimas fases hasta el mercado”.